Ya hoy por hoy a más de seis meses de la decisión por parte del PSUV de usar el método de Cooptación para escoger las autoridades provisionales del partido, se pueden hacer algunas reflexiones en torno a los resultados de ese procedimiento interno. Es verdad que el método en cuestión, además de estar contemplado entre las formas previstas de escogencia, se sugirió y usó como una estrategia de brazos largos para llegar a sectores que se habían distanciado del partido por las diferenciaciones internas. Pero parece que fue peor el remedio que la enfermedad. Contrario a lo que inicialmente se pensó, los objetivos empiezan a desbaratarse. Y eso le duele al presidente. Los sectores cupulares a veces, y hasta voceros que se pretenden ungidos de caudillismos anacrónicos, prevalidos de las prerrogativas que el partido les dispensa, se han cogido a trastazos la facultad de imponer grupos que parecen no tener ni credenciales de liderazgos, ni la suficiente historia política de representación socialista. Y así entonces, se han dejado en el taburete actores revolucionarios con larga experiencia y capacidad, así como honestos operadores de la revolución con largo desempeño en las actividades que se le han encomendado. Por eso el desdén o el desgano o simplemente la incapacidad, merodea con amenazas de inercia los equipos regionales, municipales y parroquiales de todo el país. El burocratismo, a veces empeorado en personas comprobadamente desafectas a la revolución, transita con audacia por las casas pesuvistas con el villano apoyo de quienes han tenido la responsabilidad de cuidar los anhelos del proceso revolucionario. El abandono de la prestancia revolucionaria, traducida en humildad, entrega y desprendimiento, como modo de actuar de gente que está en altas esferas gubernamentales así como la petulancia y la ostentosidad son un bochorno y eso está horadando la revolución. En Falcón, Mérida y Monagas por nombrar tan solo algunos estados con problemas internos muy serios, se lidian tendencias contrapuestas al punto de que la acción inescrupulosa, el desenfado y el escándalo donde el socialismo es profanado, son caracteres que marcan la acción política de algún liderazgo incontinente, que interpone objetivos personales a las apuestas de la revolución. Son los padecimientos de la revolución incomprendida. Porque la gente común puede comulgar con la revolución y sus mas enaltecedores preceptos, pero si ve y nota similitud entre los rancios liderazgos como Canache Mata en Caracas, Padrón en Anzoátegui, Alfaro Ucero en Maturín, Barboza en Zulia o Villasmil en Falcón, estarán dadas las cuentas para retroceder en distancia, tiempo y lugar en búsqueda del verdadero camino que dé al traste con las posturas aberrantes de quienes tan solo han medrado a la sombra de la revolución para mellar sus objetivos y mostrar los caminos mas frágiles para que el enemigo cuele por sus grietas.
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