La clase obrera en Revolución Bolivariana

José Vicente Rangel, en su programa dominical por Televen, en el nuevo horario de las 9 a.m., (http://www.televen.com/Televen/Capitulos/Programas/Opinion/Jose-Vicente-Hoy/Capitulo-Index/Invitado-de-Jose-Vicente-hoy-para-el-domingo-10-08.aspx): “José Vicente hoy” quizás por esas jugadas del calendario, en el “Día del Trabajador”, entrevistó al dirigente sindical, Francisco Torrealba, quien está adscrito al proceso de la Revolución Bolivariana y quien es miembro del partido de la Revolución Bolivariana como partido norte del proceso revolucionario venezolano –PSUV– la entrevista giró, lógicamente, sobre los “asuntos laborales en revolución”: realidad actual, realidad jurídica, realidad política; tres temas que están relacionados con la “masa obrera” sean tiempos de revolución y/o sean tiempos de reforma. Referimos ambos tiempos, revolución y reforma, por la razón que se supone que las derechas empresariales tienen sus adeptos sindicalistas en existencia a menos que estemos equivocados y la denominada CTV sean los “cruzados defensores” de los trabajadores que sin ser “laboristas” si serían “pro-capitalistas” como su propia ideología socialdemócrata así lo requiere. Por curiosidades históricas criollas, las “aguas regresan a sus cauces” y los conjuntos sindicalistas se están ubicando en sus reales realidades históricas; es decir, tenemos un conjunto conformado por los socialdemócratas; otro conjunto adscrito a la revolución bolivariana conformado por izquierdas revolucionarias en amplio espectro ideológico; y el último conjunto lo ubicaremos como los socialcristianos que sustentan sus defensas por los “obreros” y “obreras” en los fundamentos de la encíclica “Rerum Novarum” y ss. Como los y las adherentes criollos de la representante, en esta tierra de Libertadores, quien comulga con las “derechas extremas y conservadoras” estadounidenses del Tea Party, nos referimos a la “dipu” María Corina Machado, aún no han conformado un “sindicato manchesteriano” en nuestro país, entonces sería imperativo que dicho sindicato a futuro y de inexistencia visible actual podría y debería conformarse como realidad laboral-sindical si los adeptos a la JAVU así lo aceptan (JAVU: grupo de estudiantes y congéneres que protestan a favor de la liberación de Venezuela y la “imperiosa derrota” [evitando escribir el objetivo preciso que estos demócratas adscriben] del calificado como “tirano” (sic) porque éste no les otorga un presupuesto más “sustancioso” para cubrir todas sus necesidades mayameras pequeño-burguesas). En este conjunto, nos permitimos asumir, dicho futuro sindicato de extrema-derecha buscaría alcanzar sus objetivos “laborales y proletarizados” como movimiento referencial-electoral, en primera instancia, pero adaptado a lo criollo al asumirse como la “masa obrera estudiantil-manchesteriana-pequeño-burguesa” de la revolución capitalista-representativa-twittera-caribeña y viéndose en los reflejos recientes del norte de África donde el inconsciente del coloniaje se ha expresado como “finalidad de libertad” . Expresado lo inmediato anterior, el cuadro del movimiento obrero venezolano en este proceso revolucionario estaría conformado y, obviamente, aceptado; usted, camarada, ubíquese.

En este orden de ideas, tuvimos la oportunidad de leer y releer el análisis que publicara Oswado Barreto Miliani en su columna “Balanza de palabras”, titulado: “El fin de la clase obrera” (TalCual, viernes, 29 de abril, 2011, p.4). Nos causó “fascinación”. Pero permítasenos, primeramente, hacer una referencia personal. En algún momento durante nuestra permanencia en Londres, por decisión y las lógicas necesidades, decidimos laborar en una fábrica inglesa en su realidad cuando sus bienes de capital eran más cercanos a Manchester que a la City londinense. Claro ya habíamos realizado la peregrinación a Highgate y a su cementerio; ya habíamos vivido en la casa donde vivió el prócer argentino, José de San Martín, ubicada cerca de la casa de habitación de Sherlock Holmes en Baker Street; ya habíamos conocido los lúgubres aposentos donde se radicó Fu Manchú justo frente a las realidades de los “warehouse” de las novelas de Charles Dickens y alguna vianda tomamos en las zonas del East End donde vivían y convivían comunidades de judíos pobres y muy pobres quizás algunos sefarditas, quizás otros esquenazis. La experiencia obrera fue una lección de vida. La “alienación” de los obreros ingleses que observamos, que vivimos temporalmente y comprendimos quizás nos ayudó a entender aquellas realidades de Highgate, de sus habitantes y de “su vecino”. Las miradas de aquellos dignos ingleses, obreros más cercanos a “políticas de avanzada” laboristas de aquellos momentos de principios de los años 70 eran, desgraciadamente, de resignación y conformismo, de vida cotidiana fabril. Sus viandas enseñaban las precariedades de su clase social, sus salarios representaban algunas monedas para disfrutar algunas “beer” en el pub del vecindario, eran los “Andy Capp” que se reían de sus propias miserias pero con esa dignidad muy inglesa. ¿Alguna huelga por reivindicaciones salariales? Tema tabú! El Imperio comenzaba a resquebrajase y ellos eran ingleses, británicos, “royalists” y subsumidos en la alienación de sus conciencias seudo-imperiales, es decir, solidarios con su “presente en pasado”. Tampoco fue la última vez que ejercimos como “obrero” pero si en otras realidades laborales.

Trabajar en Estocolmo, en una fábrica, al buscar comparar esas realidades suecas con las “manchesterianas londinenses” sería “un absurdo”, mejor dicho, sería una “fascinación”. Algunas fábricas suecas eran/son un “spa” donde el obrero era/es obrero porque trabaja en una fábrica pero su “alienación” era/es asimétrica a la de los obreros ingleses de aquellos años 70. Era por la razón histórica de la industrialización; mientras que los bienes de capital británicos los podíamos ubicar en la Revolución Industrial en Manchester, Liverpool, Sheffield, las tecnologías suecas las hubiéramos calificado en lenguaje actual como “tecnologías de punta”. Decimos esto porque aquellos que han tenido la “gloriosa” oportunidad de alcanzar el “diploma de obrero sueco” para, posteriormente, aburguesarse en su propia alienación seudo-burguesa deberían, en base a sus experiencias personales, sopesar las decisiones obligadas gubernamentales de ésta, nuestra Revolución Bolivariana, a favor de la clase obrera venezolana, sea ella, la clase obrera, la revolucionaria o la reformista; debería reconocerse que las “etapas revolucionarias” de este proceso de “cambios profundos” aún le quedan mucho “camino empedrado” por surcar.

En ese orden, decíamos más arriba que cuando se les insinuaba a aquellos obreros ingleses la remota posibilidad de ejercer sus derechos a reclamar sus mejoras laborales aún dentro de su propia alienación, muy británica, lo miraban a uno como “gallina que mira sal”. Cuando conversamos, en alguna oportunidad, con algún obrero/obrera sueco sobre sus propias realidades de clase, finalmente, nos preguntábamos cuáles podrían ser las reivindicaciones laborales y de clase en Suecia que no fueran, en última instancia, la etapa de alcanzar el Poder político, primeramente, para avanzar hacia el “verdadero socialismo”. En ese contexto, nos también nos “fascinamos” por los compromisos adquiridos a posteriori por aquellas conciencias que difícilmente lograrán aceptar los lógicos procesos y etapas de una revolución que llegó al Poder por los votos de una sociedad cansada de ser tratada y manipulada por “viejos cuadros” decadentes versallescos aún cuando nos permitimos esperar la reflexión autocrítica del revolucionario comprometido.

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Miguel Ángel del Pozo


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