Un fantasma recorre al mundo desde el inicio mismo de la explotación del hombre por el hombre, es el fantasma de la humanidad rebelde que se resiste a la esclavitud que brotó con la propiedad nosocial de los medios de producción.
Este espíritu rebelde se encarna en Don Quijote cuando enfrenta gigantes injustos, inspiró al Libertador en el Paso de los Andes, y lo reconfortó en los momentos tristes de la traición, fue guía para Zamora, aliciente de Fabricio y Américo Silva.
Este espíritu, este fantasma rebelde tiene en el Asalto al Cuartel Moncada una de sus más excelsas manifestaciones. Esa acción iluminó de rebeldía al mundo, y marcó el inicio de la construcción de sólida esperanza que soportó la caída del sueño soviético.
Esa madrugada del 26 de julio un grupo de corazones jóvenes ofrenda su vida en una acción heroica, que más que militar era un ritual de entrega a la causa de la vida, una oración por la humanidad, un canto a la dignidad, al decoro perdido en el jolgorio del facilismo y la sumisión.
Con esa acción sentaron doctrina revolucionaria: el espíritu prevalece sobre lo material. Después el Granma cruzó el mar con su cargamento de Comandantes y su estrategia triunfante. Luego la Sierra Maestra, sus campesinos, sintieron el aire fresco de la buena nueva que anunciaba que era posible la felicidad. Y aquella gesta se convirtió en solidaridad, en médicos, y también en combatientes internacionalistas. Desde entonces el 26 dejó de ser una fecha, para convertirse en monumento de humanidad.
El 4 de febrero regresó el espíritu que liberó medio continente, esa madrugada el cielo de la Patria fue cruzado por un rayo que anunciaba la presencia entre nosotros de los fuegos que impulsaron la audacia de 1810, la Campaña Admirable, el Paso de Los Andes.
Fue el inicio de la hermosa aventura de romper con la calma, de nacer desde el fondo de nosotros mismos, de ser otros fundando otros mundos felices. Muchos se quedaron, no oyeron el llamado que hace la historia, no comprendieron, no supieron leer la realidad, no fueron tocados por el espíritu rebelde.
Hoy el tiempo de la especie se agota y la esperanza se aleja, el planeta se sumerge en crisis terminal: o cambiamos radicalmente, o la vida se extingue aplastada, ahogada por nuestra inconciencia criminal.
La única oportunidad de la especie está en el espíritu rebelde, el esfuerzo de milenios de luchas, de resistencia, no puede haber sido en vano. No podemos caer en la terrible tentación de acomodarnos a la lógica capitalista, satisfacer necesidades artificiales, dejarnos encandilar con el consumismo fatuo.
La batalla por la vida requiere la audacia de condenar el oropel de los atesoradores de fruslerías. La humanidad debe volver a las satisfacciones espirituales. Sólo la fraternidad, el amor, tienen sentido. Ese es el reto del 26 y del 4: darle concreción al mundo rebelde, hacer que el espíritu triunfe.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!
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