Personaje 1: Cualquiera, sin conocernos y nos ve con estas franelas compañeros, pensará que somos chavistas de corazón.
Personaje 2: Pero tenemos que seguir disimulando que apoyamos al gobierno.
Personaje 3: Es verdad, compañeros, pero sin olvidar que somos escuálidos y que estamos infiltrados no sólo en las empresas públicas, sino también en el partido oficialista.
Personaje 1: Es así, compatriotas, perdón compañeros, se me olvidaba que sigo siendo adeco.
Los tres personajes se ríen a carcajadas, mientras el mesonero viene a traer una ración de exquisiteces. Luego se aleja y exclama en voz alta: Quién pudiera hablar con el Comandante y decirle que tanto directivos de empresas y como del partido le están jugando sucio.
Personaje 2: Pero una cosa compañeros, a veces pienso que es mejor que no caiga este gobierno, pues es aquí donde más nos hemos enriquecido, pues antes cuando mandaban nuestros partidos, uno se metía unos reales y teníamos que repartir mucho y hasta nos podían meter preso. Pero aquí robamos solito y nadie nos denuncia.
Personaje 3: Y quién nos va a denunciar si somos muchos opositores disfrazados de revolucionarios. Y quien se atreva a hacerlo, lo marginamos o lo botamos tanto de las empresas como del partido.
Personaje 1: Bien dicho compañero, pero vamos a la marcha.
Luego de pagar una exorbitante cuenta, los tres salen, se unen a una marcha a favor del gobierno y luego gritan a coro: Uh, Ah, Chávez no se va.
El telón va cayendo tristemente y hasta ruega por favor que si hay un parecido a la realidad, es una simple coincidencia.