El próximo domingo 26 de septiembre tendrá lugar un evento que marcará en lo sucesivo, el devenir de político, económico y social en nuestro país, cuando menos, en las próximas dos décadas.
Se trata pues, nada más y nada menos, que decidir entre el avance y profundización de los cambios que impulsa el proceso revolucionario bolivariano, rumbo al socialismo, o abrir espacios, para que quienes, en el pasado reciente, desestimando la legitimidad del foro político nacional por excelencia como es la Asamblea Nacional, abandonaron los comicios electorales del 2005, y que desde entonces, a través de diversos mecanismos, continúan aplicando el guión del golpe del 2002, jugando a la desestabilización, a través del saboteo, la desinformación y el uso de todo cuanto le sirva para tales fines, contando para ello con el financiamiento del departamento de estado norteamericano, vuelvan nuevamente a utilizar los escaños del poder legislativo para torpedear las iniciativas que desde allí se vienen adelantando, para además, poner a rodar el plan ejecutado en 2009 en Honduras, que derrocó al presidente constitucional de ese país, José Manuel Zelaya.
Debemos recordar, que fueron las cuarenta y dos leyes aprobadas por vía de la habilitante, las que desencadenaron las acciones que pusieron en peligro la vida del Presidente Chávez en 2002, y que ahora más que nunca, estos sectores apátridas reconocen como posible, la agenda que desde la propia Asamblea Nacional puedan ellos adelantar, para dar al traste y promover la derogatoria de buena parte de las leyes aprobadas por los legisladores revolucionarios que actualmente ocupan la mayoría de esos curules, tal es el caso por ejemplo, del conjunto de leyes aprobadas recientemente en primera discusión, como la Ley de Comunas, la Ley Orgánica de Contraloría Social, la Ley Orgánica de Participación y Poder Popular y la Ley Orgánica para el Fomento y Desarrollo de la Economía comunal.
El 26-S se pone en juego la continuidad de la gestión legislativa que le garantice el imprescindible piso jurídico al proceso bolivariano, para entonces continuar avanzando hacia la construcción de espacios cada vez más dignos y hermosos a favor de las grandes mayorías, que privilegien la educación, la cultura y el trabajo como elementos liberadores e inherentes a la condición humana.
El otro camino señala el retroceso, la entrega y la recolonización por parte del poder imperial, y la voraz reproducción de las nefastas prácticas de exclusión y discriminación que han caracterizado el accionar del modelo político y social que estos factores oposicionistas representan, y contra el cual venimos combatiendo rodilla en tierra, desde todas las instancias, ya que aún permanece enquistado en muchos ámbitos de la vida institucional y nuestro diario acontecer, pero que sin lugar a dudas, venceremos.
Campaña admirable…, Victoria necesaria.
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