¿Quién, quien se atreve en la sociedad venezolana a decir que todos los gobiernos de la IV república han hecho algo por la mayoría de la población como ha sucedido con la revolución bolivariana?
Ninguno tiene la capacidad para decirlo, porque sencillamente, los líderes de los gobiernos de la democracia representativa solo sirvieron para amedrentar, lastimar y eliminar a los que no pensaran como ellos y, por otro lado, a adueñarse de los dineros de la Nación que nunca le pertenecieron.
Y el problema de esa gente, que se acostumbró a vivir como millonarios, a viajar constantemente a EE.UU. y Europa, es que no quieren entender que ellos no son los amos de Venezuela, que la gente ha adquirido conciencia y que los habitantes de este país son ciudadanas y ciudadanos, que no son esclavos y que así como tienen sus deberes, también tienen derechos.
Esta sociedad de partidos que gobernó a Venezuela en el pasado, terriblemente corrupta, se consideran los herederos de una geografía que es de la mayoría de la población.
La vida de comediantes que llevaron durante 4 décadas y más han querido prolongarla y por eso, con la única faz que tienen, la de farsantes profesionales, dicen y se desdicen en su solo afán de ir por el dinero y el poder y no les importa –ni a los adecos ni copeyanos y demás tránsfugas- lo que tienen que hacer a los fines de alcanzar sus objetivos.
Para la oposición, si tiene que morir gente que muera, pues para ellos lo que importa es retornar al poder y eliminar a todos sus seguidores y a todo lo que ha hecho la revolución. No les importa si la gente aprende o no; si la gente estudia o no; si la gente se identifica con su historia o no.
Parte el alma ver como estos farsantes engañan a sus semejantes, tales como aquellos que han armado proyectos de viviendas, las han ofertado y luego huyen del país con el dinero de las trabajadoras y trabajadores que, han ahorrado e invertido su dinero en la compra en planos de sus apartamentos, para encontrarse luego, que los constructores los han estafado.
Estos farsantes viven libres, con el dinero de miles de venezolanas y venezolanos y se han desprendido del resto de la ciudadanía.
Hoy, más que nunca, es indispensable, si se quiere vital, que las leyes que permiten la sanción a quienes delinquen sean totalmente reformadas. Venezuela necesita leyes muy duras para enfrentar a los delincuentes, de cualquier categoría.
Podrán decir que la revolución bolivariana es demasiado humanística y perdona cualquier cosa, pero ya es demasiada la burla que padece la ciudadanía por las agresiones de quienes delinquen.
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