Una huelga de hambre tiene siempre el sabor de una acción individual y desesperada que chantajea con la vida la misericordia de un enemigo terco e incapaz de diálogo. Es al mismo tiempo una típica acción donde el poder es presionado desde la libertad humana sin más, donde ella se sitúa en el punto del abismo existencial ante la muerte que ya Sartre situó como el más alto testimonio de la libertad humana. Pero no toda huelga de hambre tiene la misma fuerza en sí ni mucho menos la misma fuerza moral. Por ello hay huelgas de hambre absurdas y destinadas al fracaso, como fue el caso de Franklin Brito que terminó siendo un cuerpo a uso y desuso de una oposición que lo menos que podemos decir es que es un charco asqueroso y absolutamente inmoral siendo la primera responsable de la muerte de ese pobre ser que murió en su hambre y su desesperación individualista de propietario y otra la inmensidad moral de la huelga del sacerdote y hermano José María Korta. ¿De qué se trata esta tal moralidad?. La religiosidad presiona sobre un poder que jamás tendrá la posibilidad de ser absolutamente laico por largas razones históricas que no vienen al caso, pero en esta ocasión no se queda allí, se trata de un cuerpo religioso que ha hecho de su larga vida un compromiso concreto y militante con la causa indígena a despecho no solo del poder sino en muchas oportunidades de la propia iglesia. El compromiso con loa años se hace obra; de allí la existencia de la Universidad Indígena y la obra un lugar en sí mismo de convergencia y síntesis de comunidades, individualidades y movimientos indigenistas que terminaron haciendo presencia alrededor de la huelga de hambre junto a los colectivos que por años hemos apoyado la resistencia indígena en el Perijá empezando por la asociación Homo et Natura del Zulia. Ella se transforma entonces en fuerza popular y política con capacidad de forzar un diálogo y en definitiva una negociación que el “criollismo”, el “desarrollismo” y el “militarismo”, marcadamente presentes en el actual gobierno –sin dejar de lado por supuesto los intereses bastardos de ganaderos y transnacionales- hasta hoy habían hecho imposible hasta llegar a los límites de la censura absoluta y la criminalización de la lucha indígena.
Pero esta fuerza moral necesita a su vez de una verdad para potenciarse; una verdad personificada y convertida ella también en fuerza colectiva. Ese es el puente que el propio hermano José María Korta establece en los primeros dos puntos de sus “razones para una huelga de hambre” alrededor de la reivindicación a la jurisdicción indígena y en concreto la libertad de Sabino Romero como símbolo vivo de la resistencia indígena. Mientras uno pone su vida y en ella su ancianidad en juego, Sabino es el retrato de una verdad indígena actuante e inexpugnable que abrió todo el universo de la lucha de los pueblos indígenas por su territorio y en general la cosmovisión de la pachamama. Es la lucha contra la explotación del carbón, es la lucha por la territorialidad Yukpa donde se rescaten las tierras ancestrales tomadas a secuestro por ganaderos, es el fin de las concesiones a transnacionales mineras esperando como perros babosos los frutos de un subsuelo rico además del carbón en coltán y muy probablemente uranio. En fin, Sabino es una verdad hecha desde la acción revolucionaria inquebrantable, la lucha por lo suyo y los suyos a través de la denuncia y la toma de haciendas, donde no bastó ni la represión, ni todo el aparataje burocratizante y de compra clientelar de dirigentes por parte de los ministerios de asuntos indígenas, ni del interior, ni de ambiente, ni la penuria de la cárcel, para quebrarla.
Puestas en movimiento conjunto a través de la huelga de hambre la fuerza moral del compromiso y la fuerza de la verdad inmanente al mundo indígena, evidentemente que esta huelga conmociona la realidad y el poder hasta sus puntos más altos. Forza hasta esta hora al menos una negociación muy concreta que de materializarse positivamente en los cinco puntos planteados por Korta (cubriendo la reivindicación de la jurisdicción indígena, libertad de los presos indígenas en Trujillo, delimitación territorial de las tierras indígenas empezando por la autodemarcación hecho por las comunidades Yukpas, conformación de una nueva comisión nacional de demarcación de tierras) estaríamos hablando de la apertura ahora sí de un proceso de liberación indígena que sin duda alguna traerá inmensos frutos a todo el pueblo venezolano.
Pero esta también ha sido una huelga que nos ha develado a muchos en todas nuestras cobardías políticas y personales, empezando a aquellos que en un primer momento vieron esto como la manipulación por parte de unos irresponsables del cuerpo y la vida de un pobre anciano donde a la final nada se iba a lograr y por lo cual se le estaba haciendo un lindo juego a la derecha. Pues no mis amigos ha sido el viejo el que nos ha retratado a todos, dentro del gobierno o no, en todas nuestras miserias y en particular a ustedes que por su misma cobardía no les interesa darse cuenta que hoy por hoy si es verdad aquello de que existe un gobierno revolucionario, entonces hay que ser más duro que con ninguno. Aquí no nos estamos jugando el medio pasaje estudiantil por lo cual en esos años ochenta decenas de estudiantes tuvieron que dar la vida, ni mucho menos unas de las tantas elecciones que tanto les asunta, aquí nos estamos jugando el destino de un pueblo y hasta una pequeña pero significativa parte del futuro de la humanidad: es el socialismo feliz, libertario y radical o es la barbarie genocida por lo cual se está luchando; esa es la revolución bolivariana desde el profundo fuero popular y rebelde que permitió su fabricación. Por tanto, nunca están de más las sabidurías tácticas y hasta ciertos pragmatismos, pero ante el reto planteado lo que vale siempre es la verdad cruda y sin ningún respeto a las horrendas burocracias que la bloquean y destrozan en nombre de ella misma; ese respeto hediondo que muchos invocan a la hora de fraguar la lucha. Lo cierto es que tuvo que venir el hermano Korta y junto con él todo lo que simboliza el cacique Sabino para reventarnos a todos y dejarnos desnudos ante la constancia de lo que es el verdadero compromiso ético con un pueblo y su pueblo.
Pero bien, estamos como decía un mensaje regado por Lusby Portillo esta madrugada (otro gigante en todo esto guste o no) al borde de una gran victoria. No de un grupo, no de un movimiento, ni siquiera de una victoria particular del movimiento popular frente a un gobierno que no ha querido o no ha podido por los intereses que lo rodean, asumir la palabra comprometida públicamente de su mismo presidente. Es la victoria de una patria digna de sí al abrir la esperanza de quienes son los garantes históricos y ancestrales de lo que somos como nación venezolana y nuestramericana. Es una derrota monumental a todas las formas de imperialismo y colonialismo interiorizado incluso en algunos de nuestros ilustres intelectuales de izquierda. Es una posibilidad de hacer de las territorialidades indígenas una verdadera escuela del nuevo mundo por construir donde no solo indígenas de sangre sino todos los que somos indígenas de compromiso y alma regados entre campos y ciudades vayamos a aportar y recibir. Esperemos que en las próximas horas frente a frente el padre Korta y el presidente Chávez, entrevista que ya la tienen prometida y por lo cual se depuso la huelga de hambre, sus acuerdos respondan a la inmensa expectativa que se ha abierto. No es con votos que se prueba la revolución es en estas y concretas decisiones a tomar donde verdaderamente nos jugamos todo.
Que viva la revolución…no hay pueblo vencido.
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