(TENIA QUE SER ASI)
Victor Valera Mora
Un
día 30 de un mes de septiembre murió Carmelo. Revolucionario
intachable, vencedor de tempestades pero que hoy casi que pasa con el
día sin un recuerdo que no sea el obituario de los suyos en un
diario anzoatiguense. Carmelo de Rio Caribe. Carmelo el del Liceo Simón
Rodríguez de Carúpano, Carmelo el que desde muy joven, cuando
se podía ser joven, sirvió de correo entre tierra firme y trinidad
a los exilados que hacían resistencia al gomecismo.
Carmelo
Laborit el que se fue haciendo viejo cargando tantas torturas y ninguna
delación. Carmelo el de Ignacia y Agustín. Carmelo, el viejo Carmelo,
el comandante Carmelo.
Ayer
se cumplió un año más de su muerte, que en realidad es un año
más de su vida y su causa sigue siendo la causa, la causa nuestra,
la causa de nosotros. Ayer un día como ayer se fue el viejo Carmelo…pero
dejando su siembra, el recuerdo cabalgándonos para anunciarnos que
la necesidad de recuperar la memoria histórica es urgente. Urgente
y dolorosa porque dolorosa ha de ser que las nuevas generaciones no
le suene Carmelo. Dolorosa porque, hay que asumirlo, las revoluciones
sin memoria son revoluciones muertas.
Es
esta tristeza que se hace tierna pero no por ello deja de ser triste.
Es que te has perdido viejo Carmelo, entre discurso, entre misiones.
Te han perdido allí en la facilona forma de un socialismo sin
balas que te hace rabiar aquella fiera frase el socialismo se conquista
peleando como advirtiendo no hay que descuidarse ante las hienas, principalmente
cuando nos arropa la oscurana. Esta tristeza por verte convertido hoy
en solo un obituario, pero aun con el amor en bandolera
de tus hijas y los tuyos y aquel querido por siempre convertida
en tinta de imprenta.
Yo
era un carajito cuando ya Carmelo era un viejo, pero que parecía un
carajito, con esa fuerza y sobre todo con esa fe, con esa fe y con esa
fuerza y nosotros entre buriles y almidón obedeciendo a la patria contra
el águila calva. Si, nosotros, los que afortunadamente seguimos vivos
quizá perdiendo la batalla contra “los vivos”, recordamos al viejo
Carmelo, por su ejemplo y como ejemplo.
El
fue uno de los tantos que apostando su vida y la de su familia comprendió
que el que tiene vida… ¡tiene que darla!. Y comprendió esto
en los peores momentos de la patria, en los momentos en los que otros
comprendieron que la vida había que quitarla. Entre estos dos bandos
se iba a definir la patria, afortunadamente esta prevaleciendo hoy la
vida sobre la muerte, pero no hay que descuidarse, como descuidaron
muchos de sus amigos a Carmelo, quien murió menospreciado el año 2004.
Ayer
vi su nombre y la invitación que hacían los suyos a una misa. Ayer
Carmelo el viejo fue un obituario, solo un obituario. Y esta es mi tristeza,
la tristeza de los tristes, porque estamos perdiendo la memoria de quienes
ya se han marchado, y pobre del partido que pierda su memoria y se olvide
de ellos porque estará olvidándose de los caminos que conducen
a la patria nueva.
Cualquiera
pudiera pensar, ¿y para que nos sirven los recuerdos? Y quedaríamos
mudos solo con una respuesta… para acordarnos de la patria que quisieron,
del país – poema. que nunca debería olvidarlos. No basta con bautizar
infocentros, CDI, etc, con sus nombres, de lo que se trata es de ejercerlos,
ejercerlos.
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