El Espejo

Las palabras y los hechos

El tema surge con motivo de la entrevista que le hiciera a un analista político un diario caracterizado por colocar cualquier información al servicio de su obsesión oposicionista --por no decir al borde de la subversión. La tendencia es a que, de alguna manera, trascienda la idea de que el gobierno de Chávez, constitucional y democrático --condición que ese medio le niega de plano, al igual de un sector involucrado en numerosos intentos por acabar con el Estado de derecho en Venezuela--, no lo es y que, por consiguiente, es legítimo salir de él por cualquier vía. Pacífica o no.

Para eso es indispensable divulgar que Chávez perdió su liderazgo, que su popularidad anda por el suelo y el Gobierno está, prácticamente, de a toque. Esta versión catastrofista, producto del más rabioso y descontextualizado voluntarismo, sirve para alentar el ánimo de una oposición cada día más aletargada y disminuida en los sectores populares. A falta de verdadero trabajo de calle, de actividad de masas, de movilizaciones y contacto directo con el electorado, de proyectos a presentar en la futura AN, el recurso del sector para promover su política es la siembra de ilusiones. Vender una supuesta recuperación, un crecimiento en las encuestas a base de compromisos con empresas del ramo, insuficiente para garantizar el éxito en un evento donde lo que cuenta es el mensaje, la organización y el liderazgo real en el seno de la comunidad.

Para apuntalar la tesis de que el adversario, o sea, el chavismo está liquidado, se apela a argumentos banales que, no obstante, conviene analizar por la intención que tienen. Es así como el entrevistado, ante la pregunta de cómo explicar que Chávez siga teniendo apoyo, responde que hasta el 22 de enero de 1958 en Venezuela había muchísimos perejimenistas, y cuando el dictador voló rumbo al exilio no quedaba ni uno.

Ejemplo éste, por cierto, que ofende la capacidad de razonar del venezolano. Más adelante insiste en algo que la oposición repite sin fundamento: que parte del país está atemorizada, pero que en lo fundamental se prepara para la transición (?). Y de seguida sentencia que cuando se vea la posibilidad de cambio, inexorablemente se producirá un viraje en el sector que ahora apoya a Chávez.

Para fundamentar este punto de vista el expositor recurre al 11A y afirma que la oficialidad se puso a la orden de los mandos que desobedecieron a Chávez, y que lo mismo pasó con un sector importante de la Asamblea Nacional que buscó negociar con los factores que tenían el control de la situación. Planteamiento con el cual se pretende demostrar que en política no hay lealtades.

Pero el cuento no es así. La confusión que inicialmente se produjo el 11A en la Fuerza Armada fue superada en pocas horas y garantizó la fulminante reacción que acabo con el gobierno montado por Fedecámaras, la cúpula eclesiástica, partidos puntofijistas y los eternos aventureros que se acercan al poder en momentos de indefinición. En cuanto a los miembros de la Asamblea Nacional, no hubo vacilación alguna. La especie de que un sector mostró disposición a entenderse con los golpistas es simplemente falsa.

¿QUÉ se pretende con semejantes interpretaciones? Trabajar la hipótesis de que si Chávez es derrotado electoralmente, o mediante un golpe, se producirá la desbandada del chavismo. Que éste no soporta derrotas electorales, cuando lo cierto es que ha demostrado lo contrario, como ocurrió el 2D y en comicios para elegir gobernadores y alcaldes. Y algo aún más temerario: que ante la eventualidad de un golpe el chavismo se esfumaría como ocurrió, por ejemplo, con los adecos el 24N de 1948, o el 12A de 2002 por la noche, cuando se produjo la reacción de la oficialidad leal a Chávez y el pueblo se lanzó a las calles para reponer al Presidente.

¿Qué pasó entonces con la oposición que participó en la marcha que desencadenó la asonada? Que desapareció como por arte de magia, al igual que los mandos castrenses traidores. La cosa, como se puede ver, no es fácil. Quienes intenten aventuras tienen que estar conscientes de que hay un pueblo y una Fuerza Armada dispuestos a defender la Constitución, el Estado de derecho y la soberanía nacional. Que los aprendices de brujos lo tomen en cuenta. Que no se hagan ilusiones de que la restauración está a la vuelta de la esquina.


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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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