A mi correo electrónico han llegado trabajos de camaradas sumamente molestos por no haber ganado en las elecciones del 2 de mayo, haciendo duras críticas y denuncias al ventajismo de algunos candidatos con poderosas maquinarias y velados apoyos institucionales. En Aporrea, igualmente, se están publicando trabajos que expresan resentimiento, otros mucho más optimistas elogian el proceso.
Ya lo he dicho, el debate de ideas y opiniones es una extensión es, por así decirlo, una prolongación del proceso cuya primera fase culminó con las elecciones, pero, evidentemente no concluye allí, ese es mi criterio, lo que nos obliga a ir hacia un debate más de fondo, más profundo sobre todo lo que significó esa inédita campaña donde, por primera vez se abrieron las compuertas para que todo militante que se considerara con condiciones y nivel político suficiente y tuviese propuestas programáticas parlamentarias que hacer, se auto postulara. Independientemente de que nos gustara o no el método –yo hubiese preferido que postularan las patrullas y las organizaciones sociales como los consejos comunales– la apertura no podía ser más democrática, la misma ponía en tensión las capacidades intelectuales, políticas y organizativas de cada candidato y, más allá de lo que decía el reglamento, se pusieron en juego maquinarias políticas de candidatos y dirigentes que tendieron a parcializar la contienda.
Pero quiero ir más allá, me refiero a que al posibilitarse la auto postulación se estaba descorriendo un velo que permitía que emergieran los liderazgos locales, populares que estaban velados, invisibilizados. Así como la elección de los 700 y tantos delegados al Congreso Extraordinario permitió que muchos líderes locales emergieran, con el proceso electoral eso se quintuplicó, emergió una masa de 3500 líderes y lideresas que, en general no se conocían y que fueron portavoces de una rica gama de propuestas programáticas sumamente ricas para el acervo político del PSUV. Entonces, si eso es así, perdimos o más bien ganamos? El nuestro no es un proyecto de individualidades, es un proyecto colectivo, social, un partido de cuadros y de masas. Ni siquiera saliendo postulados podríamos hacer lo que quisiéramos, la ética socialista, los principios, la conciencia de clase proletaria nos obligan a tener una posición de grupo, partidista, de nación.
PARA QUE LOS CANDIDATOS TRIUNFEN HAY
QUE HACER UNA CAMPAÑA COLECTIVA
Ahora vamos a una campaña electoral compleja donde no debemos, en la alegría y el jolgorio de la gran jornada vivida y realizada, dejarnos llevar por el triunfalismo; todavía no hemos ganado todas las curules que esperamos obtener en septiembre y el enemigo o los adversarios no son mancos y no los debemos subestimar. Los 120 candidatos y candidatas elegidas por sí mismos, naturalmente, no pueden solos asumir tan enorme reto y allí es donde jugamos un papel importante los líderes que emergieron durante la campaña electoral interna, los 700 del Congreso Extraordinario y los 3500 candidatos a diputados. Ahora los que disputamos las nominaciones debemos ir al fortalecimiento de nuestras patrullas y poner en tensión política esas voluntades de cada núcleo partidista, es cuando cobra un valor inusitado y una vigencia estremecedora los 2 millones 500 mil votantes.
Esa es una fuerza de un poder descomunal, telúrico, vanguardia capaz de ir en pos de profundas transformaciones en nuestro país. Si tan sólo cada uno de esos camaradas militantes arrastra 5 personas, la cifra electoral se elevaría a 12 millones 500 mil votos, suficientes para arrasar en las elecciones de septiembre. Pero eso hay que trabajarlo desde ya y el nuevo liderazgo debe jugar en eso un papel fundamental.
LA RIQUEZA DE LAS PROPUESTAS PROGRAMÁTICAS DE LA CAMPAÑA
Un hecho que consideramos altamente relevante durante la campaña electoral interna lo constituyó el mar de propuestas programáticas que cada candidato presentó al electorado interno. Mayor riqueza no es posible para una organización joven, novel como lo es el PSUV. En primer lugar se puso de relieve la existencia de militantes que hacen reflexiones y tienen un conjunto de propuestas producto de la meditación, del análisis político de la realidad de la revolución bolivariana. Esa característica de un enorme colectivo de pensadores, reflexólogos, analistas políticos no es un hecho común y, por tanto, el partido, su dirección nacional debe valorarlo y aprovecharlo.
Esa es una gran ganancia individual y colectiva que debe recogerse para la elaboración del programa político a presentarle al país durante la campaña electoral que comienza en agosto. La DN debe considerar hacer un evento, o un conjunto de eventos regionales, con mesas de trabajo donde asistan los candidatos y sus propuestas, de manera de sistematizar el conjunto de las propuestas por área temática legislativa. Si se comienza a organizar desde ahora, hay tiempo para presentar un formidable programa legislativo, no dejarlo para última hora, para que una “comisión de expertos” sea quienes elaboren el programa.
Por supuesto que se abriría un debate, discusiones y confrontaciones, siempre sanas y necesarias que, sin dudas, enriquecerán aún más las propuestas.
Ese cúmulo de propuestas presentadas en conversatorios con las comunidades, en discusiones con los militantes de las patrullas es, sin dudas, un enorme saldo positivo que tenemos en nuestro haber quienes participamos en la contienda, riqueza político/ideológica al servicio de la organización que la debe aprovechar, pues de las bases surgieron las propuestas y de las bases debe nacer el programa político parlamentario.
Por todo lo expuesto, que no está completo dada la brevedad del espacio, repito la pregunta: ¿los que participamos como candidatos a diputados y no ganamos, perdimos realmente o con nuestra acción política fortalecimos o no, cualitativa y cuantitativamente, este proyecto político colectivo que se llama PSUV?
(humbertocaracola@gmail.com)