A pocos
días de las elecciones del 26S, estamos en el cruce del Rubicón, ese punto en el
cual “jacta jalea est”, la suerte está echada. Hemos llegado al punto sin
retorno en el cual o se alcanzan los objetivos o nos perdemos. El pueblo
organizado y consciente tiene que desmontar los mecanismos de la dependencia y
la dominación. No basta ya enunciar el fenómeno de la opresión sino que esta
debe destruirse. Liberarse no sólo para denunciar la opresión sino para
desmontarla es el objetivo estratégico fundamental. Es preciso romper con la red
de dependencias y todas sus categorías subyacentes.
Esta ruptura no será
posible sin conflictos. El poder histórico constituido no cederá sus privilegios
sin brindar una dura resistencia. El conflicto tomará cuerpo en la medida en que
se desenmascare el tinglado ideológico sostén del poder opresor. Analizar estos
mecanismos hasta lograr que se revelen a sí mismos en toda su monstruosidad es
una labor imprescindible del pueblo organizado y sus cuadros dirigentes. Sólo
mediante una correcta categorización de las estructuras opresivas podrá marchar
el pueblo hacia una praxis liberadora.
Una praxis liberadora que comience
por la adhesión de corazón a nuevos valores éticos, una conversión profunda a la
libertad, a la igualdad y al amor
verdadero entre los seres humanos que impida el retorno a las costumbres
desplazadas. La conformación de una sociedad –comunal- cualitativamente
diferente, en la cual ninguno de sus miembros sea objeto de servidumbre y
ninguno se atreva siquiera a proponer el más leve señorío. Nadie es señor de
nadie porque no se toleraría el señorío entre iguales. Esto es en última
instancia la formación de un hombre nuevo.
Lo específico de esta etapa
será el mantenimiento a todo trance de la libertad conquistada. Las elecciones
del 26 de septiembre son sólo un nuevo desafío. Admitir nuevos señoríos
significará retornar a la opresión, a la esclavitud y a la dependencia. Mantener
la comunidad en guardia ante las amenazas a su soberanía es tarea de todos. Una
vez vencido el poder opresor del entorno es primordial impedir que nuevas formas
de opresión surjan al interior de la comuna. Aún cuando la naturaleza humana,
herida de egoísmo por la cultura heredada hará que permanentemente surjan los
brotes de esta mala hierba en medio del buen grano de la comuna, la tensión
vital del grupo deberá y podrá impedir su crecimiento.
El socialismo
comunal que perseguimos es una tarea que debe realizarse a través del proceso
penoso del autodominio. Desterrar la voluntad de poder y dominio de nadie sobre
el pueblo y de nadie entre el mismo pueblo es la gran tarea que demanda la
construcción de un verdadero socialismo.
Venezuela es hoy un lugar
privilegiado para la acción y la reflexión, lo que constituye un hermoso
desafío. Nuestra tarea consiste ahora mismo en descubrir los pasos concretos que
nos conduzca a la materialización de la ansiada utopía. Una Venezuela con una
sola clase social: la del venezolano y la venezolana. Una Venezuela con una sola
raza: la humana. Una Venezuela en armonía con la naturaleza. Esa Venezuela es
posible, más aún, es necesaria para salvar –con su ejemplo- a la humanidad y al
planeta en su conjunto. El futuro nos pertenece… ¡hagámoslo posible!
¡TODOS A VOTAR POR EL SOCIALISMO!
¡TODOS A VOTAR POR NUESTRA LIBERTAD!
¡EL 26 DE SEPTIEMBRE, UNA VEZ MÁS, VENCEREMOS!