No existe plan infalible, toda estrategia corre el riesgo de fracasar: eso lo sabe cualquiera. A mayor improvisación mayores posibilidades de equivocación: eso también lo sabe cualquiera.
LAS TRES “R” despertaron el interés de un gran número de venezolanos, lamentablemente lo que parecía ser una idea bien cimentada terminó revelándose como una pegajosa y hueca frase publicitaria: cero objetivos, ningún instrumento de medición, gelatinosos lapsos de tiempo, nebulosos procedimientos, etc.
La aplicación de LAS TRES “R” ni siquiera fracasó, peor que eso: no existió. Quizás caímos por inocentes. Ahora reina un gran silencio sobre ese tema: nadie asume la responsabilidad y nadie ofrece una explicación. Las consecuencias están a la vista: hay una fuerte y comprensible dosis de escepticismo en el ambiente y, además, mucha gente comienza a sospechar que el Gobierno Bolivariano no diseña Políticas Públicas sino slogans, ocurrencias, corazonadas, tips, consignas y efectos especiales.
Dijo Bolívar: “El talento sin probidad es un azote”, y podríamos agregar: el talento sin organización también es un azote. La falta de planificación es una enfermedad social que puede ser mortal, y ojo: no se cura con propaganda oficial ni con el carisma de un líder.
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