Revolución SOS: ¿Qué Hacer?

      Así  como cuando Lenin escribió el ¿Qué Hacer? en un momento histórico en el que Rusia necesitaba organizarse para la lucha revolucionaria y la agitación política de entonces para levantar una revolución a principios del siglo XX, cien años después la historia revolucionaria se escribe en el continente americano, específicamente en Venezuela, siendo ésta la última revolución del siglo XX y la primera del siglo XXI, tal y como ya lo dijo el comandante Hugo Chávez.

      Así  como entonces, hoy se hace necesario analizar sobre la “libertad de crítica” pero yendo un poco más allá creo muy necesario recalcar sobre todo, la aceptación de la misma, entendiendo también que dicha “libertad de crítica” depende de los niveles de responsabilidad revolucionaria para garantizar la construcción, y no lo contrario, del Socialismo Bolivariano.

      Sin embargo, cuando Lenin hablaba de la “libertad de crítica” y permítanme la redundancia, se limitaba a criticar a los críticos de entonces que catalogó de oportunistas, pues quienes alzaban su voz incluso contra teorías marxistas eran los reformistas de la época que no han faltado en todo proceso revolucionario, la diferencia está en que acá en Venezuela los reformistas se encuentran en puestos claves de poder, al igual que son, en su mayoría, los mismos que llevan las riendas de nuestro partido, son quienes también alcanzaron una nueva posición económica, algunos diría yo, aunque sin pruebas, forman parte de la nueva burguesía.

      Después de las elecciones del 26 de septiembre, Chávez nos ha vuelto a llamar como militantes a la reflexión crítica y autocrítica, y en lo personal creo que es hora de poder resolver la gran incógnita de hoy, sin duda la más en boga, ¿Qué hacer?; El líder de la Revolución Bolivariana nos ha pedido volver a retomar el planteamiento de las 3R pero esta vez al cuadrado. Entrado en este panorama donde entendemos que los resultados electorales del 26 de septiembre sorprendieron a algunos, incluyendo al presidente, sabremos que la pregunta ¿Qué hacer? se presenta en un contexto muy distinto al de la Rusia de principios de siglo XX pero igualmente en un momento crucial que exige la intervención, análisis, estudio y acción inmediata para salvar la revolución.

      En Venezuela se ha dado un fenómeno que no ha sido raro en todo país que se ha propuesto o se propuso alguna vez gestar una revolución, no es más que el modo exagerado e irresponsable de críticas a nuestro gobierno por parte de los sectores de oposición tanto nacional como internacional, al punto que muchas de ellas se agotan en inventos que carecen de fundamentos solo para dañar ala imagen de la revolución desde la supuesta e imponente “opinión pública”, esto nos posiciona en un plano de guerra mediática que hemos asumido con gran astucia a pesar de que los esfuerzos nunca han sido arropadores

      Sin embargo, quiero destacar a lo interno, en el seno de nuestra organización más importante para la revolución como lo es el Partido Socialista, la crítica suele percibirse como una voz amenazante, una actitud incorrecta e incluso, irresponsable; digamos que lamentablemente el hecho de la crítica revolucionaria nos arrima estrictamente a las sendas de la “contrarrevolución”. La Dirección Nacional del Partido no se juega su dirección al Socialismo, la mayoría de sus miembros se las juegan para sí mismos y a todo aquel que suela levantarse contra estos oportunistas que han hecho de la revolución su propia fiesta, quedan aislados políticamente y cuidado si quemados por el resto de sus días.

      La crítica se ha convertido en un arte dejada a la selección minuciosa de palabras correctas para complacer y no faltar a la diplomacia, aún así no ha dejado de colarse en grandes y pequeñas reuniones y ponencias, el pueblo en general las hace sin titubear y muchas veces se las cantan a voz bravía a los dirigentes que irresponsablemente han causado hoy, un descontento popular que no ha desmejorado más porque el líder ha servido de muro de contención a pesar de que el mismo también tenga parte de la culpa.

      Por supuesto que existe la “libertad de crítica” y con ella la “libertad de riesgos” y cualquiera es libre de asumirse en ellos, lamentablemente no estamos enfrentados a dogmáticos del marxismo ni mucho menos a corrientes ideológicas, tristemente el término “tendencia” se ha tergiversado, y hoy solo personifica a algunos actores políticos que han mantenido un liderazgo a costa del clientelismo y las bondades que permite la burocracia, son los mismos grupúsculos atados al Estado Burgués que temen a la verdad y atacan a los factores revolucionarios que atentan contra sus intereses, cabe destacar, contrarios a los intereses del pueblo.

      La Venezuela de hoy se encuentra entrampada en la lógica de la democracia burguesa, que como en ninguna revolución nos amenaza en cada período electoral, la continuidad de la revolución depende de los votos y estos a su vez, dependen de la gestión que también se entrampa en el sistema burgués que no permite la concreción de los objetivos y planes revolucionarios.

      Debemos reconocer que los logros y avances políticos, económicos y sociales que hemos obtenido gracias a esta revolución en una década, no fue logrado jamás, ni en cien años, por gobierno alguno, pero también es importante destacar que bajo la lógica de la democracia burguesa, cualquier partido pudiera gobernar si así lo deciden las mayorías, y nuestro gobierno, más que un gobierno de izquierda ha sido, lamentablemente, un gobierno socialdemócrata que ha revolucionado la política de nuestro país a través de reformas y planes de atención social que, sin duda, han beneficiado a las mayorías pero no rompe con el esquema burgués que nos entrampa en el capitalismo y en sus miserias.

      La profundización de la revolución pasa primeramente por un proceso de revisión sincera, generar las contradicciones hacia el capitalismo no ha sido lo suficientemente contundente ni sugestivo como para incluso hablar tranquilamente de comunismo sin que nadie se ruborice; los trabajadores y trabajadoras no han comprendido su rol protagónico ante el desafío y la carga del tiempo histórico que se nos presenta en este momento, la masa trabajadora aún no asume su carácter de clase ni mucho menos como sujeto histórico de esta revolución y esa responsabilidad recae directamente en el liderazgo de Chávez y de su equipo que no ha hecho énfasis en esta causa que sin duda alguna definiría la revolución.

      La socialdemocracia venezolana, aunque públicamente aparentan querer transitar hacia el Socialismo, a lo interno pareciera negarse a ello a través de sus acciones que retardan el proceso y lo han puesto a marchar a paso de tortuga, a diferencia de otras revoluciones la nuestra carece de elementos científicos y teóricos propios de los nuevos tiempos y de nuestra realidad, aunque no se puede negar que existen buenos artículos que van y vienen pero que no nadie rescata para su publicación.

        “Estamos rodeados de enemigos por todas partes y tenemos que marchar casi siempre bajo su fuego. Nos hemos unido en virtud de una decisión adoptada con toda libertad, precisamente para luchar contra los enemigos y no caer, dando un traspiés con la contigua charca, cuyos moradores nos reprochan desde el primer momento, el habernos separados en un grupo independiente y elegido el camino de la lucha y no el de la conciliación”

      Estas son palabras de Lenin, y hoy están tan vigentes como hace cien años, estamos rodeados de enemigos, pero a diferencia de entonces, hace falta unirnos en virtud de la decisión de luchar por el Socialismo sin conciliar, ni con la vieja burguesía, ni con la nueva burguesía que se esconde tras la espalda de la revolución, mucho menos con los reformistas que le siguen el juego a cambio de una cuota de poder. Nunca faltará  quienes reclamen pruebas aunque sea evidente lo evidente, sin embargo, quizás al pueblo siempre le falte evidencias, pero nunca sabiduría.

      Después de las elecciones del 26 de septiembre algunos han visto más de cerca las fallas de la revolución, otros solo ven amenazados sus intereses ante una posible derrota en el 2012, otros nos preocupamos grandemente por generar una nueva fuerza que devenga como en el 99, del despertar de las masas y principalmente, como ya lo mencioné, de la clase obrera de la nación.

      El triunfo de las elecciones legislativas es un triunfo incompleto pero con esperanzas, nos ha plasmado un esbozo que podría perfilar lo que pudiera ser el fin del proyecto bolivariano en el próximo 2012. Ciertamente obtuvimos la mayoría parlamentaria, pero después de haber tenido casi la totalidad del parlamento durante cinco años, no podemos sino lamentar la deficiencia que éste tuvo a pesar de la ausencia de la oposición, faltó presión por parte de los sectores sociales y políticos de la revolución, la oportunidad de oro se ahogó en la lógica burguesa y el clima de confianza en demasía contribuyó poco a la transformación del Estado, se pudo haber conquistado a la clase obrera casi en su totalidad con leyes nuevas que contribuyeran a la transformación de la realidad, lo que pudimos apreciar una vez más es que la genialidad del líder nos demostró que además de presidente fue un gran diputado, pues considero legisló más y mejor que muchos compañeros e inclusive camaradas de la recordada Asamblea Nacional “Roja Rojita”.

      A un mes de la victoria a la cual muchos se quieren aferrar para eclipsar nuestras fallas, me permito el análisis sin ánimos de perjudicar al proceso, acato la orden de nuestro comandante sumándome a la crítica y autocrítica constante porque la formación marxista me ha enseñado lo que no aprendí en la escuela católica de mi infancia: las transformaciones y los cambios no se le remiten a dios sino que por el contrario, dependen de cada uno de nosotros, los seres humanos que le dedicamos la vida a la revolución, es un proceso dialéctico sin divinidades ni deidades.

      A pesar de algunas medidas tomadas contra la burguesía en beneficio de las y los trabajadores la negociación ha sido parte de la diplomacia que se ha constituido en un pañito de agua fría para solventar los ánimos de la burguesía que no la detiene ni detendrá su artillería feroz contra la revolución.

      Hay que destacar varias cosas a realizar para asegurar el éxito de la revolución bolivariana, según las perspectivas y apreciaciones que regularmente se recogen en las discusiones y debates que suelen darse en medio de toda la dinámica que nos permite la política.

     Primeramente, nuestro pueblo tiene necesidades que hay que atacar, lamentablemente recibimos a un país que no tuvo ningún tipo de planificación o muy poca y hoy sigue careciendo de ella en cierto sectores que atañen a la sociedad, las misiones han logrado mantener una política de inclusión y atención social pero ellas no solucionan los problemas de la vivienda, empleo digno, transporte, salud, vialidad, solo por nombrar algunos, y para ello coloco tres ejemplos fundamentales: primero creo pertinente mencionar que en una década de gobierno no existió una política habitacional “revolucionaria” que atendiera la alta demanda que existe como consecuencia del continuo crecimiento de la población, lo que a su vez nos condujo al encarecimiento exagerado de las viviendas y por supuesto al crecimiento especulativo del costo de los alquileres de las mismas, que a su vez nos ha dejado como resultado el nacimiento y crecimiento de barriadas como expresión de la resistencia social ante un sistema generador de grandes desigualdades. Como segundo ejemplo me atrevo a decir que a pesar de que Venezuela sea el país con mayores reservas de petróleo en el mundo, y de estar posicionados en el tercer puesto de los mayores importadores de crudo a nivel mundial nuestras calles, avenidas y autopistas siguen siendo un retrato del suelo lunar, nuestros barrios, sectores populares e incluso los sectores de las clases privilegiadas se encuentran en un estado nada alentador, aunque debo reconocer los esfuerzos que ha hecho el gobierno bolivariano, en el hecho del asfaltado y la construcción podría presumirse las artimañas que han hecho, no para cubrir necesidades sino para mantener in crecento sus negocios, por tanto concluyo diciendo que es obligatorio ocuparnos de los problemas del pueblo.

     En segundo lugar está el hecho de que nuestra revolución ha mantenido en su naturaleza el auge y la exaltación del líder contra la cual sería casi un pecado oponerse, pues se ha incrementado la devoción y el fervor hacia él y muchos añoran tener tal nivel de liderazgo cayendo también en el exaltamiento de sus propia figuras, pero mientras se gastan miles y miles de bolívares en catapultar un liderazgo meramente mediático que además no es liderazgo nada ya que la gente en cualquier elección sigue votando por lealtad a Chávez y no porque los candidatos del partido lo merezcan o se lo hayan ganado, poco se ha hecho para presentarle al pueblo la dicha de vivir en Socialismo, nadie se preocupa realmente por mostrarle a nuestra gente cómo sería una vida socialista, sus beneficios y el por qué es tan importante luchar por ello, por el contrario se les confunde mostrándole una realidad inexistente contenida en la frase “Hecho en Socialismo”; si bien es cierto que hoy existe mucha más confianza en dicho término, también es cierto que la mayoría de nuestro pueblo no tiene claridad exacta de lo que realmente trata, hay que fomentar la formación de la masa trabajadora y con ello estaremos reforzando conciencias y blindando a la revolución.

     En tercer lugar quiero referirme a la construcción del partido revolucionario, y en este tema quiero resaltar varias acciones que creo importante considerar:

  1. Debemos procurar cuanto antes conformar una corriente de izquierda revolucionaria, marxista-leninista que logre ganarse la confianza de nuestro pueblo pero también de nuestro comandante y líder indiscutible de la revolución Hugo Chávez:

     Una de las estimaciones más intensas que se escucha en las bases del partido y prácticamente en la generalidad del pueblo es que confían en Chávez pero no en quienes les rodean, y eso pasa por entender que el pueblo es sabio, y la sabiduría popular es intuitiva pero además ha sido más que testigo de la historia protagonista de la misma, y sabe que los intereses de algunos miembros del partido y del alto gobierno se imponen a la hora de definir el transito hacia el Socialismo, el pueblo sabe que hay quienes prefieren provocar un estancamiento, resolver con demagogia o cuanto más arriesgado recurrir a reformas que puedan contener posibles estallidos que pudieran perjudicar su estatus y gloria.

     No pretendo decir que la totalidad de los actores políticos que rodean al presidente sean así, sería una total irresponsabilidad, pero sabemos que hay quienes juegan a cegar a Chávez mostrándole una realidad distinta, aunque afortunadamente nuestro líder ha interpretado al pueblo sabiamente pero su voz se queda sola ante la ineptitud, incompetencia y/o indiferencia de los suyos.

     Hoy sabemos y reconocemos que el líder indiscutible de la revolución se llama Hugo Rafael Chávez Frías, pero también sabemos que tiene a un puñado de reformistas y socialdemócratas que no se formaron sino que se deformaron ante el poder que ofrece el sistema imperante basado en las mieles del capital, nosotros estamos determinados a acompañar, apoyar y defender a Hugo Chávez para construir el transito al Socialismo, pero acaso… ¿nuestro líder estará dispuesto a definir la historia con otro equipo de cuadros bien formados, revolucionarios comprometidos con los pueblos del mundo y su liberación del capitalismo salvaje sin conocerlos? Yo no lo creo, todos sabemos que hace falta un equipo sincero y disciplinado pero arriesgado a asumir la lucha contra un mounstro feroz llamado imperialismo y contra sus lacayos burgueses defensores de su estatus explotador, y para ello es necesario la constitución de una corriente que se fortalezca y crezca desde las bases, que se constituya en nuevos liderazgos y esperanzas para nuestro pueblo, sumisos al Poder Popular, reparadores de conciencias que mantengan su constancia en la formación y construcción de teorías y prácticas revolucionarias colectivas, solo así mereceríamos la confianza del pueblo y de nuestro líder.

     Esta corriente debe lograr alcanzar los escaños más altos del partido y de la revolución tomando como premisa fundamental las palabras de Lassalle a Marx: “el partido se fortalece depurándose”. Pero quiero ser bien enfático en esto, nuestros cuadros deben comprender que nuestra función es transferirle el poder al pueblo, concienciarlo para que asuma su condición de clase y por tanto el Poder Popular, crear comunas autogestionarias, socializar los medios de producción, infiltrarse en la superestructura y destruir al Estado Burgués.

  1. Nuestro partido debe ser dirigido mayormente por cuadros revolucionarios que no se encuentren en ejercicio de funciones públicas:

     Con esto podríamos lograr tener un partido que pudiera llamar a capítulo a nuestros cuadros en función pública y evitaríamos el “pagar y darse el vuelto” que ha imperado hasta ahora. Carecemos de un partido que dicte lineamientos que permita dirigir un solo programa o propuesta política que no pueda ser afectada por los cambios que pudiera darse en alguna institución o ministerio como por ejemplo los cambios de ministros. Cada cambio de ministro implica el estancamiento y olvido de las políticas del otro. De hecho, el partido pudiera designar misiones a sus cuadros y cubrir las necesidades básicas de los mismos para el cumplimiento de dichas tareas a favor del fortalecimiento de la revolución.

  1. Control y seguimiento de la Gestión Gubernamental:

     El control y seguimiento de la gestión de gobierno es una tarea que también debe asumir el partido, sin embargo, creo que difícilmente en la actualidad, nuestra máxima organización pudiese asumirla, su inviabilidad está marcada precisamente porque la Dirección Nacional en su mayoría se mantiene en puestos claves de poder, pero una vez que la corriente haya tomado las riendas del partido ésta podría asumir dicha tarea con la responsabilidad y la ética revolucionaria que le merece.

     Es importante destacar que es necesario hacer una contraloría a la gestión de nuestros camaradas y cuando menos, compañeros de lucha. Pero sinceramente ¿quiénes estarían a cargo de hacerle control y seguimiento a la gestión gubernamental?, si fuese hoy probablemente los mismos de siempre, esos mismos en quienes la gente desconfía pero que siguen muy cerca de nuestro líder y gozan de su confianza. Nosotros sabemos los males que aquejan a la revolución, alcaldes y gobernadores que también han contribuido a la desunión y se han conformado en parcelas de poder local, en pocas palabras, lo que dije antes cabe perfectamente en esta descripción, se conformaron en “tendencias personalistas” avaladas por los intereses individuales de sus seguidores; misiones sociales que no cumplen cabalmente con su rol y han desmejorado con el paso del tiempo, planes de gobierno que se han olvidado, organizaciones que dejaron de funcionar o nunca funcionaron como por ejemplo los consejos de pescadores o la realidad en la que se encuentra inmersa los fundos zamoranos, eso sin contra con la progresiva desaparición de la Misión Cultura en su ámbito académico de educación popular liberadora.

     Son muchas las cosas a las que hay que someter a revisión, eso implicaría tener una ética revolucionaria inquebrantable y como diría Chávez alguna vez “los nervios de acero”, hombres y mujeres que asuman esta el compromiso con la firmeza que esta requiere, con la conciencia limpia.

  1. Nuestra revolución debe mantener su carácter internacionalista y el Partido también:

     A nivel de gobierno nuestra política exterior está basada en intercambios comerciales y transferencia de tecnología, lo cual es muy beneficioso para nuestro pueblo, además dinamiza las relaciones internacionales al punto de impulsar y promover un “mundo multipolar”. Sin embargo, como partido revolucionario pudiésemos asumir tareas internacionalistas, debemos procurar sembrar semillas en las conciencias de los trabajadores del mundo y sería un buen comienzo en nuestro continente. Es sumamente urgente que nuestro partido pueda contribuir a la organización popular de los pueblos que bajo una nueva conciencia social obligue a constituir un nuevo orden mundial enmarcado en el Socialismo, si no logramos exterminar la lógica del capital será imposible constituir un Socialismo puro y soberano en nuestro país.

     Entendemos que la construcción del partido revolucionario no es una tarea fácil, requiere de tiempo pero sabemos bien que radica en la organización y la mística.

     En tercer lugar debemos cambiar la dinámica financiera imperante, los bancos deben beneficiar al sector obrero alejándose de las políticas implementadas por los bancos capitalistas, en el campo industrial y productivo los niveles deben incrementarse pero bajo la lógica de un Estado Socialista, eso implica acabar con la explotación, socializar los medios de producción que no le permita sitio ni espacio a la propiedad privada, solo por destacar algunas cosas.

     En cuarto lugar, hay que estar determinados a acabar con el burocratismo, la ineptitud, la incompetencia, y lograr trascender de la precaria estampa del funcionario público a una nueva figura de militancia revolucionaria, entendiendo que el trabajo no debe limitarse a un contrato ni a un horario, cada puesto de trabajo en el sector público merece cuadros revolucionarios hasta en el más sencillo de los cargos pero ojo, no debemos olvidarnos de las necesidades de los mismos.

     Quinto, necesitamos urgentemente transformar el sistema educativo por completo y en todos sus niveles, solo un sistema de educación extraordinario, que salga de los límites que nos impone el sistema actual, nos garantizará conciencias revolucionarias, es necesario implantar una propuesta que eleve a la educación a niveles liberadores que impliquen “una comprensión crítica de la realidad” tal y como lo planteó Paulo Freire, la educación debe promover la creación de ideas, es necesaria una nueva pedagogía que no sea obligada sino que permita acceder al conocimiento libre sin imposiciones que limiten el aprendizaje, el país necesita estudiantes y profesionales comprometidos con sus comunidades, que trabajen en base de la solución de los problemas fundamentales de su realidad y no en las soluciones que necesita el mercado del capital.

      Por último es muy justo y necesario que como revolucionarios nos armemos de valor para enfrentar todo lo que se nos viene, seguimos bajo la incertidumbre de una nueva jugada imperial, la derecha sigue regocijándose en lo que para ellos significa una victoria que superó sus propias expectativas, nuestros reformistas aún juegan a cuidar su cuota de poder y siguen limitándose a acariciar el proyecto socialista pero no lo terminan de asumir porque como dije, son reformistas; la quinta columna también hace de las suyas, tenemos al enemigo a bordo y muchos insisten en seguir inculcándole al pueblo que dicha “columna” son los ya conocidos lacayos del imperio cuando sabemos que son los “falsos camaradas” que están infiltrados en nuestras filas e instituciones y aún no terminamos de reconocerlos, este tema también nos revela que a nivel comunicacional hay mentes perversas pero astutas que buscan confundir al pueblo, no solo con el mensaje errado de la “quinta columna” sino que también con mensajes como: “Hecho en Socialismo”, no se hace esfuerzo alguno para crear una nueva conciencia que podríamos llamar “socialista” sino que los esfuerzos son meramente coyunturales, empeñados en resaltar algunos logros en materia de gestión y a reforzar la figura del líder.

      Culmino con una frase que escribió nuestro camarada Vladimir Lenin en 1917 en Petrogrado:

“…es más agradable y provechoso vivir la “experiencia de la revolución” que escribir acerca de ella” 

edwin.bachi.velasquez@gmail.com



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