En las últimas semanas los venezolanos hemos presenciado un sordo pero feroz enfrentamiento entre diversas tendencias de la burocracia que se autodenomina “revolucionaria”. Ya en documentos anteriores (septiembre de 2004 y enero de 2005) expusimos nuestra tesis de que luego del referéndum, lo planteado en Venezuela es la disputa por el rumbo que toma la revolución.
Una vez que los representantes visibles de la derecha fascista han quedado derrotados luego del referéndum y de las elecciones regionales del 31/10/04, la disputa política se ha trasladado al interior del chavismo. Eso lo dijimos hace más de seis meses, y los acontecimientos actuales lo ratifican.
El diputado Luis Tascón ha sido objeto de una “purga” en el MVR. Extrañamente, no se sancionó a Freddy Bernal, quien llamó públicamente a su “camarada de partido” Juan Barreto con calificativos bastante subidos de tono, además de que ambos alcaldes se enfrentaron públicamente, en las calles de Caracas, acusándose de fraude en las elecciones internas de su partido. Igualmente han sido purgados algunos dirigentes del MVR zuliano, y parece que la cortada de cabezas aún no termina.
Las disputas al interior del MVR son reflejo de contradicciones entre distintos grupos burocráticos por el control del partido y de los espacios de poder dentro del Estado. En realidad no existen buenos y malos en estas peleas intestinas. Todos son malos, en el sentido de que ningún bando asume públicamente la defensa de los principios fundamentales bajo los cuales se ha construido esta revolución bolivariana.
En otras palabras, no hay nadie dentro del MVR que esté defendiendo la democracia participativa y protagónica. Nadie se desmarca de las conductas puntofijistas que reproducen fielmente los vicios y corruptelas que condujeron en el pasado a que el pueblo le retirara el apoyo a los adecos y los copeyanos. Porque, ¿acaso no es puntofijismo el que un partido sancione a un diputado por decir públicamente sus ideas? ¿Y no es puntofijismo también el que dicho diputado acate obedientemente las sanciones, repitiendo la conducta de los eunucos militantes adeco-copeyanos de las últimas décadas?
¿Acaso el pueblo venezolano no se pronunció en las calles, desde hace más de 15 años, con un costo considerable de muertos, heridos, detenidos y perseguidos, cuando la democracia de la cuarta república imponía el poder de los partidos por encima del poder soberano del pueblo? ¿Porqué los estudiantes venezolanos, en 1987, 1988, quemaban las casas de AD y COPEI en sus protestas, y apedreaban a las instituciones públicas que estaban de espaldas al pueblo?
¿Es que después de tantas vueltas vamos a llegar al mismo punto, en el cual la soberanía del pueblo ha terminado escamoteada por unas camarillas de corruptos y vividores que actúan de espaldas al pueblo?
El caso de La Hojilla es patético. Un “revolucionario” de última hora se proclamó juez supremo de la revolución bolivariana, con derecho a denostar de todo aquel que no se pareciera a sus ridiculeces, con el apoyo de un par de ciudadanos que le reían y coreaban todas sus “ocurrencias”. Flaco servicio le hacían a la revolución en términos reales, aunque reconozcamos que eran apoyados por sectores significativos del pueblo chavista. Resulta ahora que el trío de La Hojilla se peleó entre sí, por razones hasta ahora desconocidas, y el programa pasó a la historia, más rápido que canta un gallo. Según una censurada carta que por minutos publicó uno de ellos en Aporrea, la causa de la disputa parece conducir a terrenos bastante tenebrosos, en los cuales estaría de por medio una investigación poli-militar. Según nuestro héroe, las razones habría que buscarlas en su “sólido compromiso con la revolución cubana”, si entendí bien lo que escribió. De cualquier forma, la conclusión es que nada sabe el pueblo sobre las causas reales y verdaderas que condujeron a la crisis de La Hojilla. Nuevamente la democracia participativa y protagónica es pateada por unos individuos que consideran que hay verdades que el pueblo no debe conocer.
Igual razonamiento se aplica a la crisis dentro del MVR. En vez de generar un debate amplio y participativo sobre las diferentes ideas y tendencias políticas en disputa, el partido de gobierno está recurriendo a la más ortodoxa purga estalinista-neoadeca. Las diferencias políticas se silencian comiendo arepas, o simplemente se acallan mediante sanciones, como si las ideas se pudieran negociar o suprimir por la fuerza. Una verdadera democracia promovería un debate público que abordara todos los puntos en los que hubiera diferencias. Pero el camino que se recorre es el de la represión, y el de la negociación oculta, que lleva a que algunos “próceres de la revolución” cambien de opinión cada 24 horas.
Desde enero de 1999 hemos dicho que el MVR, al asumir el poder, no era ni la sombra pálida de lo que representó Acción Democrática cuando Betancourt ganó la presidencia en 1958. Un partido de mediocres, formado en base al que llegó primero, y no construido sobre el trabajo social perseverante, como ocurrió en el caso de todos los partidos históricos venezolanos, difícilmente podrá estar a la altura de los retos que la historia le impone.
En el caso del Estado Zulia, la crisis en el MVR está sirviendo para fortalecer a las tendencias más derechistas y entreguistas dentro de dicho partido. Como hemos denunciado antes, la autodenominada “línea dura” tuvo una gran responsabilidad en la derrota electoral del general Gutiérrez. Este sector del MVR, junto a la dirigencia de Podemos, PPT, Lago y Por Maracaibo, llamaron a no votar por Gutiérrez y con ello favorecieron abiertamente a Manuel Rosales. Hoy en día presenciamos el mismo cuento. Se le está entregando el Zulia en bandeja de plata a Manuel Rosales, cuando todos saben que detrás de manuelito está el imperio.
Las sanciones e intervención en el Zulia persiguen terminar de destruir cualquier asomo de consecuencia revolucionaria que pudiera existir entre la dirigencia regional, para imponer democráticamente una nueva dirigencia títere, que será presentada como “flamantes representantes de la base partidista”, pero que en el fondo no serán más que marionetas a sueldo de los verdaderos dueños del circo, es decir, Calixto Ortega, Di Martino, Cabezas y el general Martínez (Corpozulia), todos en amplias y públicas componendas con el gobernador Rosales.
Personalmente conozco desde hace años al colega profesor Nelson Araujo, uno de los sancionados en la dirección zuliana del MVR. Puedo testificar de que en él destacan dos características básicas: su honestidad a toda prueba, y su condición de militante genuino de izquierda. Tal vez su defecto sea la ingenuidad política. Ha terminado siendo devorado por las pirañas con las que convivía en una organización de la cual me retiré en 1997, cuando constaté la poca calidad humana de individuos como Durán Centeno y Silvestre Villalobos.
El caso Manuit es también reflejo de una pelea burocrática entre sectores no calificados para hablar de honestidad. Probablemente Manuit sea un mafioso, con multitud de actos de corrupción, como lo acusan diversos parlamentarios. ¿Pero, acaso no hay mafiosos dentro del MVR? La pregunta habría que hacerla al revés. ¿Dónde están los honestos entre la alta dirigencia chavista?
Si la pelea fuera simplemente dentro de la burocracia, no habría ningún problema. Pero estas pugnas intestinas reflejan, primero que todo, que quienes están al frente de numerosas instituciones del Estado no calzan las botas revolucionarias para estar allí. El pueblo es el primer afectado por la mala administración de tanto pillo coleado dentro de la dirigencia chavista. Y en segundo lugar, la burocracia está arremetiendo fuertemente contra todo lo que huela a organizaciones populares y luchas reivindicativas.
Tenemos el ejemplo patético de la lucha contra la explotación del carbón en el Zulia. Las organizaciones y dirigentes que la promueven han terminado siendo acusados de ser agentes de la CIA, pagados por alcaldes de oposición, o incluso de ser directamente extranjeros infiltrados en el país.
Otro caso reciente es el allanamiento ocurrido en la Radio Alternativa de Caracas, y la arremetida de CONATEL contra las emisoras comunitarias organizadas en ANMCLA.
De igual forma, tenemos la acción de los grupos que controlan el ministerio del trabajo y que actúan contra los sindicatos clasistas y revolucionarios. Un ejemplo de ello es la negativa a registrar la Federación de Trabajadores UNT-Zulia, la cual desde febrero introdujo los respectivos recaudos en Caracas. Para no mencionar la cantidad de trácalas pro-patronales que se suceden en las distintas inspectorías del trabajo.
Lo que sucede en el INTI-Zulia, en dónde se ha nombrado a un representante de los ganaderos como director regional, el cual es hermano del alcalde de Machiques, conocido por sus vínculos paramilitares, y que se hace el ciego, sordo y mudo ante los continuos asesinatos de campesinos y el desalojo de indígenas de sus tierras ancestrales.
Y no hablemos de PDVSA, en donde la burocracia dirigente expulsó a los revolucionarios consecuentes, acusándolos de corruptos, y Chávez se ha comido ese cuento chino, cuando los que verdaderamente están robando y saboteando son los máximos dirigentes, comenzando por los ministros, vice-ministros y exministros.
Ciertamente la burocracia se está cocinando en su salsa, pero al mismo tiempo, los sectores más retrógados y derechistas dentro ella (casi todos, por cierto), se preparan para arremeter contra las organizaciones populares que mantienen una conducta autónoma e independiente en términos de clase.
Quienes reivindicamos la democracia de la calle, la que terminó de nacer aquel 27 de febrero de 1989, la que permitió que el 13 de abril del 2002 se retomara el poder, alertamos ante este proceso de descomposición acelerada que vive la burocracia chavista. Sólo la acción unitaria de los movimientos sociales podrá constituirse en un camino claro para enfrentar la arremetida burocrática, manteniendo en alto los principios fundamentales de la revolución bolivariana.
Maracaibo, 11 de mayo de 2005
Roberto López Sánchez es miembro del Movimiento 13 de Abril–Proyecto Nuestra América y miembro de la Coordinación de la UNT-Zulia
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