“No hay manjar que no empalague, ni vicio que no enfade”
Proverbio Chino…
Muchos hombres crean su propia historia, pero nunca la diseñan a su libre arbitrio, bajo
parámetros elegidos
por ellos mismos, sino bajo situaciones que se encuentran directamente,
existentes y legadas por un pasado reciente. La tradición de todas
las generaciones revolucionarias, ya fallecidas pesa como una
pesadilla en la mente de muchos revolucionarios hoy.
Y cuando muchos de ellos aparentan
dedicarse precisamente a transformarse, y a transformar las cosas en
la Venezuela de hoy , a crear algo nunca visto en este mundo moderno
y globalizado, en esta época de crisis revolucionaria es precisamente
cuando claman temerosos en su auxilio de los espíritus del pasado estalinista,
tomando prestado sus consignas de guerra , su bisutería revolucionaria,
para , con ese disfraz venerable y un lenguaje prestado, representar
la nueva escena del socialismo del siglo XXI.
Nadie en Venezuela en 1999,
negaba en su momento la necesidad de la Revolución Bolivariana, trascendental
en su momento, receptora del anhelo nacional de los cambios que eran
precisos en esa época efectuar.
Con una sensibilidad social
muy suficiente para propiciarlos, además con una excelente aceptación
nacional de parte del pueblo venezolano.
Hugo Chávez había dado al
traste con el viejo orden constitucional de 1961, con la
aprobación el 15 de diciembre de 1999 de la nueva Constitución de
la Republica Bolivariana de Venezuela.
Sin sospechar que se daba inicio
en Venezuela a un periodo de transformaciones que parece degenerar en
todo esto que hoy se vive.
Es tanta la voracidad por el
capital, en atrapar el camino del dinero hacia las arcas publicas que
esta provocando una explosión natural en los más excluidos.
Los trabajadores, los campesinos,
la clase media, ven de pronto desaparecer su calidad de vida que han
anhelado y luchado por años, y sienten como una realidad sus proyectos
agotados , insistiendo por ello en acotar a como de lugar la voracidad
y la especulación inflacionaria; y que no lo ven reorientarse hacia
programas que permitan su supervivencia como sociedad.
Muchos aspiran a lograr balances
gestionarías positivas, aún a costas de su calidad de vida pues es
poco muy lo que tiene ya que perder.
Analizando con las viseras
en el refrigerador el periodo revolucionario que nos atañe como venezolanos.
Si el compromiso a participar en las elecciones del 2012 en estos
dos años de la revolución bolivariana se hubiese cumplido, todas las
promesa de combate a la corrupción, la inseguridad, la impunidad, el
deterioro de la infraestructura vial nacional etc. desde ese instante,
se hubiera desmontado el pretexto para todo tipo de cosas que explota
la oposición, enturbiando las relaciones con la militancia revolucionaria
hoy en día.
Diciembre del 2006, fue el
punto más alto de aceptación de la revolución bolivariana, a nivel
de todas las clases sociales de ese momento.
De lo que se palpa hoy es
el riesgo de perder lo alcanzado, minando en la proporción de
lo aceptable.
Los cambios se hubieran logrado mejor desde una base más democrática y protagónica, sin retar enemigos tan poderosos que no pudiera rebatir bajo sus mismos principios de libertad y solidaridad, velando siempre por el bienestar de todos los factores sociales.
¡Se pudo lograr; se pudo!
¡Pero ahí esta el bendito pero!
Tenemos que analizar con frialdad
los hechos, vemos que el auge de la revolución paso, No hay cambios,
ni económicos, ni políticos, ni sociales en 11 años, que nos demuestren
lo contrario, de un ascenso revolucionario. El reciente reciclaje de
vicepresidentes políticos regionales, fracasados y derrotados demuestra
la decadencia político ideológico del PSUV. ¡Hace falta un recenso
urgente para ver cuantos militantes en realidad quedarían en las filas
psuvistas Presidente Chávez!
Las inversiones industriales
medulares en diversas áreas de desarrollo pensando en divisas,
brillan por su ausencia; aunque duela decirlo hay una depauperación
del nivel de vida de los venezolanos.
Se han intentado paliativos
para sortear la crisis, en espera de una coyuntura externa que nos ayude
a resolver los graves problemas internos. Como han cambiado las cosas.
Por aferrarnos a esquemas caducos y anacrónicos. Y no es por cambiar
este tipo de socialismo inoperante, y volver al capitalismo neoliberal
y salvaje.
Abrir la tribuna de la Asamblea
Nacional al discurso público político sabemos que es altamente
riesgoso, la mayoría esta permeada por las carencias, y es vulnerable
a muchas influencias. La cantidad de propuestas que esta lanzando la
oposición hablan de gentes jóvenes y de cambios oportunos que en
nada ponen en peligro a Venezuela, al contrario intentan sacarlo de
ella.
Muchos de esos discursos
hablan de inacción, de parálisis, de falta de liderazgo con visión
revolucionaria, eso es peor que la involución misma.
Poniendo todo esto de manifiesto
que se requiere discutir propuestas a cielo abierto, y no en la oscuridad
de las oficinas, estamos a tiempo de corregir entuertos se aproximan
cambios que sean favorables al entorno nacional, y en un clima de paz
se puede corregir el rumbo equivocado.
Venezuela no tiene dueños;
y si mucha gente joven capaz y dispuesta a dialogar en forma satisfactoria
nuevos compromisos revolucionarios. ¡Sin ver en los rincones esos fantasmas
de los que hablaba en su época Carlos Marx, en ese sentido evolucionaremos!
El silencio es sólo para las
respuestas que pide el pueblo, porque para hablar sandeces y filosofar
sobre todos los países y problemas del planeta, no falta el tiempo
ni el espacio en aporrea.org. A pesar del silencio hay que seguir insistiendo.
"Tanto va el cántaro a la fuente hasta que la rompe"
Venezuela cambia o revienta,
"los líderes" no dejan una válvula de escape
y la caldera no aguanta más. Lo arrecho es que si la caldera
revienta, como parece ser a todas luces, el cambio va a ser caótico
y lo que dice muchos columnista y forista de aporrea.org, en sus comentarios
es una buena prueba para demostrar que la válvula continuará cerrada:
podríamos opinar mucho, y hasta con las mejores intenciones para salvaguardar
lo que un día fue revolución y lo único que recibiríamos será
el silencio por respuesta.
Hay mucho silencio. Mucho ‘alto dirigente’ se cree que el pueblo está en pie de lucha, cuando la realidad más palpable es la inercia y el desencanto. Toda la información que se les brinda al pueblo, a través del sistema de medios públicos; y los noticieros cada día es menos creíble, y lo único que provoca es sensación de angustia y aversión.
Percasita11@yahoo.es