“Conocimientos puede tener cualquiera, pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza”
Federico el Grande…
Hoy por hoy, el acceso a una vivienda en Venezuela se ha convertido en un enorme problema para muchos venezolanos, sobre todo los más jóvenes. Hay muchas opiniones y propuestas para paliar este déficit habitacional. La del gobierno bolivariano con la “Gran Misión Vivienda Venezuela” me parece justa y efectiva. Sin embargo muchos expertos en la materia consideran como se debería diseñar y planificar el urbanismo del siglo XXI. Para solventar el problema de la vivienda, hay que asumir como prioritario la necesidad de garantizar la sostenibilidad de la energía eléctrica, acueductos y cloacas, y la seguridad alimentaria de la población. No basta con proveer de un techo a los ciudadanos, sino hay como garantizar que ese nuevo hogar sea sostenible a largo plazo, y que se adapte al entorno geográfico en donde se ubica, y a sus recursos y polos de desarrollo. En estos tiempos de déficit energético creo que se puede decir sin temor a equivocarnos que hay que sostener el grado de autosuficiencia de generación energética para las nuevas viviendas a construirse, así le estaremos garantizando el futuro a nuestras nuevas generaciones, y la viabilidad de un modo de calidad de vida. La generación eléctrica no puede ser una utopía, sino una necesidad imperiosa, el amoldar la demanda de nuestro consumo energético, a las posibilidades de nuestro futuro, junto al desarrollo inmediato.
Hay que desarrollar modernos urbanismos para los nuevos hogares, a construirse desde la perspectiva humanista, para acabar con la rancherización del país, tarde o temprano, la revolución, tendrá que acabar con la construcción de ranchos, como en su época lo hizo el general Marcos Pérez Jiménez. Por ejemplo, ¿Cuántos recursos económicos se ahorrarían en la construcción de edificio y casas; si la mayoría se hiciera de una forma sectorizada armónicamente?
Esta nueva visión de la Gran Misión Vivienda Venezuela tiene consecuencias sociales pero también urbanísticas que los arquitectos del gobierno deberían analizar, muy bien. ¿Cuáles son los espacios comunes necesarios, y como deberían distribuirse? ¿Cuántas familias podrían vivir de manera sostenible en estas nuevas comunidades? ¿Será factible el abastecimiento eléctrico, y de acueductos en esas nuevas comunidades? ¿Será compatible en las áreas rurales elevadas a categorías de urbanas? ¿Habrá un nuevo modelo de organización social en el sector rural/urbano a urbanizar con el autoabastecimiento alimenticio?
Este nuevo modelo constructivo de viviendas tiene que ser compatible con la independencia y la libertad, que todos los venezolanos sienten como valores intrínsecos fundamentales del hogar. La naturaleza humana es plural, y siempre habrá personas que quieran vivir en sus propios lugares de origen. Este nuevo modelo del hábitat propuesto por el gobierno bolivariano es respetable, y puede integrarse en otro modelo más social, que creo será el mayoritario.
Esta revolución de la vivienda tiene que ser de una muy buena calidad urbanística y social. Son evidentes las implicaciones políticas y económicas que tendrá la aplicación de este modelo.
En relación a los apagones en toda Venezuela, que afectaría la construcción y el desarrollo masivo de viviendas, existe una explicación muy lógica, y no es la que dan ciertos “facultos” del sector eléctrico nacional, lo cual esas fallas se deben al alto consumo de electricidad. No, es así, y están muy equivocados. Lo que realmente sucede es que en los últimos años no se ha aumentado la capacidad de generación como para atender una demanda siempre creciente. Un Incremento que, por lo demás, es incontrolable, a menos que se empiece a eliminar a los hombres y mujeres de este país, y cancelar el programa de “vivienda bien equipada”, promovido por el gobierno nacional bolivariano.
El consumo de energía eléctrica es
uno de los indicadores o factores que mejor permiten medir el grado
de desarrollo y bienestar de una nación. No es por mera casualidad
que los países más desarrollados del planeta son los que más consumen
electricidad. En esos países el consumo de esta energía es mayor a
la enésima potencia de veces al actual consumo
venezolano. En esas naciones a las autoridades del sector eléctrico
no se le escuchan decir las barbaridades, como las que aquí se expresan,
para tratar de justificar el deficiente servicio cuya eficiencia seria
inversamente proporcional a las elevados proyectos habitacionales en
curso, debido al inefable burocratismo inexperto del sector. Lo que
está sucediendo con el ‘NO’ crecimiento de este sector estratégico
para el desarrollo nacional, no tiene absolutamente nada que ver con
el socialismo, que es un sistema de abundancia y prosperidad.
Cada persona, familia, tiene la imperiosa necesidad de un hogar propio donde asentar su vida. La adquisición de una vivienda digna es un derecho imprescindible en toda sociedad que se precie de socialista.