Intitulo este escrito con una idea que arranqué de un escrito de Gervasio Artigas, y que por su enorme poder simbólico –también ha sido utilizado en los dogmas religiosos la imagen del camino hacia un ideal- ofrece una maravillosa ocasión para el debate de ideas, el cual sólo ha sido posible en estos actuales procesos de cambios, y bajo el liderazgo crítico – sin que por ello también se encuentre plagado de prejuicios, como el de la mayoría de los mortales- del Presidente Chávez.
Lo cierto es que la reciente cobertura mediática que se realizó a una lucha de vieja data de los grupos organizados en la RED LGBTI, ha venido a interrogarnos colectivamente en torno a nuestras prácticas socio-culturales, y a revisar el conjunto de creencias y representaciones sociales que nos fueron “inoculadas” por la familia y las instituciones al servicio de determinada ideología.
Necesario es decir que la cobertura realizada por el camarada Mario Silva fue – a todas luces- inadecuada. Y tendríamos que dedicar un tiempo y un espacio para discutir también la pertinencia de este programa, que si bien significó un poderoso alfil en el tablero histórico de la Venezuela de la primera década del siglo XXI, ahora pareciera haber caído en un desgaste francamente insoportable, en la medida en que funciona en no pocas oportunidades como un mecanismo para crear discordia innecesaria y contraproducente entre nosotros. De ello fue fiel ejemplo la compañera Lina Ron, a quien la gran mayoría de los medios afectos al proceso, y sus otrora “camaradas” (muchos tuvieron el “descaro” de escribir en Aporrea cómo fue que Lina trató de contactarlos en estos últimos meses, y ellos le escurrieron el bulto), la “invisibilizaron” por una absurda polémica a la que el camarada Silva dedicó un significativo espacio de sus programas.
En forma inmediata al “comentario” formulado por Silva en su programa del 09/03/2011, leí en Aporrea - ¡Gracias a Dios existe Aporrea!- un escrito de la compañera María Gabriela Blanco, quien no sólo demostró (prueba en mano) a través de unos videos, que este camarada Mario Silva mentía descaradamente mostrando de manera tergiversada unos sucesos, sino además que la sola inclusión de estas referencias en su programa, constituía el ventajismo típico de los medios de comunicación en manos ahora de “nuevos grupos de poder”.
Indudablemente, camarada Gervasio, ese sí que no es el camino de la Revolución. No podemos sofocar una polémica esgrimiendo nuestros miedos ancestrales. No podemos actuar arteramente ante grupos organizados, aunque tengamos diferencias con sus puntos de vista. Eso no es ningún camino, camarada, esa es la típica celada del pensamiento “cuartorrepublicano”, y contra él debemos reaccionar desde lo más profundo de nuestro ser socialista.
Quizás sea difícil hoy conceptualizar eso de “ser socialista”, en la medida en que forma parte de un proceso inédito que intentamos o soñamos construir, pero lo que sí queda absolutamente claro es lo que no es “ser socialista”. Y manipular arteramente una información para sacar ventajas en quien creemos nuestro oponente, definitivamente no lo es.
Particularmente me declaro en las mismas condiciones del camarada Héctor Colina: Reconozco en mí una formación machista, pero estoy dispuesta a aprender. Más aún cuando pude advertir –contrariamente a los esquemas que nos hacemos sobre estos grupos- la organización seria y responsable de un significativo número de ciudadanos, quienes por el solo hecho de luchar contra una injusticia, merecen todo mi respeto. Así que allí estaré en La Estancia, el día 14 de marzo a las cinco post meridiem, siendo partícipe del logro de dos principales objetivo: el reconocimiento del otro, el reconocimiento de la diferencia y la exigencia de los colectivos de discutir “normas” diseñadas por élites institucionalizadas.
Elogio además la acertada inclusión que el compañero Colina hace de las recientes declaraciones de Fidel Castro en torno al tema de la discriminación, y suscribo sus respetuosas y sugerentes preguntas: “…será que tenemos suficiente cultura para entender este tema?¿Será que existe discriminación? ¿Será que asumiremos nuestras responsabilidades históricas en la materia?”
El camino es largo y necesitamos –como dice, y no se cansa de decir, el Maestro Luis Eduardo Leal- paciencia, constancia y permanente reflexión de nuestras prácticas. Sobre todo de aquellas que hemos creído “normales”, “cotidianas”… y que la fuerza de la realidad nos hace ver que no nos han servido para vivir en armonía.
Vamos pues a escucharnos y a aprender los unos de los otros. Siempre saldrá ganando ese ideal de bienestar colectivo que llamamos socialismo, y esa sed de justicia que llamamos revolución.
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