No es nueva la hambruna de muchos pueblos africanos y del “tercer mundo” desde que la historia se escribe y se dice en los medios hipócritas. Las personas que rondamos los sesentas años sabemos que esa problemática y lamentable situación se repite y se repite sin que a nadie le importe un bledo y, al contrario, son muchos los intereses que giran alrededor de la muerte de hombres, mujeres, niños y ancianos por las hambrunas.
Ahora, no sólo son los trece millones que están en riesgo directo en este instante en Somalia, Yibuti y Kenia, y que de seguro, de los trece millones de hambrientos que se calculan, sólo quedarán vivos unos tres o dos millones, sino que el hambre y la desnutrición hacen su agosto en el mundo cuando la misma FAO advierte que son novecientos y pico de millones que corren ese riesgo en todo el mundo, incluidos los hambrientos que ya existen por millones en los países “altamente desarrollados”.
Pero el objeto de este articulo no es decir los mismo que cualquiera de nosotros advierte con las cifras y estadísticas ya sabidos y anunciados por todos los medios de prensa que se gozan con la milenaria noticia, sino la de darnos cuenta que sólo es el egoísmo enquistado hasta los tuétanos el verdadero protagonista de este lucrativo negocio llamado hambruna.
El negocio de las hambrunas enriquece a militares y políticos desalmados de esos países que se aprovechan de los aportes sinceros que algunos gobiernos puedan proveer. Las corrupciones de otros entes gubernamentales de esos países también se lucran con los aportes que se reciben en especies y de remate, la delincuencia desesperada de esos mismos pueblos saquea y arrebata. Pero también, son los “grandes” países y organismo internacionales quienes aprovechan la calamidad para figurar como grandes “protectores”. Ya vimos a Obama ofrecer 105 millones de dólares, cuando toitomundo sabe que es falso y sólo buscan su negocio político, además de sostener el desorden que ellos mismos ordenan para sus intereses, porque de nadie es desconocido que Somalia y Kenia es víctima en este momento de guerras y guerritas que los marines y mercenarios gringos accionan en esas tierras.
Y del egoísmo, que es el verdadero protagonista, de todos es sabido que las hambrunas del Mundo no son porque falten alimentos. Alimentos es lo que sobra en los supermercados de las grandes, medianas y pequeñas ciudades de todo el mundo, que cualquier mortal compra hasta para comprar por comprar. Es el egoísmo quien patrocina las hambrunas de los pueblos, cuando Carlos Slims, Rupert Murdoch, Bill Gates, los Jeques Árabes, multimillonarios europeos y los cientos de decenas de millonarios del mundo, pueden aportar las sumas necesarias para solucionar no sólo el pescado para los hambrientos, sino dar la caña de pescar por dos o tres años hasta que esos pueblos puedan autoabastecerse nuevamente. ¿No es una lagaña de mico para esos millonarios costear tres o cuatro mil millones de dólares para regadíos, semillas, escuelas técnicas y maquinarias, cuando anuncian en sus revistas y otros medios especializados que cualquiera de ellos tiene hasta cien mil millones, treinta mil millones, diez mil millones y otras cifras estrambóticas que los ubica como el más o menos rico del mundo?
Es el egoísmo en su más esplendida exposición, cuando los silos de maíz en los Estados Hundidos todavía sustentan treinta millones de toneladas de ese grano, además de trigo y otros alimentos dizque para reservas. Es el egoísmo en su pureza, cuando en muchos países capitalistas se tiran a los ríos y cañerías leche, frutas, legumbres, carnes de pollo y reses para sostener los precios. Es egoísmo, cuando en los depósitos de la Santa Sede existen todas las riquezas del mundo y el santo papa y sus seguidores se preparan para hacer fiesta en España y gastan una millonada mientras el pontífice solo pronunciará un Ave María por los hambrientos.
(*) Periodista, escritor y poeta
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