¡Qué tal, camaradas! Siempre cargado de sueños gracias al Presidente Chávez, con todo y que a veces no compartamos asuntos de estilo.
Después de haber analizado que en casi todos los estados existen problemas por las malas condiciones de las vialidades con problemas de reparaciones de todo tipo. En los vehículos, desde los más duros y/o lujosos hasta los más frágiles y/o catanáricos, y con las consecuentes arrecheras que van desde la incómoda situación del golpe (reventones de cauchos inclusive) hasta el momento de encarar las costosas reparaciones.
Ah, y desde algunos choques por las esquivaderas hasta accidentes con heridos, y mortales. Todas incómodas situaciones que van acompañadas con sus respectivas mentadas de madres para las mamás que van desde los ministros del área hasta los gobernadores y alcaldes.
Situación que indiscutiblemente repercute en la disminución de la calidad de vida de los usuarios –casi todos– y que gravitando en nuestra cotidianidad –como lo hemos manifestado en varios artículos– hace ver que estamos ante unos gobiernos no sólo ineficientes sino descuidados y desconsiderados con todos nosotros.
Es más, aun siendo fallas de gobiernos de oposición muchos usuarios, por lo menos en los casos de carreteras, se lo achacan a la Revolución. Todo esto, como bien sabemos y lo comprobamos, se traduce en un factor más que afecta las simpatías electorales.
Claro, porque Chávez puede hacer maravillas a nivel nacional, estar tratando de sembrar conciencia nacionalista y socialista –sólo en los que lo ven y lo escuchan, y con cariño– pensando, analizando, planificando, jalando orejas de ministros y actuando con vehemencia, pero la Revolución no ha llegado a las ciudades ni a los pueblos, salvo donde Chávez ha establecido una EPS, inaugurado una planta de algo o ha intervenido una empresa especuladora.
¡De resto, nada!
Esto lo vengo reiterando: salga usted a la calle de cualquier ciudad de Anzoátegui y dígame cómo, cuándo y dónde siente la Revolución. Se lo he preguntado, como es lógico, sólo a mis camaradas de partido.
Digo de Anzoátegui porque lo palpo casi a diario, aunque me han comentado que igual ocurre en otros Estados.
Son simples gobiernos de IV que, en muchos casos, hasta son más ineficientes. No han entendido que tenemos que demostrar que un gobierno socialista, o más bien chavista -mientras seguimos el sendero al socialismo- debe ser mejor que cualquier gobierno de la oposición (sombras del pasado)
Hemos llegado a pensar que, salvo por el aspecto electorero donde se movilizan y se expresan, una gran mayoría de “líderes” de los altos cuadros regionales del PSUV lleva la Revolución en las nalgas y el Socialismo en los pies. Y que me disculpen… esas partes del cuerpo.
Ya, por ahí, me dijeron que algún “líder” había leído, o le habían leído, algún reciente artículo mío de Aporrea censurando su ineficiencia y se molestó –inicio de los caminos de retaliación. Lástima que no hayan leído montones de los anteriores donde vengo exponiendo lo mismo.
Así como lo han venido haciendo otros aporreadores a nivel nacional rogando que el Presidente lea o exija un resumen de los artículos.
Bien. Como en gran parte de mis escritos suelo exponer una crítica con una proposición, y que al igual que la de muchos no les ponen atención, la de hoy la he tocado en alguna oportunidad, y por lo mismo como no se hace nada sigue vigente.
Cuando menciono lo relativo al mal estado de las vías como una muestra de pésimos gobiernos, porque gobernar implica una atención lo más integral posible a las necesidades elementales de la población, también se manifiesta en el mal estado de muchos centros educacionales. En canchas deportivas en las barriadas y hasta en grandes estadios de beisbol y de fútbol.
Esto se traduce en… malestar colectivo, tener que estar reinvirtiendo grandes sumas en “contrataciones favorecedoras” y reinaugurando para que luego se siga completando, por años, el mismo círculo perverso de la incompetencia.
Igual ocurre con instituciones de salud. Desde los módulos de Barrio Adentro hasta hospitales centrales.
En este último renglón me permito destacar que en alguna oportunidad, hace unos años, le sugerí a un ingeniero adscrito al mantenimiento de edificaciones de salud de Anzoátegui que solicitara a los respectivos directores que le presentaran los programas de mantenimiento de cada institución hospitalaria para evaluarlas. Respuesta: no existen.
Y lo más triste, es que se acentúa porque nuestros gobernantes no quieren entrar en los conceptos revolucionarios y, por el contrario, prefieren seguir cuartarepubliqueando con las funciones del malentendido poder, el de los privilegios, la jaladera de mecate y dicen que de los negocitos.
Especialmente me refiero a que no han empoderado al pueblo que es, a mi humilde entender, de las actividades más revolucionarias.
Y es una manera de gobernar compartiendo responsabilidades, lo que hace que un(a) gobernador(a) o un(a) alcalde(sa) se desentiendan de las soluciones ya que su planificación la deciden las comunidades. Sólo hay que complementarles los apoyos técnicos.
No hay que ir a Curitiba ni a Porto Alegre (en Brasil) para conocer las bondades de delegar funciones y recursos en las comunidades organizadas.
Volviendo al mal estado de las vías y deterioro de todos es que no hay mantenimiento, mucho menos preventivo.
En los hospitales, que son espacios críticos, se dañan los ascensores, se siente un calorón por ausencia de aire acondicionado, hay baños inoperativos (letrerito: “dañado”), luminarias sin luz (desconectadas o sin bombillos), aparatos de variada índole abandonados, etc. Que además de mostrar ineficiencia trae elevados costos de mantenimiento posterior o de pérdida de equipos. Y que se traduce en… desencanto popular y enfado.
Resumiendo, no existe una “Política de Mantenimiento”. Una Política Nacional de Mantenimiento.
Y cuando menciono el título luego de temblarme la mano al escribir el nombre del líder; Lusinchi, quiero significar, lo que algún artículo sobre mantenimiento escribí, que durante su gobierno el Congreso decretó la “Ley sobre Conservación y Mantenimiento de Obras e Instalaciones Públicas”, y él le dio el cúmplase, y que está vigente.
Me permitan que resuma y destaque aspectos importantes:
Esta Ley rige la conservación y mantenimiento de las obras, edificaciones e instalaciones de la Administración Pública y de los equipos y bienes necesarios para su funcionamiento.
Se crea la Fiscalía General de Mantenimiento como una Oficina Central de la Presidencia de la República que asesorará al Ejecutivo nacional en la elaboración de una “política coherente en materia de conservación y mantenimiento de las...” Y un Fiscal General de Mantenimiento. Pudiendo establecer Fiscalías regionales o estadales.
Elaborar conjuntamente dentro de próximos 3 años un inventario general de las obras, edificaciones, instalaciones y equipos, construidos o adquiridos por cada organismo. (Hacerlo cada organismo)
Elaborar y revisar y aprobar los programas que anualmente elaborarán los organismos públicos y que los anteproyectos de presupuesto se ajusten a los programas.
Velar por el estricto cumplimiento de la Ley
Promover el desarrollo de una conciencia de conservación y mantenimiento de los bienes públicos (que hoy, en nuestro amplio sentido de participación colectiva, extenderíamos a todos los espacios territoriales)
Y todo un articulado bien completo donde mencionaré, finalmente, el 16, que menciona que serán sancionados con multas, (habrá que revisar y establecer niveles) de acuerdo con la gravedad de la falta, a los funcionarios y trabajadores de los organismos que abarca esta Ley, y que va desde su incumplimiento y contravención, pasando por el entrabamiento, faltas de supervisión y ejecución de los programas, malversación, omisión, imprudencia, deterioro de las obras, no responder oportunamente al Fiscal, etc.
Esto me trae a colación que desde hace muchos años propuse que los empleados públicos deben ser penalizados por sus errores, especialmente si son graves o molestos. Ejemplos: ingeniero se le cae un puente (mal cálculo o mala ejecución de obra) si es funcionario normalmente se lee, o se llega a saber, que fue destituido del cargo y a veces aparece en otro puesto.
Cuando debe pagar con un porcentaje de sueldo, y de por vida, una determinada cantidad proporcional al daño.
Usted cae en un hueco con su carro, y peor a pie, toma una foto, anda con su planilla de denuncia, la llena y firmada por dos testigos demanda a los funcionarios a quienes les corresponde la falta de mantenimiento. Hablamos de fiscal del sector, ingeniero de mantenimiento, ingeniero municipal, ingeniero de obras de la gobernación, director sectorial, alcalde y gobernador, etc.
A todos, y que la multa individual se les descuente directamente de la nómina y salga publicada la falta y el que se le descontó. Así como el costo de la reparación. Habrá algunos a los que les dolerá poco porque la complementarán con “un martillo”, pero que salgan en TV, para que les apene.
Ya veremos a más de un funcionario caminando calles y avenidas y contratando a cooperativas de cada sector –empoderamiento de responsabilidades y recursos– con asesoramiento técnico para que hagan mantenimiento integral: pavimentos, arborizaciones, electricidad, pinturas, etc.
Buen aspecto general de las ciudades y pueblos y “papa segura” con cobro los viernes. Ah, por supuesto más económico por ser cooperativas y menos opciones de gastos en costosos asfaltados (ni porcentajillos de regalías). Sólo tapar los huequitos, bien baratos, ¡qué tal!
Y la seguridad Social de los cooperativistas –junto a la de todos– con mi propuesta de utilizar el IVA.
Menos mal que ni Blanca Ibañez ni los otros presidentes le pararon.
Y no importa que nos copiemos, ¿no creen?
¡Patria, mantenimiento y eficiencia! ¡Venceremos!
edopasev@hotmail.com