Una reiteración necesaria

Las tres erres desde nuestra óptica

A comienzos del 2008, luego de que el presidente llamara a los revolucionarios a revisar, rectificar y relanzar las actuaciones del gobierno de forma integral, así como las estructuras de gestión social que le son parte esencial y protagónica de su proyecto de país en ruta hacia el socialismo, en respuesta necesaria frente a los resultados desfavorables del evento electoral por la reforma constitucional (02/12/07), dijimos que pareciera sencillo, a simple vista, precisar la agenda de prioridades que ese llamado demandaba, en la seguridad de que, efectivamente, ese proceso de las 3 Erres iba a ser acatado y que sus resultados, con bastante certeza, revertirían aquellos descontentos  y/o confusiones en que se debatían algunos cuantos compatriotas que no votaron en favor de la reforma y aquellos otros que optaron por no concurrir a las urnas.

Pasados ya casi tres años de aquel llamado, sin que hubiésemos sentido, ni siquiera  los mínimos efectos de la aplicación de las 3 Erres, de nuevo el presidente lo reactiva,  exigiendo potenciarlas al cuadrado, así como velar porque tan importantes instrumentos para retomar los rumbos estratégicos correctos sean el acicate y el acimut en este momento histórico trascendente.

Entonces nos hacíamos estas interrogantes que creemos necesario repetirlas: ¿Cómo comenzar la tarea? ¿Qué vamos a revisar y cómo debemos hacerlo? ¿Se darán las pautas mínimas necesarias para la aplicación de ese proceso? ¿Se dictarán las líneas estratégicas para abordar las debidas soluciones a todo aquello que sea detectado como erróneamente realizado? ¿Quién y qué herramientas se habrán de utilizar para fiscalizar que en cada estamento del gobierno haya la disposición a acatar y desarrollar esa agenda dispuesta por el líder? ¿Habrá, acaso, una instancia del más alto nivel que fiscalice y evalúe resultados de la aplicación de se proceso? ¿La Contraloría General de la República será invitada para que haga suya esta agenda, por ejemplo, en aquello que tenga que ver con el transparente manejo de fondos y bienes públicos, básicamente en la verificación de la justeza y razonabilidad de los costos de las contrataciones públicas?

No estamos muy seguros que por motu propio se logren avances significativos en las distintas dependencias gubernamentales con este desafío que una vez más ha lanzado el presidente, como excelente medida de previsión que revierta posiciones de una buena parte del chavismo molesto y descontento por acciones o inacciones del gobierno que,  por segunda vez, no atendió a su llamado de acudir y votar para que la revolución lograra los dos tercios en la Asamblea.

¡Ojo¡ La aplicación de las 3 Erres exige un riguroso monitoreo si queremos que tal proceso de autocrítico y de empuje necesario, avance con éxito.

Ningún jerarca dirá que hizo mal tal gestión y menos que, por ejemplo, malversó o “distrajo” fondos públicos. Jamás confesará que en su despacho se hizo una práctica común fraccionar contratos de obras y servicios para evadir el requisito de las licitaciones y permitir así la asignación de obras a precios escandalosamente altos o que se utilizó la “mordida” para acordar ejecuciones de obras con terceros o que, simplemente, recibió obsequios costosos, como: mansiones  o camionetas del mayor lujo. Ninguno dirá que utilizó viáticos y los vehículos de su despacho para vacacionar con su familia. No se atreverá ninguno  a confesar, por ejemplo, que se auto asignó bonos especiales millonarios en connivencia con sus más cercanos colaboradores, mientras que a los profesionales y empleados de planta le negaba el aumento que reclamaban como indispensable para poder sobre vivir, violentando de esa forma los reiterados llamados que ha hecho el propio presidente Chávez de acabar para siempre con esa práctica malsana de la cuarta república. Nada dirán acerca de la pésima atención que se les prestó a los ciudadanos que intentaban resolver sus asuntos de orden personal o de familia.

Nada que los ponga en entredicho se sabrá por boca de ellos mismos, como por ejemplo, explicar la excesiva tardanza en la terminación de una obra pública esencial,  como lo es una escuela, un centro de asistencia médica o el arreglo de una calle llena de huecos, todo lo cual ha sido, precisamente, muestras evidentes de las mayores fallas del gobierno en casi todo el país.

De allí que esa agenda solamente dará los resultados que se esperan una vez se fijen los lineamientos que deberán seguirse para implementar las correspondientes revisiones, rectificaciones y relanzamientos e igualmente que se establezcan los controles y supervisiones necesarios para garantizar que nadie se libre de acatar tan loable decisión del Jefe del Estado, quien es el mayor ejemplo de entrega absoluta por la patria, sin esperar premios y menos aún “bonos especiales”, como es lo que una buena parte de la propia burocracia que hoy tenemos, ha resuelto institucionalizar en el país.

Dejar que este proceso de revisión se quede sólo en las palabras, correríamos el riesgo de enfrentar dificultades para lograr que nuestro máximo líder gane las elecciones del 2012 con la más amplia y contunde mayoría.


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Iván Oliver Rugeles (*)


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