Si bien es cierto que desde el año 1.999 nuestro país ha estado determinado por un proceso constituyente, tampoco es menos cierto, que tal proceso desde entonces ha sido sometido a diversas presiones y trabas desde lo interno, por grupos y sectores que desde distintas posiciones y espacios de gobierno apuestan al agotamiento prematuro de las iniciativas de cambio, conocidos también como promotores del “Chavismo sin Chávez”.
No obstante, lo verdaderamente significativo de este continuo y sostenido plan, han sido los ataques, golpes y trampas que desde grupos económicamente muy poderosos y sus operadores, corre ve y diles, o medio pollos, reunidos en los distintos grupos y partidos políticos que hoy hacen vida en la llamada mesa de la ultra derecha (MUD), pero que en el pasado reciente se hacía llamar “Coordinadora democrática”, le han venido asestando al proceso bolivariano, pasando por el golpe de Abril del 2002 y el posterior paro patronal de diciembre de ese mismo año, y su continuación en el sabotaje petrolero, que por cierto, algunos afirman que el referido paro aun continua vigente, en virtud de que uno de sus más connotados dirigentes declarara a los medios de comunicación que les servían de comparsa durante esos nefastos días, que dicho paro se les había ido de las manos, y en consecuencia nunca fue levantado por quienes fueron sus promotores.
El caso es que desde entonces el país fue y aun sigue siendo blanco permanente de ataques por parte gobiernos extranjeros y organismos como la inefable CIDH, que replican las mentiras y manipulaciones de la carroña mediática nacional, así como por parte de los sectores de la ultra derecha nacional, quienes con el financiamiento del departamento de estado norteamericano y siguiendo sus lineamientos, han ensayado todo tipo de argucias, con las cuales han pretendido desestabilizar el gobierno legitimo y democrático del presidente Chávez.
Tales acciones se han paseado impunemente por diversos campos que tocan directamente la vida cotidiana del venezolano; como es el caso de los productos de la canasta básica de alimentos, siendo el acaparamiento y la especulación el arma comúnmente utilizada por los enemigos del proceso revolucionario para atacarlo, donde rubros fundamentales como la leche, el azúcar, el aceite o el arroz desaparecen y aparecen sistemáticamente de los anaqueles de los expendios y mercados, generando el consecuente malestar en toda la población, del mismo modo ocurre con la carne vacuna.
Estas criminales acciones se inscriben en el llamado “golpe económico”, del que muchos afirman, sería el único capaz de acabar con el gobierno bolivariano en el menor y más breve plazo.
Luego del amargo sabor que se extendió por todo el país durante los episodios más enconados en contra de los intereses de la patria, como lo fue el sabotaje petrolero, y que condenó a todos los venezolanos a cocinar con leña y a pasar días y noches enteras en una cola en procura de gasolina, sin contar los incidentes con lamentables saldos de pérdida de vidas durante las navidades del 2003, recientemente, durante el pasado año y lo que va del presente, a partir de las conocidas debilidades de nuestro sistema eléctrico nacional ocasionadas en parte, por fenómenos relacionados con los efectos mundiales del cambio climático así como la falta de inversión, entre otros factores, estos criminales recurren también al sabotaje en este importante sector de la vida nacional, para de manera deliberada destruir los equipos de distribución de este vital servicio público, a fin de generar situaciones de caos en vastos sectores de los centros mayormente poblados.
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