Los historiadores, probablemente, podríamos demostrar con facilidad la importancia en la Historia de “lo militar” en las realidades socio-políticas y económicas de todas las naciones-pueblos que han existido, existen y existirán en la Historia de la Humanidad como un proceso evolutivo-perfectible; es decir, lo militar-ciencias militares-tecnologías militares de los tiempos de, por ejemplo, Esparta comparativamente con catapultas durante las Cruzadas, la Batalla de Lepanto, las monstruosas realidades de la 1ra Guerra Mundial, Iwo-Jima, Hiroshima, Corea, Vietnam, los palestinos, Iraq y Afganistán, y los “drones-yanquis-solo-mata-gente”, nos permiten conocer los procesos histórico-militares donde, generalmente, poco o casi nada en referencia se menciona al sector político y los diferentes factores sociales como agentes participativos en los accionares bélicos para concluir con las coronas de triunfo en aquellos que en tiempos de paz son, probablemente, los principales críticos a “gastos militares”, a “opiniones militares”, a “teorías militares”, a “políticas de Estado con tesis militares” y/o son aquellos que comulgan con las nuevas tesis militares provenientes de los centros de poder que consideran a los ejércitos nacionales como las agrupaciones de aquellos llamados “bárbaros” utilizados por los “romanos” para defender sus “fronteras externas” de cualquier “amenaza” que en aquellos tiempos eran “otros bárbaros” y que en los actuales momentos de éste nuestro siglo XXI esas amenazas son calificadas como “terroristas”, narcotraficantes, migrantes en sus dos manifestaciones sociológicas, las internas y las provenientes del exterior, los fundamentalismos “de los otros”, las nuevas amenazas como bioterrorismo, tecno-terrorismos, etc.; por ello aquello de que la Historia la escriben los triunfadores es una relatividad porque más se mencionan a los “héroes civiles” y “generales” que al ejército conformado por los pueblos. Hipocresía, en todas partes.
Quienes hemos estado rodeados de militares desde que vimos la luz, militares de diferentes realidades, quizás y probablemente, comprendamos “un poco” mejor las “mentalidades militares”, las disciplinas, las místicas y, por encima de todo, el patriotismo y la Patria de “lo miltar”; así como cuando se reflexiona sobre los objetivos patrios y las tesis ideológicas, es decir, los militares no son eunucos intelectuales como, generalmente, lo piensan ciertos sectores políticos que se consideran herederos de los manifiestos de la Revolución Francesa “prostituida”. En ese orden, probablemente, sea factible demostrar las históricas contradicciones entre los sectores políticos y civiles y los sectores militares; demostrar como se presentan conflictos socio-políticos entre el sector político y el sector militar en las diferencias expresiones de las ideologías imperantes, en los tiempos históricos de las teorías políticas, en las necesidades nacionales cuando de desarrollos socio-económicos en proyección a futuro se diseñan y/o de gobernabilidad que, necesariamente, siempre entran en conflicto con los paradigmas estructurales de economías puntuales y de los proyectos nacionales a desarrollar. La Historia siempre nos da una mano para poder demostrar tesis que sustentan los pensamientos, estrictamente, civiles cuando “lo militar” es solo un sostén de políticas específicas, es decir, de dependencia de lo nacional a estructuras mundiales de dominación imperiales.
En ese orden de ideas, nos permitimos referir el texto presentado por José Vicente Rangel en su columna ElEspejo que se publicó en el matutino “Últimas Noticias” titulado: “A la caza del militar” (Caracas, lunes, 14 de febrero, 2011, p. 26-ElPaís). La tesis que propone José Vicente Rangel, en nuestro criterio, es la de hacer conocer las profundas diferencias entre “lo militar” en la “Democracia Representativa” y “lo militar” en la “Democracia Participativa” cuando, en sustentando su idea central, propone un marco histórico del comportamiento de “lo militar” en la Historia Contemporánea de Venezuela durante la calificada como 4ta República e, indirectamente, por lógica dialéctica, el cotidiano quehacer de “lo militar” durante la Revolución Bolivariana pero, obviamente, mirando y preguntándose sobre el comportamiento de los actores políticos que más arriba mencionábamos, es decir, esos actores políticos que utilizan “lo militar” como “fuerza de choque” para la consecución de sus objetivos políticos, económicos, sociales, ideológicos, culturales y de sumisión a los centros de poder.
Nos dice José Vicente Rangel que “…es importante debatir el tema militar, en pasado y presente…” (Idem) Interesante propuesta porque conlleva un compromiso de seriedad en el debate propuesto y, suponemos, podría ser aceptado por los entes políticos que emiten expresiones más de carácter ideológico que sustentado a objetivas realidades. Cuando se dialoga sobre el pasado reciente de “lo militar”, es decir, concretándonos sobre el comportamiento de “lo militar” durante la 4ta República, como bien lo describe José Vicente Rangel, debemos, si se nos permite, hacer algunos aportes. El Rómulo Betancourt de “El Plan de Barranquilla”, probablemente, no sea el Betancourt de Nueva York, ni del Pacto de Punto Fijo, ni aquel que se le opuso a Carlos Andrés Pérez y menos aquel Betancourt de la famosa bofetada a algún militar pero si fue el Betancourt que supo dar una orden militar de “disparen primero y averigüen después” que fue obedecida, “a pies juntillas”, por “lo militar” de aquella República de Democracia Representativa; pero cabría la pregunta ¿Por qué Betancourt dio aquella orden y porqué “lo militar” la obedeció? Así como, también, cabría la inquietud de ¿Por qué Rafael Caldera dio la orden de ejecutar la “política de pacificación”? Dos momentos históricos de la 4ta República donde “lo militar” estaba directa y profundamente involucrado en ambas realidades histórico-militares. Por ello nos inquieta que ¿Ello quisiera decir que Betancourt era el belicista y Caldera era el pacifista? Dice José Vicente Rangel que las expresiones de violación de los Derechos Humanos ”…iniciada en Venezuela…se extendió a la región [latinoamericana] alcanzando sórdidas formas de terrorismo de Estado en el Cono Sur y países de Centro América, inspirada –y tutelada- por la inefable doctrina de la Seguridad Nacional…” (Ibidem). Aunque José Vicente Rangel no lo menciona, literalmente, en el texto, si nos obliga a recordar las realidades consecuenciales que se derivaron de las decisiones de Punta del Este –Uruguay-. Acá debemos introducir un tema que ronda las entrelíneas: “Guerra Fría”. Cuando hablamos de la “Guerra Fría”, en el caso concreto de Venezuela, aparece en escena la figura de don Rómulo Gallegos y su Gobierno, el asesinato de Carlos Delgado Chalbaud y, porque no escribirlo, el Pacto de Punto Fijo post-reunión en Nueva York. Cabe otra pregunta: ¿Cómo influyó la Guerra Fría en la política interna y exterior de Venezuela? Nos permitimos citarnos cuando en referencia a nuestro Encargado de Negocios ante el Gobierno Nacionalista chino en plena “Guerra Civil” en China, le informó y sugirió al Gobierno de don Rómulo Gallegos que Chiang Kaishek estaba siendo derrotado por Mao Zedong, que se impondría como gobierno de China el Partido Comunista Chino y que sería lógico y de conveniencia de Estado reconocer el nuevo gobierno chino que tenía el apoyo de la mayoría de la sociedad china de aquellos momentos. Creo recordar que a don Rómulo Gallegos “lo tumbaron” y se fueron imponiendo en Venezuela las tesis de la “Guerra Fría” que tuvieron su más alta expresión durante esos años que José Vicente Rangel describe con precisión en su columna citada más arriba. Pero ¿Qué se busca demostrar con lo antedicho? La Historia post-Contemporánea de Venezuela, si se nos permite, la vamos a dividir en dos etapas históricas: las épocas que comenzaron con el derrocamiento de don Rómulo Gallegos hasta el triunfo electoral de Hugo Rafael Chávez Frías y los desarrollos históricos en permanente evolución y perfectibilidad de la Revolución Bolivariana (no buscamos se rígidos en nuestra propuesta histórica y es apta a críticas y propuestas). La etapa de la “Guerra Fría” con respecto a Venezuela era significativa e importante en cuanto a “lo militar” se refiere como lo era para el estamento político vigente durante aquel periodo (escribimos el verbo en pasado). La “Guerra Fría” no fue un diseño nacional-venezolano sino una tesis impuesta desde el exterior, para ser mas preciso, desde Washington, a la cual se adhirieron tanto el estamento político como “lo militar” por varias razones que se fundamentaron, principalmente, en las realidades de las reservas de petróleo, las realidades geoestratégicas de Venezuela, las realidades de las debilidades ideológicas que sustentaban a la mayoría de los sectores políticos y que se fueron desarrollando hacia las dependencias ideológico-tecnológicas de “lo militar” venezolano en el mercado y escuela-militar de los Estados Unidos de América. Lo cultural-dependiente de lo venezolano hacia lo “mayamero” se desarrolló y profundizó en calidad a partir del 1er Gobierno de Carlos Andrés Pérez. Ese cuadro histórico fue encontrándose con el “inconsciente colectivo” tanto de “lo militar patriota” como de sectores políticos que habían “resurgido de las cenizas” de la Historia revolucionaria venezolana. En ese escenario histórico, un militar comenzó, desde los años 70, a inquietarse e inquietar las conciencias de “lo militar patriota” y contravenir tesis de una izquierda en permanente contradicciones; quizás la misma “Caída del Muro de Berlín” haya podido escenificar el futuro cuando entró en crisis profunda las propias contradicciones históricas de un modelo calificado como socialista que se avenía más a realidades nacionales e interferencias consecuenciales de la “Guerra Fría” que de las políticas del modelo-pensado para el análisis en las tesis marxistas. Aquella realidad nacional venezolana mostró las “vanidades de las dirigencias políticas venezolanas”, mostró las realidades de los traspasos del inconsciente en consciente de la sociedad venezolana, mostró el verdadero carácter histórico de “lo militar patriota” y mostró las propias debilidades de un modelo económico venezolano gastado por los tiempos históricos y las negaciones a su perfectibilidad dentro de su propio marco capitalista. En ese contexto, cabría la inquietud ¿Por qué se sucedieron las realidades del “Golpe de Abril” y las expresiones del “Paro Petrolero” promovido por esos sectores políticos, económicos, laborales y “lo militar” del pasado contra una nueva forma de vivir la Patria, la República y las aspiraciones y necesidades del pueblo histórico que se venían desarrollando? También nos inquietan ¿aquellas expresiones anti-nacionales apoyadas por centros de poder e ideologías ajenas a las propias bolivarianas que tienen actualmente vigencia? Como lo expresa José Vicente Rangel: “…la caza del militar con el fin de utilizarlo en otra aventura, choca con la dramática experiencia de centenares de oficiales que amaban su carrera, y la perdieron, por culpa de políticos inescrupulosos que siguen actuando impunemente…” (Idem)
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