Y si una bala loca se enamora
de mis sienes violentas,
yo seguiré pensando con los huesos
VICTOR VALERA MORA
Le escribo camarada soldado y de verdad me cuesta impedir que el sentimiento se haga líquido en nuestros ojos. A decir verdad, quiero aclarar que para los que creemos en la vida, tu muerte no puede servirnos como una consigna, por eso pedí en mis silencios que los tuyos, pudieran perdonarme que tenga hoy esta conversación con el soldado justo. Y lo hago por la necesidad de dar a conocer el nombre de alguien que como tú entendió la vida en su justa dimensión.
Estimado hermano, llego hoy a su luz, le escribo y a lo mejor le sorprenda que quien le escribe no lo conoce personalmente. Pero no es así, ya tanto usted como yo dejamos de ser invisibles. Hubiese sido mejor –eso si- que no sucediera lo que sucedió para que este hoy de tristezas en tu casa no sirviera para animar esta conversación imaginaria, sino como anunciación a un nuevo grado. Le comento que mi confianza hacia los militares viene de no hace mucho tiempo atrás, es de ahorita. Todavía tengo grabadas en la memoria las marchas que como ejercicio de los cazadores en las mañanas de la Cumana de Andrés Eloy donde a gritos y entre jadeos y sudor tomaban las calles para pedir beber la sangre guerrillera. Desde allí comenzó mi desconfianza hasta que un 4 de febrero los militares entendieron que están hechos con pedazos especiales de pueblo, con un poco de luna, con sol sin medida y con ríos, en tu caso con un rio Tigre corriéndote adentro. (Es ese rio en su inundación la que aparece siempre en la mejilla de los tuyos…con toda razón, con toda).
Pero hoy todo ha cambiado los soldados se llenaron de pueblo porque son pueblo sus sueños, porque son pueblo sus padres, porque son pueblos los hermanos, porque es pueblo su novia. Esa primera lección la dio Hugo Chávez Frías: un soldado como tu, un comandante como TU.
Te imagino esta noche teniente, lo imagino como un soldado de luz, con su traje de nubes mirando desde algún lugar y haciéndole posta a it che me (la india hecha de morichales). Lo imagino Rincones Barroso como el SOLDADO JUSTO aquel que nos dejara el chino Valera Mora como una especie de récipe contra la desesperanza y por la utopía esa, la de pies y manos- “A los montes me voy, me voy completo y espero regresar de igual manera”. A la academia te fuiste, te fuiste completo y tu cuerpo completo regreso, pese a todo Luis… pese a todo.
Cuanta falta debes hacer en tu casa. Quizá, ya cada recuerdo sea hoy un sacramento, la taza del café con leche, la almohada preferida, quizás la silla en el patio. Debe estar a esta hora –teniente- una madre haciendo un solo sentimiento con el papa al que le falta la llamada y las bendiciones pendientes deben estar convirtiéndose en rosario en sus cuellos, en sus manos, en sus noches levantando el sentimiento de la Guanipa de la que estabas lleno para decir cambiando la oración: Luis nuestro que estas en nosotros, reivindicado sea tu nombre…venga a nosotros tu recuerdo.
Yo se teniente justo, soldado de todos (porque con el perdón de tus viejos YA ERES DE TODOS los que se esfuerzan en construir la patria nueva, la patria urgente, la patria necesaria). Ya se, si, que el Chino Valera comprueba hoy que su poesía nunca fue metafísica y que hoy, un tal (no lo entiendas como un desconocido) LUIS JOSE RINCONES BARROSO le da su sentido dialectico y empieza a “caminar con los anhelos” jurándose a si mismo que el amor, que la ternura es una ACCION DE COMANDO, no solo cuando se sueña el socialismo, sino cuando se concreta en el sueño y el andar de un soldado como tu, que hoy te vemos, mirada señera en el horizonte como “actuando” un poema armado para la paz y la ternura de los pueblos: “Me voy a despeñar sobre los crueles que han hecho de la patria un agujero y si no asiste el pecho a la camisa y me matan de muerte sin lucero, esperadme, os lo pido caminando, que yo regresaré con los pueblos cantando y más cantando y más cantando”.(el chino Valera Mora).
Lo hiciste LUIS JOSE, lo hizo teniente nuestro, se despeño contra los crueles y valiente dio el frente con el honor como divisa por una patria sin agujeros que hoy da garantía a los que te quieren de tu regreso con el pueblo cantando, con el pueblo contento.
Me despido teniente, no sin antes hacer en mi un lugar para usted y para la férrea voluntad se seguir la gesta de nuestros libertadores en la campaña admirable de todos los días, esa, que no termina con la muerte, sino que empieza con el recuerdo a un soldado que nunca se ha ido, ese que camina asido a los anhelos de un pueblo que decidió ser libre. Honor y gloria para usted. Ah, se me olvidaba, no se preocupe por las bendiciones, pues ellas asaltaran el cielo en la acción comando del amor y de seguro le llegaran siempre, por buen hijo, por buen hermano, por buen soldado.
Nos vemos teniente, nos vemos…
Atte.
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