Mientras en la República Bolivariana de Venezuela, el Gobierno, toda nuestra Fuerza Armada y la nueva Policía Nacional, busca todas las formas teóricas y prácticas de humanizar a servidores públicos uniformados y concientizar sus acciones cómo hombres y mujeres de su mismo pueblo para servir a su pueblo, en otras latitudes del capitalismo, la situación social está advirtiendo que no resiste más atropellos de parte de policías, soldados y mercenarios. Son pocos los líderes políticos, religiosos, místicos u otros muy escasos, que están luchando frontalmente contra la injusticia globalizada que el capitalista impone subyugando en lo material y mental a sus semejantes.
El capitalista crea todo tipo de caos sutil o descaradamente, y entre éstos, la criminalidad que se conoce cómo delincuencia común, para justificar e incrementar el pie de fuerza de cuerpos policiales represivos. A más delincuencia común real o supuesta, más policías, detectives secretos, “privados” y en las sombras, y más soldados “regulares y mercenarios. En este caso, sólo tomaremos la problemática del policía, y cuando profundizamos en este asunto y vemos que ese policía, civil o uniformado y licenciado para cargar un arma y proteger la comunidad de esa bien “craneada” y creada delincuencia, nos damos cuenta que ningún delito de los que los cuerpos de seguridad pretenden combatir, disminuyen en los países capitalista o serviles del capitalista.
Antes al contrario, aumentan y arrastran a policías honestos que también se corrompen individualmente o en conjunto, se unen al delincuente o forman sus propias bandas, y arremeten contra la población que supuestamente espera de ellos la protección. Y no podemos culpar al policía que desvía su función, porque ese funcionario policial sólo es otra víctima de la trama, delincuencia- inseguridad que tiene en sí, otro fin. ¿Cuál es el fin de la creación de policías sin formación humanista y sin dignificar sus funciones y responsabilidades en el mundo capitalista?
El policía que no se dignifica y se recluta por necesidad del mismo sector humano donde se destina para combatir la delincuencia, tiene como fin último y exclusivo, la protección de la clase capitalista que a la sombra, confecciona los reglamentos del policía, su bajas remuneraciones económicas que lo obliga a delinquir y a sentirse rechazado sin importarle sus actos, ni la opinión de la comunidad de la cuál inconscientemente toma venganza cuando delinque, y porque sabe que la clase dominante sólo le utiliza para que proteja sus bienes materiales y su integridad física.
Razón suficiente para que crea y le hacen creer, desde el aspirante y el policía activo, que ser policía, es una manera de conseguir por la vía violenta o “pasiva” pero delictuosa, activos monetarios que aseguren su inmediato futuro.
Futuro económico que en el mundo del argot popular se llama: “coronar un negocio”, que generalmente se “corona” con robos, narcotráfico, chantajes, torturas y asesinatos. En Venezuela lo vivimos en la cuarta República y hasta hace poco, cuando la policía se involucraba a bandas asaltantes de bancos, secuestradores, guardaespaldas de reconocidos capos o empresarios privados y pare de contar; situación que vimos hasta en la respetable Guardia Nacional y hasta el mismo ejercito, cuando también eran utilizado en actividades productivas de la elite y contra la represión y protestas que verdaderos estudiantes y pueblo, protagonizaban en busca de reivindicaciones sociales de todas las áreas.
Y remacho, en nuestra patria, la Venezuela Bolivariana en transición al socialismo, hoy se forma un policía humanista para sí mismo y para un verdadero servicio a la comunidad Nacional, a la vez que se dignifica con un salario a la altura de sus responsabilidades y necesidades, al mismo tiempo que se buscan las maneras de también dignificar sus familias con viviendas y otras comodidades para cumplir con el principio, “a cada quien según su trabajo”.
Pero vamos al grano en la rodilla. El capitalista ya tiene suficiente escuela y suficientes eslabones tejidos en sus cadenas de maldades, que hacen de los hombres y mujeres uniformados, autómatas sin escrúpulos que ejecutan acciones contra el pueblo del que fue extraído. Le convencieron que el delincuente no es producto de sus políticas económicas, de la ignorancia inculcada y de la inconsciencia que lo conduce hacia actos contra sí y su comunidad.
Al policía que se recluta del mismo sector que maltrata el capitalista, lo hace porque le educan a discriminar a los suyos y rendir sus facultades mentales y físicas al verdugo que lo utiliza de manera irracional, cuando le vemos con escudo, casco y mandarria antimotines, arremeter contra manifestantes que de seguro son sus vecinos del barrio, que frecuenta los mismos sitios de recreación familiar, que sus hijos van a la misma escuela que los suyos, que quizás tiene un salario igual o menor al suyo, y que de seguro la protesta es por reivindicaciones que favorecen también al policía que le maltrata.
La vieja consigna que se grita en las manifestaciones y dice: ¡el pueblo uniformado también es explotado!, revienta contra los oídos de ese policía alienado por el odio que el capitalista inculca en su subconsciente y le hace un verdugo más contra sí, que contra ese pueblo que también lo defiende a él.
Pero ese policía todavía se convierte en una herramienta desechable por el capitalista, y sin saberlo, cuando a nombre de quien lo utiliza, acomete acciones degradantes y extremas. Son conocidas las historias de los policías, uniformados y detectives en América y el mundo, que fueron usados y todavía lo hacen, para conformar cuerpos de extermino que llamaron con nombres estrambóticos y los disimularon como: cuerpos de profilaxis social, la terrorífica mano negra, o personajes que a la sombra asesinan selectivamente desde el delincuente común o el drogadicto de calle, hasta el sindicalista y líderes cívicos bajo cuya modalidad de extermino queda totalmente impune la ejecución.
Pasa en Colombia, Centroamérica y África en este momento, y ya sabemos que las ONG y los organismos de derechos humanos socios del capitalismo, dejan pasar el tiempo y las masacres accionadas por funcionarios policiales o militares continúan en total impunidad.
El capitalista sabe a ciencia ciertísima, que con policías, detectives u otros miembros destinados al “servicio” de la seguridad pública, sus acciones delictivas llamadas de cuello blanco, y sin que ese uniformado lo sepa, lo convierte en honorable hombre de negocios protegido con licencia de corso porque su espalda está guardada. Y para tener a este hombre o mujer a su servicio como herramienta útil y desechable que manipula a su antojo, usa el “profesionalismo” del psicólogo conductual y otros profesionales al servicio del capital, que idiotiza la visión, labor y servicio humanista de ese individuo.
¿Qué hace al policía “servirle” ciego a ese capitalista y al sistema que lo convierte en asesino, delincuente o cuando mínimo drogadicto? La educación humanista que se le niega en primer lugar. Los beneficios bajo la mesa que le compra su conciencia como sucede en Colombia, Honduras, México y cientos de países del mundo capitalista, que le dan unas limosnas materiales, ascensos y vacaciones por los asesinatos que bautizan “falsos positivos” o a los marines mercenarios norteamericanos que le dan impunidad de actuar delictivamente en los piases donde son destinados, además de proveerles la dosis personal de heroína y otras drogas que los convierte en salvajes y los ascensos a cuerpos de “élite”, más por sus acciones contra todo y contra sí que por su honestidad.
En este preciso instante en la República Bolivariana de Venezuela, el Concejo de Gobierno, lleva a cabo una revisión profunda de esa problemática Nacional, donde todos los implicados se comprometen a hacer aportes para dignificar la labor del Policía Nacional con carácter humanista.
En nuestra Venezuela, desgraciadamente, todavía tenemos un rezago de esa policía capitalista que incursiona en el 20% de los delitos “suaves” y extremos que hacen de la inseguridad uno de los flagelos heredados donde nuestro Gobierno hace lo imposible por resolver.
Flagelo Nacional que los enemigos de la Revolución magnifican y tienen como matriz de terror para engañar al pueblo y la comunidad Internacional. Gracias a las políticas de nuestro Gobierno, ya se ven los resultados positivos de ésta tarea, donde la comunidad participa y la criminalidad ha bajado en muchos puntos de la geografía en más de un 50%.
La visión humanista del Presidente Chávez, tiene como objetivo personal, con la colaboración de todo su Gabinete Social y comunitario, dignificar la labor del hombre y la mujer que presta este servicio por vocación o economía. El humanista policía venezolano, aprendió y sigue interiorizando, que la seguridad del pueblo venezolano, del cual él hace parte, es la garantía de su propia seguridad.
Ahora bien, el soldado “regular” que presta su servicio militar en cualquier país del mundo, también debe saber que su labor es la protección de la soberanía de su Nación. Pero de una Nación que por la rapacidad y la falta del respeto que hacen las potencias mundiales, se ve obligada a tener una defensa armada.
Sólo el capitalismo, el egoísmo que representa, y el robo de materias primas y la injerencia que practica en el mundo, cómo lo vemos en la actualidad con Libia e Irak, además de las docenas de guerras y guerritas que tiene regadas por el mundo, hacen que los soldados existan. Y sin embargo, en los países donde el soldado se usa para arrinconar a los pueblos, también, ese militar extraído del mismo pueblo, masacra a sus hermanos sin cuestionar sus actos.
Militares que son usados para atropellar como los soldados de la OTAN, los marines norteamericanos y sus aliados. ¿Por qué un marine y los soldados de los países capitalistas aliados acribillan a sus hermanos de la humanidad lejos de sus fronteras y ellos y sus familias pareciera que no se inmutan? ¿Por qué los soldados del mundo capitalista no hacen una reflexión sobre su papel? Los soldados con la marca del capitalismo, por más salvaje que parezcan, actúan por el mundo dando gaznatadas y asesinado inocentes, porque la conductividad los transforma en maquinas que con armas sofisticadas se les hace creer que son la defensa de los principios de un capitalismo salvaje del cual ellos ignoran las verdaderas consecuencias.
Y además de esa maldad ignorante de cualquier soldado de las “potencias” capitalistas y sus lacayos, está la insensibilidad de sus familias, repito, que deben ser, entre otros responsables, quienes llamen la atención de su ser querido uniformado que el capitalista deshumanizado convirtió en servil.
¡Patria socialista o muerte!
Chávez es socialismo!
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