El proceso que vivía Venezuela en
aquel año de 1992 era de toda una conmoción social debido al deterioro
persistente del estado económico del país, en particular de las clases
populares. En los cuarenta años de democracia puntofijista, la clase
gobernante se fué desgastando, cediendo a las presiones de la influencia
política, del amiguismo, de la lealtad partidista y desoyendo el
llamado de la ley y de la propia Constitución que ellos mismos
aprobaron, luego de la conmoción política a raíz de la caída de la
dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958.
La
consecuencia de todo este fenómeno fue el descuido de la educación
elemental y profesional a nivel popular, lo cual ha resultado fatal para
el país, de la atención médica, de la seguridad ciudadana, de la
construcción de viviendas económicas y vías de comunicación; en
consecuencia, la miseria y la inseguridad fueron en aumento constante
hasta llegar a niveles alarmantes. El descenso en el nivel de vida y la
inseguridad física incluso hizo mella en la clase media baja, la cual
también le dió la espalda a los partidos políticos.
La
continua llegada de gentes sin recursos del interior del país y de
inmigrantes de los países vecinos, en los cuales se vive peor que en
Venezuela, agravó la carga del Estado. Estos inmigrantes, carentes por
lo general de una adecuada formación profesional, se alojaron en
apretados ranchos que levantaron ellos mismos en las afueras de las
ciudades, agravando los problemas sanitarios, educacionales y policiales
que ya de por sí eran insolubles.
Los
resultados macroeconómicos de los tres primeros años de la
administración del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez son
satisfactorios, si los vemos bajo la óptica o el lente neoliberal: a un
primer año de contracción económica siguen dos de crecimiento: 5,3% en
1990 y 9,5% en 1991. EL déficit fiscal se reduce en el primer año por la
devaluación del bolívar, en 1990 por efecto de la guerra del golfo, y
en 1991 por las privatizaciones de empresas del Estado como la Compañía
Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (CANTV) y la Venezolana
Internacional de Aviación Sociedad Anónima (VIASA). Sin embargo, el
equilibrio en las cifras macro de la economía no se expresa en mejoras
del nivel de vida para el ciudadano común. Una alta inflación, niveles
de pobreza calculados para ese entonces en un 62% con un 30% en
situación crítica son el marco del año 1992. El ambiente político se
caldea cada vez más. La CTV repudia el paquete económico desde 1989, y
poco después se lleva a cabo la llamada "marcha de los pendejos" en
protesta contra la corrupción. El gobierno pretende aliviar las
tensiones sociales anunciando un ambicioso proyecto de ayuda y atención a
los sectores más débiles de la población. El llamado "Megaproyecto
Social" llega con retraso. Durante los meses finales de 1991 se difunden
fuertes rumores de golpe de estado. En enero de 1992 hay una reacción
general contra el impuesto al valor agregado (IVA).
En
1982 se funda una agrupación informal en las entonces Fuerzas Armadas
Nacionales denominada Movimiento Bolivariano Revolucionario 200
(MBR-200) cuya doctrina se apoya en el pensamiento de Simón Bolívar,
Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. La organización forma grupos de
discusión sobre la situación política y económica venezolana.
Progresivamente, surge en el seno del movimiento la idea de cambiar la
situación del país a través de una rebelión cívico-militar. Alegando la
situación económica y política, la incompetencia y la corrupción del
liderazgo civil, el MBR-200 organiza la "Operación Zamora" , cuyos
objetivos son derrocar al Presidente Carlos Andrés Pérez y constituir
una Junta de Reconstrucción Nacional. La insurreción comienza en la
tarde del 3 de febrero y estalla esa misma noche. A su regreso de Suiza,
el presidente Pérez es recibido en el aeropuerto por los ministros de
Defensa y Relaciones Interiores, quienes le informan de la asonada. El
presidente se dirige a la Casona; allí es informado del alzamiento en el
Zulia. Se va al Palacio de Miraflores que comienza a ser atacado a las
12 de la noche del 4 de febrero de 1992. EL presidente logra escapar a
Venevisión, desde donde se dirige al país, ordenando a los insurrectos a
deponer las armas.
El poder de la comunicación
se hace evidente. El gobierno muestra una imagen de control de la
situación. Las fuerzas leales al mando del Ministro de la Defensa
recuperan el Palacio de Miraflores a las 4 de la mañana y comienza la
rendición de las fuerzas insurgentes. A primeras horas de la tarde el
jefe máximo de la rebelión, comandante Hugo Chávez Frías, en uniforme de
campaña, aparece ante las cámaras de televisión, asumiendo la
responsabilidad absoluta del movimiento y solicita a sus compañeros
deponer las armas, pues los objetivos no se han logrado "por ahora". En
un país hastiado de que la dirigencia evada sus responsabilidades,
asumir la derrota militar de esta insurrección convirtió a Hugo Chávez
en un personaje conocido y popular. El presidente Pérez, en reunión del
gabinete, resuelve suspender las garantías constitucionales y decretar
el toque de queda, tal y como ocurrió por los sucesos del 27 de febrero
de 1989, es decir, tres años antes de esta sublevación.
El
5 de febrero el Congreso convocó a una sesión conjunta para considerar
el decreto presidencial; las fracciones políticas convienen en no
discutir los acontecimientos del día anterior y emitir un comunicado
repudiando el "intento golpista". No obstante, el entonces senador
Rafael Caldera, rompiendo la disciplina de su partido, sin justificar la
rebelión expresa que ella tiene, al menos, como pretexto el deterioro
de la situación económica y social. Sus palabras son una crítica severa a
la posición monolítica y conservadora de los partidos políticos de ese
entonces: " Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y
por la democracia cuando piensa que esa libertad y esa democracia no
son capaces de darle de comer". Por supuesto, con este discurso, Caldera
pusó en el terreno civil la discusión sobre los males de la democracia y
la situación del país. Obtiene de inmediato una gran popularidad, cuyos
frutos recogerá en las elecciones presidenciales de diciembre de 1993.
Pero
el triunfo de Rafael Caldera no significó el fin del puntofijismo, pero
sí del bipartidismo imperante en aquel entonces, puesto que obtuvo el
triunfo fuera de las filas del partido COPEI, que ayudó a fundar. Creó
una coalición con una nueva organización denominada CONVERGENCIA, y
partidos minoritarios que se denominó "El chiripero". Pero cinco años
después, el triunfo electoral de Hugo Chávez si significó el fin de un
ciclo y de una etapa tenebrosa en la historia de Venezuela.
Y
hoy, a veinte años de la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, y
de 13 años de la llegada del Pueblo al gobierno y al Ejecutivo Nacional a
través de Hugo Chávez, esta rebelión y esta gesta militar ha sido más
que legitimada por este Bravo Pueblo Venezolano. Honor y Gloria a los
caídos durante ese día, y recordemos que en estos momentos, no podemos
ni siquiera optar entre vencer o morir. Estamos obligados a vencer, y
más cuando restan 247 días para la Misión 7 de octubre.
Independencia y Patria Socialista!!!
Viviremos y Venceremos!!!
(*)Militante
del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y de la Red Nacional
de Tuiter@s Socialistas (RENTSOC), y del Frente Antiimperialista y
Socialista del Estado Bolívar (FASB). Moderador de los Programas
"Micrófono Abierto" y "Lo Que se habla", transmitido de lunes a viernes
de 12 m a 2 pm por la Emisora Comunitaria Llovizna 104.7 FM; y los
domingos de 6 a 7 pm por "La Voz de Guayana" 89.7 FM, respectivamente. http:// juanmartorano.blogspot. com/ http://juanmartorano. wordpress.com/ . jmartoranoste r@gmail.com , j_martorano@ hotmail.com ,juan_ martoranocastillo@yahoo. com.ar . @juanmartorano (Cuenta en Tuiter).