Angst es palabra originalmente alemana que se traduce, en los casos en que alguien se atreve a traducirla, como 'angustia', 'ansiedad'. Es un temor difuso, impreciso, borroso, vago. Hay otros miedos concretos, al fuego, a un pran, a un atraco, como diría Descartes: «claro y distinto».
Pero ante el Angst no se puede hacer nada porque no se sabe qué pasa. Y, para colmo, tampoco se sabe lo que no pasa. Es lo que le ha venido ocurriendo a la oposición desde hace 12 años: un miedo inducido, pero también indeterminado, indefinido, cuya causa no se clarifica porque cada día medios y dirigentes vienen con un miedo nuevo, te van a quitar tu prole, el pantalla plana, Internet. Ese sadismo produce un miedo vago, ininteligible, nebuloso. Se les ve en afán, ansiedad, aprehensión, inquietud, Angst, que suele conducir a estados extremos de convulsión y de intransigencia caótica, en que no brilla la inteligencia.
Ante el Angst la mente humana puede acudir a temores fantasiosos, la película King Kong, de 1933, La guerra de los mundos de Orson Welles aterrorizó por la radio en 1938. En esa época se presagiaba un temor inconcreto que al final de la década se concretó en la guerra más pavorosa de la historia humana, hasta ahora.
Parecidamente la Guerra Fría engendró extraterrestres pavorosos que nos amenazaban con una invasión imponente. Los tiempos presentes nos traen otras fantasías que se proponen dar cimiento preciso a las amenazas de guerra y guerras cumplidas que proliferan por doquier y que se condensan en productos mediáticos espeluznantes, El exorcista, It's Alive ('está vivo'), 2012, el remake de King Kong en 2005, El proyecto de la Bruja Blair y tantos otros (cf. «Qué feo», http://j.mp/knagrS).
En Venezuela la oposición adereza temores imaginarios no menos horripilantes. No sé qué va a producirles la información de la enfermedad del presidente Chávez. Dependerá de los límites de la infamia opositora, que a pocos minutos del anuncio continuó las injurias al enfermo, como si nada. Al general Alberto Müller Rojas, al padre Luis Vives Suriá, a la esposa de Jesús Romero Anselmi, que padecían la misma enfermedad, les gritaban: «¡Viejo(a) canceroso(a), vete pa Cuba!». Eso lo hicieron, entre muchos, Antonio Ledezma y su esposa en un Año Nuevo al general Müller. ¿Cómo olvidar? ¿No declaró la oposición «prohibido olvidar»?
Ahora tienen la circunstancia de objetivar un temor: una enfermedad bien concreta y notificada con toda claridad por el propio afectado.
Pero no es solo la oposición quien puede concretar sus aprehensiones, sino quienes siguen a Bolívar, que deberán analizar palabra por palabra las que pronunció su Comandante este jueves, en http://j.mp/lnby4a. Y examinar su propia actuación si quieren sobrevivir con su Comandante.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com