En cinco días, tres Jefes de Estado revocaron resoluciones de sus propios gobiernos, y de una ley recién aprobada.
Primero fue Evo Morales, quien después de decretar el aumento de los combustibles para evitar el contrabando a países vecinos, que representa unos 150 millones de dólares cada año, escuchadas las voces del pueblo y las protestas de calle, el sábado optó por revocar el decreto. Fue una dura decisión.
Seguidamente le tocó el turno a Barack Obama, quien ordenó el retiro de la candidatura de Larry Palmer como embajador en Venezuela. Aprovechó el cese del período legislativo, aunque podía reservar la postulación. No sé si la Secretaria de Estado le transmitió el mensaje del presidente Hugo Chávez: rectificar es de sabios. El caso es que, como titulamos aquí el martes, reculó. Aunque, sorpresivamente, y no sabemos si por presiones republicanas, regresó a su posición original. Doble rectificación, que lo deja mal parado.
El martes, Chávez dijo que "vetaba" la ley de universidades hace poco aprobada en la Asamblea Nacional, y llamó a una abierta discusión y a introducir los cambios correspondientes. Recogió el rechazo de universitarios, incluidos partidarios suyos, y su convicción de ser una ley inaplicable. Añadió la derogación de otros dos decretos, uno sobre el Impuesto al Débito Bancario y otro del aumento del Impuesto al Valor Agregado.
En este caso parece que no es cierta la conseja de que la Asamblea Nacional era dócil instrumento del Presidente, pues no fue esta la única ley "vetada", y queda evidente que sí es posible que voces en desacuerdo, de la oposición y de sus propias filas, lleguen a Miraflores y sean escuchadas y, lo más importante, es que una ley tan polémica como ésta va ahora a una amplia discusión fuera y dentro de la nueva Asamblea Nacional.
Con características distintas, son ejemplos de rectificación al más alto nivel.