El 11 de abril del 2002 la línea política comunicacional recibida y ejecutada por los golpistas fue clara: “CERO CHAVISMO EN PANTALLA”. Cuando los canales privados dividieron la pantalla durante la cadena presidencial se colocaron al margen de la ley y abiertamente se sumaron al golpe. Tratándose de una operación bien planificada a sabiendas de que les tumbarían la señal, de inmediato la restituyeron por satélite y unas horas más tarde tenían el control de todo el espectro radioeléctrico.
Para ese momento, Enrique Mendoza ya había hecho su “celebre” declaración: “Esa Basura que se llama el canal 8 vamos a sacarla fuera del aire, va fuera del aire“. Ya sin rival, con el terreno mediático completamente despejado, se dedicaron a narrar la historia de un golpe en desarrollo. Historia macabra en la que unos “pistoleros” le disparaban a la “sociedad civil”, los francotiradores pertenecían a los Círculos Bolivarianos y Chávez era el responsable de todas las muertes.
Cómo estaríamos de incomunicados y desorientados que la emisora religiosa Fe y Alegría era la única que desentonaba con el coro golpista y el Fiscal General Isaías Rodríguez tuvo que engañar a los medios para poder anunciarle al país que Chávez seguía siendo el Presidente y que no había renunciado. Entre tanto, los demás canales pasaban comiquitas. Esto pasó a la historia como el Blackout informativo de los medios en Venezuela.
Todavía recuerdo la ansiedad con que el 12 de abril veíamos televisión tratando de saber algo más de lo que “realmente” estaba pasando. A cambio, nunca olvidaré la imagen de Erika dela Vega, en que la “fresca” animadora de un programa de concursos de RCTV aparecía muy sonriente mirando fijo a la cámara y diciéndole al país chavista, que moría de incertidumbre por conocer el destino de su líder cautivo: “No llores más por ese señor. A ese lo que le sale es muerte súbita”. Y mientras decía estas últimas dos palabras se pasaba el dedo índice por el cuello en gesto de muerte. Nunca antes vi tan de cerca la cara del fascismo.
Por entonces no existía Twitter y el máximo poder mediático lo detentaba la radio y televisión. Se supone que de haber tenido una herramienta de comunicación masiva e “independiente”, la historia del golpe del 11 abril habría sido distinta. En vez de “gobernar” 47 horas probablemente no habrían llegado a 24. ¿Se imaginan el tremendo poder que en circunstancias extremas significan miles de ciudadanos en red, con un medio de comunicación de bajo costo y al alcance de un teléfono móvil?
Tal vez no debamos ilusionarnos tanto. Conocemos el alcance del Twitter en tiempos de “calma” y lo bueno que sería en tiempos de guerra. Pero, he aquí la mala noticia, todas las redes sociales, especialmente Twitter, son vulnerables. En última instancia no resulta difícil para el Imperio intervenir o bloquear las comunicaciones de cualquier país y con ello provocar nuevos “Blackouts” informativos en el momento en que más les convenga. En los países de la llamada Primavera Árabe esto quedó ampliamente demostrado. A la hora de la chiquita el Imperio mediático no va a compartir su poder tan fácilmente con millones de ciudadanos.
He aquí el peligro de las redes sociales y especialmente el Twitter por el que podemos llegar a desarrollar una fuerte adicción: Que ante un repentino Blackout de redes sociales nos deje todavía más desmovilizados y con síndrome de abstinencia. Todavía sigue siendo una poderosa herramienta para el debate político en 140 caracteres y, sobre todo, para dejar en evidencia el fascismo manifiesto de gente como @PadreJosePalmar, @SiciliaStandup, @laBichaOficial, @Proctologo, entre otros. Pero debemos estar claros que en un nuevo escenario abiertamente insurreccional y golpista posiblemente no dispondremos de esta herramienta o repentinamente podrían ser suspendidas o hackeadas nuestras cuentas. Y eso es parte de esta guerra que como dice Manuel Bazó “…es algo que ocurre mientras estamos sentados frente al televisor” y cuyo objetivo a conquistar es “la conciencia de los consumidores de información” (http://www.aporrea.org/oposicion/a137178.html)
Sin embargo, mientras no estén dadas las condiciones para una censura tan abierta que afecte a millones de personas, ensayan otras objetivos que parecen apuntar a una nueva línea que podríamos definir “Cero chavismo en Twitter”.
Evidentemente controlar una comunidad con millones de participantes no resulta sencillo, y en el caso de que Twitter llegara a encontrarse totalmente subordinado a los poderes imperiales, suspender a los 2.600.000 seguidores de @Chavezcandanga tendría un costo político muy elevado. Por ahora están ensayando un plan más efectivo y simple: Ataque selectivo a cuentas de alto contenido militante con más de 2.500 seguidores. El modus operandi se conoce como “Operación BAS” aunque no está del todo claro. Parte del supuesto que si muchos usuarios denuncian una cuenta como Spam al mismo tiempo, esta será suspendida en pocos minutos. Sin embargo, hay razones para sospechar que la masiva red social pueda ser cómplice y haberse prestado deliberadamente a estas suspensiones.
El sábado 25 de febrero alrededor de las 9 pm. Twitter nos suspendió la cuenta a un grupo de activistas abiertamente identificados con nuestro Presidente. Mi cuenta suspendida @Cathebaz tenía 2.785 seguidores. Aclaro que no soy hacker y que nunca violé ninguna de las reglas del Twitter; pero sí me dediqué, sistemáticamente, a responderle y desenmascarar a quienes abiertamente le desean la muerte a mi Presidente y sin embargo todavía no han sido suspendidos por eso.
La buena noticia es que, al menos en mi caso, el tiro les salió por la culata. En dos horas, a través de mi nueva cuenta @Catherinebaz, ya había recuperado más de 500 seguidores, la solidaridad chavista por 1era. vez me convirtió en tendencia del Twitter en Venezuela y la respuesta recibida hasta la madrugada fue tan contundente que llevamos al primer lugar la etiqueta #SuspéndemeTwitter como medida de protesta contra esta arbitrariedad.
Después de esta respuesta en bloque, los perros de la guerra mediática y sus jefes por lo menos saben que no la tienen tan fácil. Y que si se meten con uno se meten con todos. Mientras se pueda, seguiremos tuiteando, para responderles, desenmascararlos y, si esto fuera posible, exorcizar su odio… Pero la verdadera batalla, la gloriosa, la contundente, la que no es virtual, será el 7 de Octubre y será en la calle. Esa noche nos vemos en el balcón del Pueblo para celebrar porque ¡Viviremos Y Venceremos!
¡Que Viva Chávez Carajo!
bazocatherine@gmail.com
Profesora PFG en Comunicación Social
Universidad Bolivariana de Venezuela