Inteligente la decisión política que tomó el Comandante Chávez Frías conjuntamente con el PSUV de nombrar a Diosdado Cabello como Presidente de la Asamblea y la decisión personal de Soto Rojas de asumir las responsabilidades del desarrollo, expansión y presencia del Gran Polo Patriótico tanto en el escenario de la campaña electoral presidencial a celebrarse en el próximo mes de Octubre en el año en curso como a posteriori para seguir con las responsabilidades que implican y exige la Revolución Bolivariana. Dos decisiones que tendrán un importante impacto en la política nacional venezolana que se percibirá no solo en transcurso del presente año 2012 sino en el desarrollo del plan nacional de consolidación del Estado y la República y su comunión con los pueblos y gobiernos miembros de la CELAC.
Ambas decisiones tienen su muy importante rol que cumplir. Diosdado Cabello tendrá que lidiar con una bancada de oposición que tratará de llevar las discusiones e intervenciones a “tiempos muertos”; es decir, tratarán de “dormir y/o engavetar” las importantes leyes necesarias para continuar con el desarrollo del proceso revolucionario que significa la continuidad de los cambios profundos y la consolidación del Estado socialista al tiempo que promocionar e impulsar la conciencia del Poder Popular hacia su propio ser como “masa revolucionaria”. En ese mismo orden de ideas, Fernando Soto Rojas se obligará a “muñequear” con algunos sectores de la izquierda revolucionaria que están adheridos al proceso de cambios profundos cuando éstos, quizás, consideren que es necesario un frente unido nacional en los actuales momentos del “proceso temporal” de la Revolución Bolivariana, quizás, basándose más en las realidades temporales de momentos históricos pasados y la solidez ideológica de algunos de sus líderes “kominterianos”. Pero Soto Rojas tendrá no solo que alcanzar las lógicas conversas sobre el tema precedente sino profundizar en la praxis revolucionaria las profundas diferencias entre “frente y polo”, ambos nacionales–patrióticos. Vayamos a lo menudo. El llamado al Poder Popular, en sus organizaciones de base, a inscribirse en el Gran Polo Patriótico y la masiva participación demuestra que “nunca antes” la “masa revolucionaria” había tenido la experiencia, en el marco de un proceso revolucionario bajo los paradigmas de un “Estado burgués”, de expresarse tan claramente en su conciencia política en permanente revolución. Es decir, no estamos disminuyendo la importancia, por ejemplo, del Movimiento de Marineros que se manifestó durante los años 1923-1924-1925 tanto en la colonia británica de Hongkong como en la ciudad de Cantón; como tampoco disminuimos la importancia de los movimientos revolucionarios durante principios de los años 60 en Venezuela; como tampoco podemos disminuir las importancias de las propuestas de frente que se expresaron en América Latina. En definitiva, es una discusión que va más allá de lo político-temporal para incursionar en lo político-teórico en permanente praxis revolucionaria en el marco de bases teóricas no “amarradas a lo temporal-histórico” sino, consideramos, bajo una reflexión en la objetividad de la realidad actual en la objetividad sociológica del Poder Popular en revolución. Quizás no nos estamos expresando con la claridad necesaria para su comprensión; trataremos de clarificar nuestras ideas.
Como primera consideración debemos tener presente que el momento del proceso revolucionario actual es profundamente diferente al desarrollo de las realidades, por ejemplo, que se expresaron durante el Gobierno de don Salvador Allende; tampoco es similar al proceso revolucionario que se desarrolló en Cuba en ciertas etapas de su proceso político de cambios profundos. Ello significa que la Revolución Bolivariana está incursa en un proceso de cambios profundos de las bases en la transformación del Estado burgués, en el marco del sistema capitalista, en su proceso hacia la transformación del Estado socialista con el sistema económico en proceso de transformación hacia una economía socialista con características venezolanas. Ello significa que la sociedad comprometida con el proceso revolucionario-bolivariano se ha organizado y se sigue organizando en “sub-conjuntos revolucionarios” en función de realidades sociológicas y económicas con procesos de formación de la conciencia en lo histórico-filosófico-criollo. Ello nos lleva, obligadamente, a tener que aceptar que la sumatoria de los sub-conjuntos referidos en su diversidad es diferente a los movimientos sociales que se expresaron durante los procesos políticos propuestos cuando un frente unido nacional era un proceso revolucionario hacia la toma del poder y/o en el ejercicio del gobierno en debilidades objetivas; por ello son evidente las diferencias entre el polo y el frente, entre otras diferencias.
La etapa actual de la Revolución Bolivariana es, particularmente, muy importante. La Presidencia de la Asamblea Nacional podría, fácilmente, informar, didácticamente, no solo como ha sido el proceso de discusión y aprobación de las leyes que sustentan la revolución bolivariana en sus aportes obligados hacia la transformación del Estado burgués sino las expresiones político-ideológicas de la oposición burguesa-capitalista a los contenidos de dichas leyes revolucionarias con lo cual no solo se educa la conciencia revolucionaria del Poder Popular sino también se manifiesta la etapa actual de la Revolución Bolivariana comparativamente con procesos de frentes unidos nacionales.
Las leyes revolucionarias discutidas y aprobadas por el Legislativo y ejecutadas por el Ejecutivo y otras Poderes del Estado en transformación permanente, en sus contenidos para la praxis de la organización del Poder Popular en lo económico marca una profunda diferencia con aquellos procesos de frente que se han manifestado históricamente lo que obliga a nuevas formas de organización social en sumatoria de apoyo a la Revolución Bolivariana. Es decir, para decirlo en términos marxistas, la Revolución Bolivariana, en su proceso político-ideológico en permanente revolución, está transformando tanto la estructura como la superestructura del Estado burgués venezolano hacia su transformación en un Estado socialista con características venezolanas.
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