Cuando la riqueza empobrece

Una vida más rica no sólo es compatible con una reducción de las cantidades producidas: exige tal reducción. Nada, salvo la lógica capitalista, nos impide fabricar y hacer accesibles a todos, unos vestidos, unos utensilios, unos aparatos electrodomésticos y unos vehículos fáciles de reparar, económicos energéticamente y que duren toda una  vida, acrecentando simultáneamente el tiempo libre y la cantidad de bienes de uso de que una población dispone en un momento dado.

La correlación posible entre el “vivir mejor” y “producir menos “  parece haber sido comprendida ya por un vasto sector de la opinión pública.

En los países desarrollados industrialmente la pobreza ya no tiene su causa en una insuficiencia de la producción, sino en la manera de de producir y en la naturaleza de los productos. Así pues, la eliminación de la pobreza ya no supone que se produzca un mayor volumen de bienes, sino únicamente que se produzcan otras cosas y que se produzca de un modo diferente.

La persistencia de la pobreza en los países desarrollados industrialmente no puede ser atribuida a las mismas causas que la existencia de la pobreza en los países llamados pobres. Mientras que esta última puede atribuirse, llegando el caso, a unas penurias materiales a las que el desarrollo de las fuerzas productivas podrían poner fin (bojo determinadas  condiciones), la persistencia de la pobreza en los países ricos debe atribuirse a un sistema social que produce penurias al mismo tiempo que crecientes riquezas: la pobreza se produce y reproduce a medida que aumenta el nivel de consumo. Para comprender mejor el mecanismo de esta pobreza será útil distinguir tres causas de la misma.

Observación previa. La escasez de recursos materiales no incide del mismo modo cuando estos recursos están equitativamente repartidos que cuando su reparto es desigual. Marshall Sahlns ha demostrado magníficamente cómo pobreza y equidad son exclusivas la una de la otra: la escasez de recursos puede ser causa de frugalidad, de indigencia, de miseria fisiológica, pero no de pobreza cuando los recursos son accesibles y se distribuyen a todos por igual. La pobreza significa, por definición privación de goces accesibles a otros: los ricos. Al igual que no hay pobres cuando no hay ricos a diferencia de la miseria, que es insuficiencia  de los recursos necesarios para vivir, la pobreza es esencialmente relativa.

Existen muchas causas de la pobreza veamos estas tres.

El acaparamiento. Es el motivo más disfrute exclusivo unos recursos que, de lo contrario, estarían disponibles en cantidades suficientes. En este sentido, el acaparamiento de tierras y de manantiales de agua es típico, porque se opone a una distribución de los recursos suficientes para todos. El acaparamiento no tiene razón de ser en la penuria que no es más que la consecuencia del mismo, sino en la dominación de una clase o casta sobre otra.

El acceso reservado. Hablamos de reserva exclusiva cuando una minoría privilegiada se reserva el acceso a unos recursos naturales que, bien sea en razón de su escasez o bien de su propia naturaleza, no podría repartirse entre todos ni ser accesibles para todos en el mismo instante. Un ejemplo típico del acceso reservado lo tenemos en la institución del derecho de acceso a los lugares naturales que quedarían privados de cualquier atractivo si la masa los invadiese; o también en la institución del derecho de acceso a unos recursos naturales como el aire puro, la luz, el silencio, a los que sólo puede preservarse en un emplazamiento determinado mediante la limitación de su acceso.

La institución del derecho de acceso se efectúa, la mayoría de las veces, mediante la industrialización de acceso: para acceder a una playa es preciso alquilar una habitación en el hotel, hacer una comida en el restaurante del mismo o comprar una villa en una zona residencial; para disponer de luz o de silencio hay que alquilar o comprar una vivienda que será cara precisamente en razón de la rareza de tales recursos, los cuales sin embargo son gratuitos en si mismo. La reproducción de tiene en esta rareza o escasez artificial uno de sus principales resortes: destruyendo, sin necesidad  y sin reportar ventajas a nadie, unos recursos que hasta ese momento eran abundantes, e institucionalizando un derecho de acceso, con lo cual la producción destructiva engendra nuevas formas de privilegio y de pobreza, impidiendo así la eliminación de esta última.

El consumo distintivo. Llamado distintivos a los consumos de bienes y servicios de un valor de uso dudoso, pero que, por su rareza y su precio, elevan a quien los consume a la categoría privilegiado. os consumos distintivos pueden implicar un acaparamiento, aunque no tiene por qué ser así necesariamente. El consumo distintivo es el segundo resorte de la reproducción de la pobreza. Cuando el uso de los objetos está generalizado, basta con lanzar al mercado un nuevo objeto, inicialmente raro y caro en razón sólo de su novedad, para que, independientemente de la superioridad que pueda existir en el nuevo sobre el antiguo, la persona rica encuentra una ocasión  inmejorable para distinguirse como rica y restablecer la pobreza del pobre. Esto es lo que Ivan  Illich llama la modernización de la pobreza.

Así pues, en los países industrializados jamás se logrará eliminar la pobreza  mediante un crecimiento de la producción. Porque la pobreza supone una reorientación de la producción conforme a los criterios siguientes: Los bienes producidos socialmente deben ser accesibles a todos; su producción no debe ser destructora de recursos naturalmente abundante; tales bienes deben ser concebidos de manera que su difusión general no destruya su valor de uso como consecuencia de los inconvenientes que plante.

Pero esto no es todo. La reorientación de la producción conformada según los anteriores

criterios supone una revolución cultural la pobreza no desaparecerá mientras no desaparezca la desigualdad de las posibilidades y de los derechos que constituyen su razón de ser principal. En efecto, la diferenciación por el consumo no es otra cosa, por lo general, que  el medio de afirmar la jerarquía social. Al fin de cuentas, su objetivo  exclusivo y único es constituir a los demás en pobres sin acaparar nada sea deseable por sí mismo. Este es el caso por ejemplo, del consumo de piedras preciosas, joyas o artículos de alta costura. La única función de estas cosas es hacer tangibles la desigualdad social.

En consecuencia, la igualdad en el consumo no puede ser más que el resultado, y no la causa, de la igualdad social. Su propósito es la abolición de la jerarquía. Si  la jerarquía de los poderes y de las funciones subsiste, no tardarán en quedar restablecidas las desigualdades materiales y simbólicas. Si dicha jerarquía es abolida, las desigualdades materiales habrán perdido su significación social.

sflores@ivic.gob.ve



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Saúl Flores


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