Chávez no debió enfermarse. ¿Por qué se le ocurrió semejante vaina estando cómo estamos? ¿Si decidió hacerlo, más de lo que ya estaba con la bendita rodilla, por qué en Cuba y no aquí?
Uno no va entender y menos aceptar que el tipo se le ablande, en un momento grave y de emergencia. Menos si escucha o lee a quienes le critican por las medidas tomadas con respecto a Joaquín Pérez y Julián Conrado. Esas decisiones, según dijeron últimamente, las tomó el presidente por el movimiento de encuestas; creen que pasará lo contrario que él espera. Las medidas apuntan hacia la decepción, dispersión y hasta merma irrefrenable, sostienen.
Hasta hablan de “perdida de solidaridad internacional”, a la que atribuyen, por ese pensamiento fundamentoso, importancia desmedida.
Según dicen, decisiones como esas, lejos de fortalecer al presidente venezolano le aminoran, tanto que ven la medición entre cincuenta y cincuenta. Es decir, la oposición le late en la puerta de la cueva y por eso Chávez hizo lo que hizo.
Menos mal, piensa uno, que la población venezolana que vota o podría hacerlo por Chávez, nada o poco sabe de ese asunto. Cosa ínfima ésta que sus críticos con sobrada razón subestiman.
Pero quienes le censuran inflexiblemente y por nada del mundo olvidan el asunto, por lo menos para no favorecer a sus enemigos, piensan y dicen, aunque melosamente, que eso define a un Chávez decadente, en retroceso y hasta como embarbascado por Juan Manuel Santos.
Mientras tanto, asuntos como el de la luz, que como agoniza si uno se atiene a lo que dice el deprimente Alí, viviendas, producción, empoderamiento popular, avance de las formas de producción socialista, etc., parecieran no ser razones para preocuparse. Cosas que el pueblo sabe porque siente.
Pero hay otros motivos e inquietudes.
Que se haya enfermado, no sólo le resta tiempo y hasta le detiene en la ciclópea tarea que tiene por delante. Dio chance para que se retomase con brío un triste y lamentable asunto que debería sosegarse.
La idea es que cambie, sugieren sus críticos. ¿Que cambie qué? ¿Acaso entre tantas vainas importantes el partido mismo? ¡No parece!
Resulta que en este pequeño espacio que conforman Venezuela y Colombia; que para mayor coincidencia colindan, tanto como para que una simple “punta” tirada de un lado para el otro ocasione efectos hasta demasiado hirientes, se confrontan los modelos oficiales. El sustentado por el gobierno colombiano, pro imperial, con sus paramilitares, militares, paracos, narcotraficantes, hasta mercenarios y bases gringas con la propuesta que comanda Chávez, enredada, quizás demasiado lenta, pero tanto como debe serlo; estando ambos “obligados” a dirimir sus asuntos en los términos de la diplomacia, el derecho internacional y conforme a la estrategia de unidad continental que Venezuela privilegia.
Pero entre ésta, la de Chávez, y lo que alguien bastante importante llama “método”, para referirse al diseño y accionar de la Farc, también hay diferencias sustanciales que generan confrontaciones. Aunque la mayoría de las veces no trasciendan al público.
Normales relaciones con Colombia, como cualquier otro país del continente que no sean presididos por amigos de Chávez, genera conflictos, limitaciones entre éste y la Farc. Tiene que ver hasta con la “sutileza y flexibilidad de la frontera”. El tropezar de quienes comparten el mismo espacio, bailan ritmos distintos y caminan en direcciones diferentes.
Las mejores relaciones intercontinentales producen sus efectos favorables para CELAC, UNASUR, etc. ¿Qué privilegiamos?
Veamos. Chávez nunca ha dicho que aúpa, respalda el accionar de la Farc. Pero tampoco, salvo casos como los antes mencionados, ha dado declaraciones contra ella y menos les ha condenado. Pero algo inocultable, se ha jugado mucho por alcanzar la paz en Colombia. Hasta ha dado declaraciones que no cree pertinente que la forma de lucha armada (método) siga prevaleciendo entre los revolucionarios del hermano país.
La promoción del CELAC, UNASUR, fortalecen el “método”, para insistir en la palabra prestada, que manejan Chávez, Morales y Correa. Es más, esa forma de hacer las cosas, gana adeptos entre gobernantes, dirigentes populares y sobre todo en inmensas masas humanas, mientras el otro se va quedando, por lo menos por ahora, como rezagado. El reciente triunfo electoral de Ollanta Humala, sin que uno se llene de triunfalismo ni forme falsas expectativas, es una muestra más cómo el “método” puede servir para aislar al imperialismo.
Pero cuando estamos por dar un debate que retorna, digámosle así un poco por joder; que Chávez dio en el seno de su movimiento original cuando optó por enfrentarse electoralmente a AD, Copea, la derecha toda y del cual salió triunfante, el hombre “se enferma”. Decimos así porque es posible que alguien crea que fue a guarecerse en Cuba para tomar aliento y de allá volver con espaldas sutilmente palmoteadas.
Parece entenderse que las dificultades del proceso, sus problemas internos, lentitud, falta de respuestas adecuadas, pertinentes y oportunas avivan aquella disputa; hacen que algunos vuelvan los ojos hacia el otro “método”. Es decir, pareciera que reviviese, en fuerzas bolivarianas, la pertinencia del anterior “método” sobre el que utiliza Chávez.
Lo grave o preocupante no está en la discrepancia o añoranzas, sino que ambos “métodos” operan a escasos centímetros de distancia en la frontera e inevitablemente uno siente la respiración del otro y chocan. Razón más para que lamentemos lo desagradable sucedido y protestemos por esa “inoportuna decisión” de Chávez de enfermarse, sin pedir antes anuencia.
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