Llegando a casa, obsesionado por el hecho reviso los abundantes libros de fotografía de mi madre, no las encuentro pero sigo recordando unas viejas fotografías de unos niños en Vietnam armados defendiendo su tierra colonizada y destrozada por el colonialismo. Todos los recontrarevolucionarios que hoy escupen sobre estas fotos de La Piedrita ayer hicieron discursos con los niños de Vietnam y las pusieron en sus paredes. Pero hoy tienen que responder al discurso del cardenal y de la moral que estos curas inventaron, junto a moralistas, legalistas, la mierda de los medios privados y las buenas costumbres y el deber de Estado. ¡Van presos!, dicen desde el Presidente hasta Mario Silva, pasando por todos los ministros y el partido y la risa manipuladora de la basura derechista. Van presos no por el hecho concreto de lo que hagan o no en esa comunidad los compañeros del grupo de la Piedrita, que puede ser de lo más criticable del mundo (y de verdad que están pasados y bien pasados pero ese no es el punto) van presos por la prohibida foto que según Mario Silva “le quita puntos al Presidente”. ¿¡Coño pero cual es el problema mi amigo! los puntos electorales y la manipulación de Ravel o los niños de Caracas?
Yo no sé quien será la o el imbécil que tomó esas fotos en La Piedrita que pasaron meses después de pasar por uno tras otro correo hasta llegar a las manos del mafioso de Ravel. Lo cierto es que aquí estamos en un típico fenómeno mediático que devela a todo el mundo, el poder en su plenitud hasta mis propias fantasías y recuerdos después de un frustrado robo armado que tiene su contrapartida antagónica en las fotos de niños vietnamitas en plena guerra anticolonialista defendiendo y liberando su tierra.
Recordemos, ¡son fotos!, las fotos de un teatro según entiendo montado
por una brigada de niños que vaya a saber si existe o no en estos momentos. La
foto excita razones, nos refleja a todos nosotros, nos quita las caretas, es el
punto de verdad que lo demuestra todo porque ella es el hecho que hace eterno
el momento, en este caso niños caraqueños asumiendo las armas. Yo no sé como está
la situación concreta en La Piedrita, creo que hay mucho que discutir con
Valentín y otros antes que sea demasiado tarde en lo que respecta al desgaste
de los grupos radicales revolucionarios y su ausencia de política sustituida
por relaciones de oportunidad con sectores de gobierno y la imposición de
fuerza a nivel territorial y demás que no tiene sentido comentar. Pero insisto
este no es el caso, el caso es UNA FOTO cuyo origen puede ser de cualquier lado
y que escandaliza porque da miedo. El problema no es el niño en sí que es lo
menos de lo cual se habla de lado y lado (unos los les interesa condenar el
hecho como la violencia manifiesta detrás del gobierno, otros dirán que es la
CIA penetrando el grupo de La Piedrita, todos pidiendo sus cabezas, mientras la
derecha confirma la relación del gobierno con el terrorismo de la FARC y el
narcotráfico). A todo el mundo le sirve la foto porque a nadie le interesa el
contexto desde donde ella se toma en donde la violencia inunda y a la vez anuda
todas unas relaciones de poder que nos aplastan desde abajo, impidiendo
precisamente lo que quiere el presidente: niños jugando y no armados. Muchos,
miles de niños presidente ¡están armados!, unos para destrozarnos y
destrozarse, piezas de la caverna del narcotráfico, expresión subterránea de la
contrarrevolución sangrienta que luego se completa con la aviación de la OTAN.
Otros, muy pocos desgraciadamente, toman un arman real o de juguete orgullosos
de ser parte, aunque sea teatro, del ejercito de liberación del pueblo. ¿Por
esta última va preso Valentín y todos en La Piedrita?. Admitir su prisión es nuestra
autoderrota, el triunfo del verdadero narcotráfico y los homicidas internos,
derechistas y racistas hasta el odio que ven en el poder del estado “poniéndoles
el orden que necesitan”.
Y más allá incluso de la violencia real, si tomamos el contexto simbólico y nos preocupan nuestros niños, deberían entonces expulsarse todas las importadoras de juguetes de este país, cerrar televisoras, acabar con escuelas alienantes, hasta el Blackberry para menores debería ser prohibido, porque todo ello es mil veces más perjudicial que un arma en manos de un niño. El caso es que son niños de barrio armados y detrás de ellos se ven figuras que aluden a una guerra por la esperanza, un cristo y una virgen armada; es decir, el germen de una rebelión general de la pobreza entre otras cosas contra todo el moralismo desde el concilio eclesial, Teodoro Petkoff y toda la mafia mediática hasta Mario Silva, lo cuales se sienten en la obligación de condenar cada uno apelando a sus razones de interés, razones que demuestran lo que solo a ellos les interesa demostrar, todo menos la situación de nuestros niños. Es terrible la criminalización de esta foto que infinitas significaciones tiene mientras el diario Ultimas Noticias tiene al menos diez fotos de putas todos los días entre sus “mercancías en venta”. En fin estamos en una sociedad de libre mercado mientras no se toquen las armas. Lo que aquí se está condenando y tiene razón la derecha y las camadas de burócratas es el pueblo en armas.
Un niño con un arma en mano no quiere decir nada desde ningún punto de vista, al menos que exista una razón primaria que lo condene, la cual no existe porque un arma es una creación humana infinita en cuanto a sus significados, desde el más aplastante y criminal hasta la más liberadora. La condena no es al hecho sino al que rompió con una moral tan hipócrita como todos los estamentos de una casta dominante que tiene prohibido violar las premisas básicas del Estado contemporáneo: “los únicos que tenemos derecho a la violencia somos nosotros”. Tengo entendido que esto era una obra de teatro, importa un carajo si este argumento es cierto o no y si no lo es será entonces porque los propios miembros del colectivo de La Piedrita caen en el mismo círculo de la moralidad maldita y el niño inocente, y de esa manera tratan de justificarse. Lo cierto es que este Estado no es ningún Estado revolucionario si alguna vez existió una cosa parecida a ese, sino que es un Estado penetrado de costa a costa por la estrategia del “paraestatismo” (poderes criminales y de hecho fuera de toda ley pero soportados en los estados mismos) y la corrupción que ya penetra todos los estados del mundo y en particular en este continente para desestructurar toda la avanzada revolucionaria que se vive desde hace más de veinte años. Es la estrategia final del neoliberalismo genocida que hoy presiden EEUU y Europa.
Que lindo sería una sociedad sin armas, mil veces más una sociedad donde el niño jamás supiese lo que es un arma ofensiva que se relacione con la muerte. La moral pública nos impone que eso debe ser así, la fachada de ella debe ser así, aunque todos los hechos nos indiquen la inmensa farsa que se esconde, empezando por un mercado “infantil” lleno de violencia. El caso de las fotos, y nuevamente insisto “de las fotos”, es un reflejo mas bien bellísimo tanto de la tragedia que vivimos día a día enfrentando un monstruo criminal que nos invade mucho antes de cualquier invasión “imperialista”, como de esta farsa generalizada que los niños la vuelcan por completo. Los niños que aparecen en las fotos de La Piedrita en ese sentido son las más lindas fotos de niños que podemos difundir, aplastando aunque sea simbólicamente todo ese mundo genocida que no esta fuera sino dentro de nosotros y nos llena realmente de muertos por toneladas y espiritualmente nos hunden en la fosa de la completa sumisión.
Después de Vietnam, de nuestros niños del 23 que por aquel 4 de febrero y 27 de noviembre del 92 donde, me consta fueron muchos los “menores” que ayudaron en una guerra pura y dura, sería una prueba de derrota total que se admita la detención o invasión de quien sea y donde sea por esta FOTO. Por el muy criticable caso de la práctica de los compañeros de La Piedrita y la lógica que imponen ciertos grupos en el 23, mi solidaridad total por las organizaciones combatientes y los niños dignos de nuestro pueblo.