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Jesucristo: ¿Fue un revolucionario?

“El egoísmo es el único ateismo verdadero; el anhelo y el desinterés, la única religión verdadera

 Israel Zangwill… 
 

Mucho se ha escrito sobre la vida de Jesucristo es muy difícil analizar sobre miles de textos, lo cual ha provocado incertidumbres y dudas en algunos investigadores acerca de su existencia, y el de su martirio en la cruz. La existencia de Jesús, muchos la sustentan en el personaje de quien se dice: Fue un judío y hombre de bien. Querido por muchos y que curaba a los enfermos. 

Muchos investigadores en este campo sostienen que hay bastantes elementos históricos valiosos que comprueban muchas verdades acerca del Mesías. A pesar de la censura de la iglesia  romana de aquella época de haber desaparecido grandes cantidades de textos sobre la historia del cristianismo primitivo, y la ‘confiscación’ de  libros en la Biblioteca Central del Vaticano que narran la verdadera historia del cristianismo, es por esto que aseveran acreditados investigadores, que es esto lo que hace muy difícil conocer en su totalidad la verdad sobre la vida de Jesucristo, su familia y amigos, la relación con sus apóstoles, sus enseñanzas, obras, costumbres y estilo de vida. Y muchas cosas más. Gracias a muchos estudiosos, teólogos, historiadores e investigadores, se ha logrado conocer a través de los tiempos algunos rasgos históricos de quién en realidad fue Jesucristo, y qué hizo en sus treinta y tres anos de vida. 

¿Jesucristo, en verdad fue un revolucionario? Cuando su primo, Juan el Bautista, lo anuncia como El Mesías, creó un gran revuelo en el pueblo judío, sobre todo entre los grandes jerarcas del poder religioso/político/económico, el cual estaba representado en El Sanedrín. 

La historia dice que un verdadero revolucionario, es el que lucha o se sacrifica por cambiar corroídos esquemas y estructuras que no satisfacen, o no cumplen con sus funciones correctas (Hoy en día los Estados Modernos), si esto se entiende así; entonces Jesucristo fue un revolucionario insigne. Ya ungido se presentó como el hijo de Dios, ofreciendo un mundo mejor, y una nueva forma de practicar la moral/religiosa, y enseñando como se debe amar al prójimo. Criticó duramente a los jerarcas religiosos de su tiempo, se enfrentó duramente a ellos, y los llamó hipócritas por el comportamiento indigno que practicaban muchos de ellos, ya que sus actos contradecían abiertamente con las sagradas escrituras, las cuales el Mesías conocía muy bien. 

El contenido profundo de sus prédicas y enseñanzas enfurecían e inquietaban mucho a las cúpulas de las autoridades judías, ya que sus mensajes y sermones eran contrarios a los mensajes tradicionales del judaísmo. La forma y estilo de su predica, y su proselitismo religioso fueron muy novedosos en su época, andaba en grupos predicando en diferentes lugares, así como también las prácticas de sanar a los enfermos y resucitación de ciertos muertos. No dejando lugar a las posibles dudas, más que todo era un revolucionario místico y espiritual. Su doctrina religiosa se ha perpetuado a través de los siglos. 

El contexto histórico político en que vivió Jesús de Nazaret, fue muy difícil, debido a que el Imperio de Roma mantenía un total dominio de Palestina, la cual pertenecía a la provincia romana de Siria. Es por este motivo que el pueblo judío esperaba a un Mesías liberador para que los librara de los invasores. Esto para los hebreos era un hecho muy vergonzoso, y humillante el haber estado bajo la ocupación de los romanos, quienes los mancillaban, dándoles un trato con mucho desprecio en su propia tierra, llegándose a los extremos de llegar a denigrar de sus creencias religiosas, profanando sus sinagogas, las cuales era algo muy sagrado para ellos. Existiendo mucho descontento entre la población por esta situación. 

Era un país altamente convulsionado, hubo resistencia a través de tácticas militares, lo que hoy se conoce en el mundo moderno como lo es: la guerra de guerrillas, donde minúsculos grupos  atacaban la guarnición romana, y luego escapaban, refugiándose en el desierto.                                                                                                                        

El ‘celebre’ Barrabás, el que fue presentado ante la multitud por el gobernador romano, Poncio Pilatos, para que escogieran entre Jesucristo y Barrabás, para lograr su libertad, a grandes gritos la multitud exclamaba: Barrabás, Barrabás; para algunos fue un sedicioso y conspirador plan contra los romanos. Según se dice que era un rebelde capturado por los soldados del imperio romano, por sus acciones bélicas durante la celebración de la fiesta judía de la Pascua. Estaba acusado de ladrón, pero la realidad era que robaba para financiar la guerrilla. Para algunos judíos, Barrabás era la autentica opción militar para combatir a los romanos. Por eso la multitud lo prefirió a él.        

Todo lo contrario de Jesucristo, que cuando le preguntaron si se debía pagar el diezmo (impuesto) a los romanos, él fue muy elocuente, preciso y lacónico en su repuesta cuando dijo: “Dad a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César”. Esto ha sido considerado por muchos investigadores; adjudicándole el sentido de esta frase como un gesto de sumisión y de resignación. Para muchos esto obedeció a que la vida del Mesías estaba más dirigida a acción religiosa y espiritual que a la acción política. 

Jesucristo ha sido considerado más como un predicador de la paz, del amor, el perdón y la solidaridad humana. Para muchos no fue un revolucionario en el contexto clásico de este perfil, que lo define como tal. Lo que se ha establecido es que sus prédicas y enseñanzas han revolucionado, y cambiado la forma de gobernar en lo religioso, lo político social, lo moral y lo espiritual en una gran porción del globo terráqueo.

Percasita11@yahoo.es  


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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