Realidad, política y conciencia

Hoy en día, la política en Venezuela se encuentra en un dinamismo impresionante, cosas se dicen, cosas se hacen y deshacen, cosas van y vienen. Los que ayer estuvieron, hoy no están y, los que me ayudaron anoche, me patearon en la mañana. Esto lo encontramos en todos los ámbitos de la política. La guerra, dicen la mayoría, es de ideas. La batalla de ideas. Otros dicen que es ideológica, psicológica. No me propongo a decir que es verdad o mentira uno u otro planteamiento. Quisiera si acercarme a cuales son los principales medios que utilizan unos y otros. A veces vemos que de uno y otro lado se llaman a la mesa de dialogo y de discusión, pero ni una ni otra se concretan. No existe la posibilidad de ver en la misma mesa ideólogos de los dos bandos (si es que solo hay dos) que protagonizan la vida política del país. Es así como el principal medio de divulgación de tales o cuales ideas y la principal trinchera para la guerra de la que hablamos sea, precisamente, los medios de comunicación.

La “guerra” entonces es mediática. Por ello todos los hechos se mediatizan y se politizan, se elevan a la N veces y se pinta de mil colores, o en algunos casos, de una gran color con muchas matices. Las principales noticias, los comentarios más relevantes y la vida misma de la comunicación en Venezuela, torna alrededor de lo que puede o pudo decir este o aquel. El punto es, ¿a que conlleva esto? ¿Que tipo de sujeto social se forma con esto? La conciencia individual y la conciencia colectiva, ¿en que torna? ¿Se esta politizando a la población, lo niveles de participación se ven aumentados por este fenómeno? ¿La tendencia histórica de la participación juvenil, ha cambiado? ¿Hay crítica? Creo que estas son preguntas que debemos hacernos para entender un poco lo que esta pasando y poder, de alguna forma, vislumbrar hasta cierto punto las posibilidades, sociológicamente hablando, que hay en un futuro para la nación venezolana en los términos de democracia y libertad de participación.

Creo que la mediatización de todos los hechos de los principales actores políticos de una sociedad y la politización de todo obra relevante para la vida de un país termina, irremediablemente, creando un clima de polarización entre los siempre espectadores. La campaña interminable y el discurso inagotable, agotan definitivamente al espectador y dicho agotamiento socava los principales cimientos de una credibilidad quizás fomentada para cierto momento.

El sujeto social que deriva de esta situación es uno altamente politizado y tendencioso. Participativo en todo momento a uno u otro extremo, al positivo o al negativo. Al positivo, cuando toma la tendencia a la participación activa de una u otra de las corrientes en pugna y pasa, efectivamente, a ser un actor político en la discusión que, posteriormente, hace positiva en el voto. Al negativo, cuando el sujeto a pasado ya por la primera etapa, la mencionada como opción 1 anteriormente, hasta llegar a un proceso de agotamiento, producto del desgaste de las figuras políticas que atrora seguía o desdeñaba, llegando así, a la negación de su participación, de su entorno y su realidad.

Tomando en consideración el punto anterior con sus dos vertientes, entendemos que podemos tener un sujeto altamente activo en la participación positiva o altamente activo en la participación negativa. Una, que aupa y erige banderas, otra, que también participa, pero para oscurecer, negar y obviar una realidad que lo arropa. En este sujeto obtenemos una conciencia individual-generalizada que se siente parte y a su vez reflejo de lo que la envuelve. En la substracción de esta conciencia individual, encontramos la conciencia general que, con o sin razonamientos previos, son ejecutores inconcientes de lo que reproducirá un patrón de conducta que ira creando, en el proceso dialéctico, la renovación de la mencionada conciencia individual.

Naturalmente, estos son mecanismos de politización de la población. No podemos asegurar o preciar un rasgo negativo en este hecho. Lo que bien es cuestión de estudio es la ideología que esta conllevando a la politización polarizada de esta sociedad específica. Con esa precisión es posible detectar si dicha politización e ideologización lleva consigo factores de progreso, rasgos conservadores y si, la población con sus niveles de instrucción, no terminara mellando en una posición ambigua por la falta de entendimiento de los postulados.

La suma de todos estos hechos y factores modifican directamente la tendencia a la participación, de los últimos años, de las organizaciones juveniles del país. Como juventud, estudiantes, estimulados y susceptibles a la carga de bombardeos a los que son sujetos a diario por la guerra mediática. Es tolos hacer tomar un partido activo, mas no quiere decir esto, un partido activo y critico, lo cual puede centrar el mayor problema de la sociedad actual; juventud activa pero no critica. Esta falta de criticidad puede ser un reflejo de la decadencia en la que esta sumergida la vida cultural, literaria y social general.

Tenemos entonces, a lo sumo, una sociedad en decadencia intelectual y carente de todo vestigio de crítica, un país altamente politizado y una masa seguidora, de uno u otro, con vendas en los ojos. ¿Cual será entonces el verdadero desenlace que tendrá el país? Cual es la salida, ¿un gobierno fuerte, el liberalismo desmedido? O ¿debemos mediar por la confrontación de las dos últimas para que emerja el consenso salvador?

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Francisco Ojeda


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