Caracas-Magallanes y el fanatismo violento

El fanatismo es el celo excesivo de una persona por una religión, un equipo deportivo, un partido político, un artista, etc. En nuestro país, se ha convertido prácticamente en una enfermedad peligrosa. Entre anarquía, delincuencia, paramilitarismo, violencia callejera, u otros aspectos, el salir a una celebración puede resultar la lotería para morir.

En días recientes, la celebración juego por juego del beisbol venezolano entre Caracas y Magallanes, culminaba en una ola de cohetones, fuegos artificiales y “plomo parejo”, como rezan las palabras coloquiales del pueblo en los barrios, víctimas de la zozobra y angustia, frente a un hampa que manifiesta su alegría entre licor, drogas y disparos que arrastran víctimas fatales sin distinción de color, edad, política o religión.

Las estadísticas arrojan algunos muertos como resultado de las “balas locas”, pero peor aún, en su mayoría menores de edad. El fanatismo violento es de tal magnitud, que quien escribe, es seguidor de Magallanes y no se atrevió a utilizar posteriormente prenda de vestir o algo relacionado a su equipo, no por la “echadera de vaina” de los seguidores del Caracas, sino más bien, por la violencia expuesta en las calles desde lo verbal a lo físico.

Esta violencia en el fanatismo se ha cultivado en todos los ámbitos de la sociedad venezolana. En la política, lo radical no permite espacio a un sector medio, nada puede tener matices; o se es derechista rancio o se es izquierdista utópico, no se acepta combinación. En la iglesia se insistido en un fanatismo tan radical, que surgen propuestas religiosas de todo tipo hoy día, lógicamente descalificadas por la iglesia católica.

En el medio artístico y deportivo es igual; se ofende, humilla y maltrata a cualquier figura pública por su condición o pensamiento, como un ejemplo tenemos al grandeliga Magglio Ordoñez, quien fue abucheado y ofendido irónicamente por sus connacionales en los estadios, mientras representaba los colores de Venezuela en el Mundial de beisbol en EEUU, simplemente por su apego al socialismo venezolano.

La cultura de la violencia está acabando con una patria que acostumbraba al chiste y simultaneo abrazo de personas que diferían entre si de una tendencia, política, un equipo de beisbol, religión, etc. Hoy día, debemos pensarlo dos veces para utilizar una prenda de cual color, un logo “x” o comentar y disentir sobre algún aspecto de la vida cotidiana. Hay que ser sordo, ciego y mudo para encerrarse entre cuatro paredes en “alerta” con las balas locas del fanatismo de las calles, el “plomo parejo de la televisión” y sobre todo ahora en el malentendido carnaval de fanatismo violento.

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Larry Márquez Peralta


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