“Y esa ha sido la gran lección del día de hoy, porque nunca como hoy los cubanos habíamos tenido oportunidad de ver nuestras propias fuerzas” FIDEL
Cuando este primero de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, desfilen millones de habitantes a lo largo y ancho de Cuba y, en especial, de la Plaza de la Revolución de La Habana y del resto de las capitales de provincias, en una proporción superior a la de cualquier otro país del mundo, los enemigos y los incrédulos podrán creerlo o no, pero será cierta la imagen que estarán viendo sus ojos ciegos o cegatos.
Cuando ese mismo río y mar de de todos los colores en sus vestimentas, de civiles y militares, de todas las razas, de todas las creencias religiosas o de ninguna, de todas las edades y géneros, de todas las ocupaciones, de todas las enseñanzas, agrupados en todas las organizaciones que distinguen la identidad denominada pueblo cubano, realicen ese desfile como si participaran en la mejor de las fiestas, manifestando entusiasmo, compromiso, deber, dignidad y disposición de defensa y lucha, los enemigos dirán todo lo que quieran, querrán disminuir la magnitud de las multitudes, tratarán de negar o mentir sobre las motivaciones verdaderas de cada hombre o mujer, de niños, jóvenes, adultos y ancianos, pero serán ciertos los sentimientos e ideas que los mueve a mostrar ante mundo su rostro verdadero y viril, así como su pujanza.
Todos los que desfilen en La Habana, echarán de menos a Fidel, mirarán hacia la tribuna presidida por la efigie de José Martí y sentirán la nostalgia por no verle de uniforme verdeolivo, risueño y optimista, durante las largas horas del desfile. Pero estará allí en la tribuna representado en Raúl y la máxima dirección del país, desfilará acompañado por la multitud que porta sus ideas, sus consignas, su efigie y su lealtad de siempre. Y se hará realidad el simbolismo de que Fidel y pueblo, de que Revolución y pueblo, de que Raúl y pueblo, son una misma cosa.
Para comprender las razones de lo expuesto, bastará citar algunas ideas del primer discurso de Fidel durante un primero de mayo, el de 1960, ya que en 1959 se encontraba de visita en los Estados Unidos, donde pronunció un discurso en Nueva York el 2 de mayo. Por la riqueza de los argumentos sustentados por Fidel en ese discurso de 1960, recomendamos la lectura completa del mismo, pues allí está la génesis de todo lo que hemos vivido y lo que ha expresado, siempre con una fuerza renovada y mayor, el pueblo cubano durante la larga historia de las celebraciones del primero de mayo en el período revolucionario.
En el discurso de primero de mayo de 1960, Fidel se dirigió a los distinguidos visitantes de América Latina y de todo el mundo que nos acompañaban en el acto, a los trabajadores, a los campesinos, a los estudiantes, a los profesionales, a los milicianos de la patria, a los patrulleros juveniles y a todos los cubanos.
Luego expresó en su introducción:
“En otras ocasiones nos hemos reunido en actos grandiosos, unas veces para defender a nuestra patria de la calumnia, otras para conmemorar algún aniversario patriótico, otras para protestar de alguna agresión pero en ningún momento anterior se había reunido el pueblo en número mayor ni en acto tan significativo como este de hoy, en que se conmemora el Día Internacional de los Trabajadores (APLAUSOS) y, por tanto, el día de los trabajadores cubanos, pero, además, el día de los campesinos cubanos (APLAUSOS), el día de todos los que producen, el día de los humildes de nuestro pueblo; el día de los que no solo trabajan con sus brazos o con su inteligencia produciendo bienes y servicios al país, sino también el día de aquellos sobre cuyos hombros descansa, en esta hora decisiva de la patria, la defensa del país y la defensa de la Revolución (APLAUSOS). Es también el día del soldado rebelde (APLAUSOS), de los heroicos combatientes del ejército revolucionario; y es también el día de todos los miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el día del miliciano revolucionario, porque los soldados del Ejército Rebelde son también campesinos y obreros (APLAUSOS). Por eso hoy es el día de todos los revolucionarios, de todos los revolucionarios unidos, porque en eso radica y radicará siempre el éxito y la fuerza de nuestra Revolución (APLAUSOS).
Hoy no solo quedó demostrado que la gran mayoría del pueblo está con la Revolución —por si les quedaban dudas a algunos ingenuos que se complacen en engañarse o en dejarse engañar—, sino algo más importante todavía: la gran mayoría organizada del pueblo; porque hoy se ha reunido el pueblo organizado. Por eso somos este año más fuertes que el año anterior (APLAUSOS), porque la Revolución no solo cuenta con la mayoría, sino que ha organizado a esa mayoría (APLAUSOS).
Y este hecho del que hemos sido testigos todos nosotros en el día de hoy, este acontecimiento verdaderamente impresionante e inolvidable, es una prueba de lo que es capaz el pueblo de Cuba (APLAUSOS).
Hace solo unos meses no había una sola milicia obrera o campesina organizada. La consigna de organizar a las milicias surgió en el mes de octubre, exactamente el 26 de octubre, a raíz de aquella concentración de protesta contra aquella incursión aérea que costó más de 40 víctimas a nuestra ciudadanía. Seis meses atrás no teníamos una sola milicia obrera; seis meses atrás los trabajadores no conocían el manejo de las armas; seis meses atrás los trabajadores no sabían marchar; seis meses atrás no se podía contar con una sola compañía de milicianos para defender la Revolución en caso de agresión. Y en seis meses solamente se han organizado las milicias, se han disciplinado y se han instruido.
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Creían, los que subestimaban a nuestro pueblo, que éramos un pueblo incapaz de organizarnos; creían que éramos incapaces de unirnos; creían, de nosotros, los que nos subestimaban —como creen de nuestros pueblos hermanos de América Latina—, que éramos pueblos impotentes y fáciles de doblegar; creían que íbamos a ser víctimas de la desunión, de la impreparación, de la incapacidad de organizarnos; nos creían incapaces de defendernos, y no dudamos que hasta, incluso, nos consideraran un pueblo cobarde y, por tanto, incapaz de defendernos (APLAUSOS).
Lo que se ha logrado demuestra, sin embargo, todo lo contrario; lo que se ha lograda en tan corto tiempo demuestra las extraordinarias virtudes de nuestro pueblo (APLAUSOS) y demuestra de lo que es capaz nuestro pueblo.
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¿Qué es lo que ha hecho a nuestro pueblo formar milicias? ¿Qué es lo que ha hecho a los obreros, a los estudiantes, a los campesinos, a los médicos, a las mujeres como a los hombres, formar milicias y aprender el manejo de las armas? (APLAUSOS.) ¿Qué es lo que nos ha convertido en un pueblo espartano? (,,,) ¿Qué es lo que hace que tal sacrificio no se haga un día, sino muchos días, y continuamente durante muchos meses? ¿A qué se debe ese esfuerzo febril de los cubanos? Sencillamente, a una realidad: la realidad de que la patria está en peligro, la realidad de que la patria está amenazada, la realidad —que no por cierta y dura debe infundirle desaliento a nadie— de que tenemos la necesidad de defendernos (APLAUSOS). Y en esto no mentimos ni exageramos Nosotros nunca le hemos mentido al pueblo (APLAUSOS) y, sobre todo, lo que nunca haremos es alejar al pueblo de las realidades (APLAUSOS).
Muchas cosas hemos tenido que aprender, muchas cosas hemos aprendido todos, sin excepción, y hoy, hoy por ejemplo, cuando cruzaban y cruzaban en número interminable, para marchar durante siete horas consecutivas las unidades organizadas del pueblo; cuando hemos tenido oportunidad de ver la tremenda fuerza del pueblo (APLAUSOS); cuando hemos tenido oportunidad de ver la incontrastable e invencible fuerza del pueblo, nos hemos preguntado: ¿Pero es este pueblo de hoy el mismo pueblo de ayer?
……………………………………………………………………………………..Si éramos tan fuertes en nosotros mismos, si había en el seno de nuestro pueblo tanta fuerza, ¿cómo era posible tanto abuso contra nuestros trabajadores, tanta explotación? ¿Cómo era posible tanto abuso contra nuestro pueblo, tanto pillaje, tanto robo, tanto saqueo a nuestro pueblo? Si teníamos tanta fuerza, ¿cómo era posible tanto crimen? ¿Cómo era posible que un puñado de hombres, una pandilla de mercenarios o una plaga de politiqueros (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera, fuera!”), hayan mantenido y hayan dirigido a su antojo, durante medio siglo, los destinos del país? y que nuestro pueblo haya tenido que pagar un saldo tan alto, tan alto, que para darnos cabal cuenta necesitaríamos ver reunidos en una plaza muchas veces mayor que esta, los millones de cubanos que se quedaron sin aprender a leer ni a escribir en nuestra patria (EXCLAMACIONES DE: “¡Revolución, Revolución!”), los cientos de miles de niños que murieron sin ver a un médico; el mar de sufrimiento y de angustia, de hambre y de miseria, de abuso y de humillación, que por ser pobre, o por ser analfabeto, o por ser negro (APLAUSOS), o por ser mujer, han tenido que sufrir los hijos de esta tierra.
¡Ah!, en el seno de nuestro pueblo existían extraordinaria energía y extraordinaria fuerza, pero no lo sabíamos, o no nos habían dejado reunirlas y organizarlas. Y por eso, las minorías privilegiadas y preparadas pudieron más, con la ayuda de los intereses foráneos, de lo que había podido nuestro pueblo, con la tremenda fuerza que encerraba en su seno.
Y esa ha sido la gran lección del día de hoy, porque nunca como hoy los cubanos habíamos tenido oportunidad de ver nuestras propias fuerzas (APLAUSOS); nunca como hoy pudo tener el pueblo cubano una conciencia exacta de su propia fuerza; y ha sido necesario ese río interminable de columnas, marchando durante siete horas, para que nuestro pueblo haya tenido una idea concreta de su propia fuerza (APLAUSOS).
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Los soldados solos, los soldados desfilando solos por aquí hoy, constituyen una fuerza, pero una sola fuerza; los campesinos solos constituyen una fuerza, pero no más que una fuerza; los estudiantes solos constituyen una fuerza, pero no más que una fuerza; los trabajadores solos constituyen una fuerza, pero una sola fuerza; los pueblos de América Latina representados aquí hoy constituyen una fuerza, pero cada uno de ellos por separado una sola fuerza (APLAUSOS).
Antes, la táctica de los que regían nuestros destinos consistía en separar y en enfrentar fuerzas. Y enfrentaban el soldado al campesino, y enfrentaban los intereses de los campesinos con los intereses de los obreros, y enfrentaban al pueblo entre sí; a los pueblos de América entre sí, como estrategia internacional de los grandes intereses reaccionarios del mundo (APLAUSOS)… Y debilitaban al pueblo con la táctica de enfrentar a unos sectores humildes contra otros sectores humildes, y dividían al pueblo en partidos politiqueros que no traían ningún mensaje a la nación (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”); dividían al pueblo, … Y así debilitaban al pueblo, así confundían al pueblo, y así el aparato del Estado, con sus instituciones rígidas y reaccionarias, aplastaba toda esperanza y destruía toda posibilidad de progreso para nuestra sociedad...
Eso era lo que ocurría antes. ¿Qué era antes un desfile del Primero de Mayo? Hoy los trabajadores no han traído una sola demanda (APLAUSOS) y, sin embargo, antes apenas si los trabajadores podían cargar el cúmulo de cartelones que traían sobre sus hombros el Primero de Mayo. Y en eso consistía el primero de Mayo: una oportunidad para que los obreros desfilasen cargando cartelones, con alguna promesa de satisfacer esas o algunas de esas demandas. Y así, aquellos Primero de Mayo eran, al fin y al cabo, una tomadura de pelo para los trabajadores, que al otro año tenían que volver otra vez cargando los mismos carteles con las mismas demandas. Y cuando obtenían algo no era porque se lo otorgaban graciosamente, sino porque se lo arrebataban luchando a brazo partido a través de las huelgas y de los movimientos organizados en pos de demandas económicas.
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Te inventaron una democracia, una rara y extraña democracia en que tú, que eres la mayoría, no contabas para nada; en que tú, campesino y obrero, que eres el que produce la mayor parte de las riquezas, y que conjuntamente con los trabajadores intelectuales, produces el total de la riqueza; tú que lo producías todo ni siquiera tenías oportunidad de aprender muchas veces a firmar tu nombre (APLAUSOS).
Te inventaron una democracia extraña, una rara democracia en que tú, que eras la mayoría, ni siquiera existías políticamente dentro de la sociedad (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”) Te hablaban de derechos del ciudadano, y ese derecho consistía en que tu hijo se pudiera morir de hambre ante la mirada indolente del gobierno; en que tu hijo se quedara sin aprender una sola letra, en que tú mismo tuvieses que ir a vender tu trabajo al precio que te quisieran pagar por él, si alguien se interesaba por comprártelo.
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¡Y a eso llamaban democracia! Democracia es aquella en que las mayorías gobiernan (APLAUSOS); democracia es aquella en que la mayoría cuenta; democracia es aquella en que los intereses de la mayoría se defienden; democracia es aquella que garantiza al hombre, no ya el derecho a pensar libremente, sino el derecho a saber pensar, el derecho a saber escribir lo que se piensa, el derecho a saber leer lo que se piensa o piensen otros (APLAUSOS); el derecho al pan, el derecho al trabajo, el derecho a la cultura, y el derecho a contar dentro de la sociedad. ¡Democracia, por eso, es esta, esta democracia de la Revolución Cubana! (APLAUSOS PROLONGADOS… DURANTE MÁS DE 20 MINUTOS)
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¿Y dónde está el crimen de hacerle el bien al pueblo? ¿Dónde está el crimen en luchar por el pueblo? ¿Dónde está el crimen en querer que los campesinos tengan tierra y darles tierra a los campesinos? (APLAUSOS.) ¿Cómo luchar por el pueblo? Hacer lo que ha hecho la Revolución por el pueblo, como lo atestigua la presencia de esta multitud aquí, que esta es una multitud que es de carne y hueso, hombres y mujeres de verdad, hombres y mujeres del pueblo, que vinieron aquí espontáneamente (APLAUSOS), que vinieron aquí costeándose sus propios gastos, que vinieron aquí desde distantes lugares, viajando la noche entera, marchando el día entero, de pie durante todo el día, bajo el sol, sin beber agua, sin tornar alimentos (APLAUSOS). Y esa presencia de una multitud tan gigantesca es el mejor testimonio de que la Revolución ha luchado por el pueblo.”
Al escoger estos fragmentos de aquel primer discurso del primero de mayo, he querido mostrarles las ideas raigales del mismo, aunque no todas, que han trazado el rumbo y han sido esencias de los desfiles del pueblo cubano, después del triunfo de la Revolución, en honor de los trabajadores que fueran injustamente ajusticiados en Chicago en el siglo XIX y en honor de los trabajadores del mundo que no han cesado de luchar por sus derechos y la felicidad desde entonces. Y en la primera línea de la marcha de los trabajadores en Cuba ha estado y estará siempre Fidel, que supo darle sentido creador, revolucionario e internacionalista a la magna celebración. Y es que como expresara José Martí: “A la felicidad del obrero se va por la felicidad de la patria, al obrero feliz se va por la patria feliz.”
wilkie.delgado@sierra.scu.sld.cu