Cuando la muchachada trece añera de inicios de los años sesenta empezaba a abandonar su niñez para dar paso a su pubertad, también abandonaba en la quieta Ciudad Mariana de Coro, los venerados pupitres de las escuelas de educación primaria para abordar los espacios del ilustre Liceo Cecilio Acosta de Coro. Allí se encontrarían que poco años atrás recorrió el bachillerato un joven de enjuta humanidad física, larguirucho y de caminar pausado, nariz aguileña y mirada penetrante. Sentimental y admirador de las rancheras de Pedro Infante. Siempre con un texto de orientación marxista bajo su hombro izquierdo. Enamoradizo, pero tímido al galanteo. De bailar desarmónico, cuando por descargo lo hacía. Buen orador del discurso y profundamente revolucionario. Era José Manuel Saher, El Chema. Hijo ilustrísimo de la conciencia revolucionaria de las juventudes del mundo. Sus padres, Doña Rosa, humilde matrona coriana de altísimos procederes de humanismo y solidaridad. No obstante las marcadas diferencias ideológicas de El Chema, con su padre Don Pablo Saher ex gobernador de Falcón, se reconoce en éste último que su comportamiento como hombre de la administración pública fue de austera gestión y gran honestidad con los dineros públicos. Y el Chema desafió, en un ejemplo de perpetuo reconocimiento, las consideraciones de ventajoso sosiego económico que su entorno familiar y la coyuntura política le obsequiaba, para alzarse en armas contra la injusticia y contra el modelo político arrodillado al esquema norteamericano imperante. Allá mismo, en la espinosa montaña, Fernando Soto rojas, hoy flamante y equilibrado director de la Asamblea nacional, se lucia en Jefe del joven guerrillero. Eran aún los tiempos de la tétrica policía digepol. Eran esos tiempos en que esa juventud contemporánea a El Chema, burlaba con creatividad los alaridos sanguinarios de la policía política en busca de su presa, figurada en la noble juventud coriana. Y El Chema marcó en ese siglo pasado, con su desprendimiento y fervor por la justicia, el más maravilloso ejemplo que líder juvenil alguno haya legado en la América. Los jóvenes mártires que cayeron bajo la bayoneta implacable de la vieja guardia adeca, tributan hoy su sangre aun ardiente, a las arterias de las revoluciones del mundo, en la búsqueda de un mundo mas humano. Por eso cuando El Chema cumple en estos días, 44 años de su partida física, la moral revolucionaria del mundo debe rendir tributo a su corta pero nutrida obra revolucionaria. Deben los revolucionarios del mundo recordar y difundir su ejemplo. Y sobre todo deben, copiar de El Chema, su desprendimiento y sus valores de humanismo y responsabilidad con sus conceptos ideológicos. Y comprender en fin, que un verdadero revolucionario cuenta con una vida de inconmensurable presencia, después del andar de su vida por estas tierras.
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