El nuevo año se inauguró con el llantén opositor de que el gobierno provocará la abstención en sus elecciones primarias al convocar marchas estudiantiles el Día de la Juventud. También un politólogo omnimediático ha teorizado, con admirable profundidad, que el 12 de febrero no concurrirán a votar más de dos millones de electores porque el CNE no le dio suficiente apoyo a la oposición para que asistieran más votantes.
2012 llegó de lo más lacrimógeno. Los medios reventaron el año convertidos en un muro de los lamentos de precandidatos y analistas. Se le debe recordar al país que la fecha para las primarias opositoras no la fijó el CNE ni la escogió el gobierno, sino la mismísima Mesa de la Unidad. La eligió por dos razones: una, el simbolismo del Día de la Juventud y de la Batalla de la Victoria. Dos, en conocimiento de que los bolivarianos siempre celebran esta fecha con marchas en todo el país, esos actos servirían para culpar al gobierno y al PSUV de la escuálida concurrencia que saben se registrará en dichos comicios.
Se trata de la famosa y trillada profecía autocumplida. La Mud se montó en el lomo de un tigre y ahora no sabe cómo apearse de la fiera, sin que ésta se la mastique. Las potenciales cifras de las llamadas primarias no dan ni para la alegría de un tísico, como se decía antes, cuando el bacilo de Koch alimentaba el romanticismo. La paradoja es terrible: el que gane ese evento, evidencia su futura derrota tan sólo al revelar los números de su victoria. Será un triunfo que no se querrá mostrar. El 12 de febrero, el rey Pirro II reencarnará en el precandidato ganador (y a la vez, seguro perdedor) y mirará con toda su rabia a Ramón Guillermo Aveledo.
La oposición podría tener un respiro momentáneo con la vuelta al aire de “Aló, Presidente”. Se ha comprobado científicamente que el programa dominical del comandante Chávez pone orden entre sus adversarios y éstos dejan de andar al garete, sin timón ni rosa de los vientos, como diría el lírico Ramos Allup cuando Primero Justicia le excita la vena poética. El retorno de “Aló, Presidente”, además de tranquilizarlos, unirlos y fijarles una agenda semanal, les puede ofrecer una salida para hacer unas primarias sin hacerlas.
El domingo 12 de febrero no es un buen día para enfermarse. Las excusas a futuro ya no funcionan. Adelantarse a chillar que “si nos pasa algo Chávez es el culpable”, resulta más patético que Daniel “Considerando” Romero aquel 13 de abril de 2002. Cambiar las “primarias” por el “consenso” sería lo más sensato, pero no es fácil que las miles de novias –candidatos a gobernaciones y alcaldías- estén dispuestas a quedarse vestidas y alborotadas.
Los “analistas” piensan que el único que puede salvar a la oposición de sí misma es Hugo Chávez, pero éste no parece muy dispuesto a colaborar. Ha ordenado que le den a la Mud todas las facilidades para que hagan sus “primarias”, lo que deja sin excusas a quienes pensaban “enfermarse” ese domingo.
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