La llamada federación de unas cámaras que andan por ahí, más bien debería haber sido bautizada con el noble título de Fedefársara, porque ella no reúne a verdaderos industriales, empresarios de verdad, a quienes les interese el país.
Raimundo y todo el mundo sabe en Venezuela, las naciones del norte de este continente latinoamericano y parte del europeo, que ellos constituyen una especie de cartel criollo que siempre respondió a las cartillas que les leyeron las más variadas y sutiles organizaciones mundiales dominadas por Estados Unidos.
Así, mencionemos, por ejemplo, a los tan cacareados y de pésima imagen en el mundo, fondo monetario internacional, banco mundial, organización mundial de comercio, onu, consejo de seguridad de la onu, oea, grupo imperial de los ocho, diversos grupos de relatoría de dichos organismos internacionales, diversas instancias que agrupan a los herederos y dueños de las grandes fortunas en América Latina, organizaciones de periodistas empresariales como los que se ubican en el colegio nacional de periodistas y el sindicato nacional de trabajadores de la prensa y pare el lector de contar.
De todos esos que han hecho grandes fortunas, es sabido, que muy pocos las han sudado, más bien, han debido especular y explotar muy parejo. Desde la llamada colonia española, hasta nuestros días, la explotación de los recursos naturales así como también la explotación y violación de los derechos humanos de hombres y mujeres de esta nación y del resto del continente americano no se ha detenido todavía.
Es en Venezuela, con la revolución bolivariana, donde poco a poco está siendo frenado ese insaciable apetito por la vulneración y por eso, aún estamos viendo esos estertores de la burguesía, que se manifiestan en el trabajo que hacen sus empleados, corriendo de un organismo a otro intentando desprestigiar a su propio país.
Decimos intentando, porque hasta allí llegan ellos. Nunca logran tener el apoyo de los elementos honestos (¡que existen!), aunque gastan un dineral que la gente piensa de donde lo sacan, aunque ellos no lo digan. La gran diferencia entre la mayoría de la sociedad venezolana y la minúscula minoría acumuladora de dinero es lo que llaman el sentido solidario.
Para los opositores al gobierno de la revolución bolivariana, no existe, en absoluto, la solidaridad ya que la única que ellos conocen es la del reparto de dinero, de la comisión, de los intereses y el acomodo y eso es lo que significa Fedefársara, ese presunto órgano empresarial. No lo vemos de otra forma.
¿Qué va a hacer, entonces fedefársara? ¿Seguir invirtiendo, perdón, no es así, seguir extendiendo la mano para recibir y conspirar, ahora que la mayoría que apuesta a la revolución bolivariana continúa creciendo? Si no lo creen, los latinoamericanos, los herederos de nuestros libertadores, ya no son lo mismo de antes. En realidad somos otros y ante eso, el costo de la conspiración les sale altamente caro. La conciencia y el crear haciendo aumentan cada día más y eso, se está viendo en cada lugar de cada región de Venezuela.
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