El ejercicio aritmético luce convincente, la histeria pirómana infunde las peores sospechas, además La Hojilla denunció tumultos de cédulas y listas en un basurero, lo que revela que es solo pretexto eso de que quieren proteger la identidad de sus votantes ante la saña chavista. Pero ninguno de esos hechos excluye del todo, apodícticamente, la posibilidad de los tres millones. Apodíctico, según el diccionario de la Real, es «incondicionalmente cierto, necesariamente válido». O sea.
No soy enemigo de los ejercicios intelectuales, como los llama Earle, más bien soy adicto a ellos. Pero «no basta rezar», como también canta Alí. Sí, son aviesos, perversos, despiadados, bellacos y palabrotas no imprimibles. Está bien, no deben volver a mandar. Pero no basta con desearlo, con hallarlo lógico, con no puede ser. Ya pasó en Nicaragua…
Es escandaloso que luego de 13 años no hayamos podido penetrar esa costra ideológica. Estamos traspasando la coraza de la pobreza extrema, hemos alfabetizado a millón y medio, hemos salvado 17.000 pares de pies diabéticos, hemos devuelto la vista a cientos de miles, hemos construido el Metrocable, hemos editado millones de libros y repartido un millón de Quijotes gratuitos en las plazas. Y mucho más. Pero nada que podemos con ese votante pertinaz que elige a sus verdugos más feroces, los que le quitan el derecho a la vivienda y al automóvil mediante estafas inmobiliarias y crédito indizado. Es un votante irracional, pero no hemos hecho mucho para dirigirnos a él. Más bien lo ofendemos y lo terminamos de enajenar, yo incluido. ¿Es llamándolo marico como debemos encarar este desafío? Dejemos eso para Ramos Allup, que habla maripositas. ¿Qué tiene que ver la preferencia sexual de nadie con su opción política? ¿Es revolucionario el prejuicio? (http://j.mp/hJlCis).
«No hay cuatro millones de oligarcas en Venezuela», dijo Fidel. Van cinco. ¿Somos incapaces de impedir que sean seis? ¿Qué hacemos con los que Luis Britto García llama los «matavotos»? Los veo y padezco todos los días.
Es un desafío intelectual de escala planetaria. Porque hay millones de Homeros Simpson creyendo que merecen sus frustraciones. Ya han comenzado a descubrir que los están trampeando, pero poco a poco y por allá. Aquí el proyecto socialista impide su ruina y creen que es el capitalismo. Por ahora son vanguardias las que ocupan Wall Street.
El desafío es nuestro Tea Party. Con cualquier dosis de racionalidad que introduzcamos en su discurso, por homeopática que sea, vamos ganando. No opongamos irracionalidad a irracionalidad, emocionalidad a emocionalidad, porque es así como hemos dejado que crezca la bestia.
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