El proceso electoral que se avecina pone de relieve, una vez más, las contradicciones en el seno de los partidos que apoyan al gobierno de Chávez. En seis años no ha sido posible conformar una fuerza revolucionaria unida y coherente que pueda asumir el papel que corresponde a un instrumento político que tiene la responsabilidad de la administración pública, organizadora y orientadora de las masas populares e impulsora de los grandes planes del gobierno. Diversos ensayos han fracasado en ese sentido y se plantea imperiosamente la necesidad de reflexionar con seriedad sobre las causas de un hecho que no puede tener explicaciones superficiales en el contexto de un proceso en el cual las masas populares y la Fuerza Armada han demostrado su decisión de defender heroicamente la Revolución Bolivariana y el liderazgo del Presidente Chávez; en otras palabras, indagar sobre las causas sociales de ese fenómeno negativo.
No se exagera al afirmar que el gobierno de Chávez es el más sólido que ha conocido nuestra vida republicana. Ningún gobierno en nuestra historia, ha soportado las embestidas de las fuerzas más poderosas y oscuras. Por añadidura, ningún gobierno en el mundo ha permitido la andanada de ataques de todo género de los medios de comunicación, sin que se registre un solo órgano censurado o clausurado ni un sólo periodista preso, aún en las horas más críticas y dramáticas. ¿Cómo es posible, entonces, que no se haya constituido una fuerza que sea la expresión de esa fortaleza?.
A estas alturas, en pleno siglo XXI, no puede haber explicación a los fenómenos políticos sin averiguar las causas sociales que los originan. La política es una síntesis de la sociedad. El apoyo fundamental al proceso revolucionario lo encontramos en las clases desposeídas y excluidas y la corriente principal de ellas es la clase obrera. La tercera parte de la población venezolana está constituida por obreros y empleados. La producción industrial y los servicios están en sus manos. Individualmente, los obreros están con el proyecto revolucionario pero, desde el punto de vista organizativo, la atomización sindical es la característica de este sector de primerísima importancia en la vida social y, consecuencialmente, de la política. Allí, sin ninguna duda, está la causa de la carencia de la fuerza revolucionaria. La unidad sindical es condición de la unidad política. Lo demás es querer construir castillos en el aire.
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