Se puede y debe discutir sobre, digamos, la privatización de Pdvsa; las ventajas de la fotografía en blanco y negro y sobre la de colores; si es posible acelerar un neutrino más allá de la velocidad de la luz; cuán posible es tramitar códigos cualitativos en contextos cuantitativos; todos temas válidos y valederos. Tienen derecho de ciudadanía en el mundo académico, intelectual y ciudadano en general. Algunos son temas que se hunden en la antigüedad filosófica: el primado de la mente sobre lo real en el idealismo o viceversa en el realismo; el dualismo alma/cuerpo; el derecho divino de los reyes; la batalla entre antiguos y modernos; Bías contra Fortuna o Don Carnal contra Doña Cuaresma; la transmigración de las almas; el paradigma tolemaico; el 0; los números transfinitos.
Si alguien argumenta primado del mercado o de la oferta, lo que en inglés llaman supply side economy, vaya duro, vamos a discutirlo, por más que sus argumentos parecen una mamadera de gallo. Me dirá alguien que hay que contentar la inversión, para que goce, bajarle los impuestos, cantarle canciones, tocarle pianito, darle lo que pida por esa boquita y cómete un dulce, que es para que tú goces, papi/mami (tacha lo que no corresponda). Está bien, luce ridículo y, a poco analizar, falso, si no me crees pregúntale a un griego, pero vaya, es una tesis que merece respeto por pelada que esté (me parece, a lo mejor el pelado soy yo y no es verdad que en España una de cada cinco personas está en desempleo y como que viene peor, luego de aplicar esa tesis).
Hay en la calle cantidad de tesis rumorosas como esa, que si hay que restringir el gasto público, es decir, que se jodan los enfermos y el que venga atrás que arree y para qué ayudar viejitos y pobres que, de paso, tienen la culpa por no haber ahorrado cuando jóvenes y ahora hay que echárselos al hombro; que ayudar a madres solteras es incitar la sinvergüenzura y la fornicación (pregúntale al Opus Dei). Está bien, luce despiadado y brutal, pero se puede y se debe discutir. Es más, hasta el capitalismo popular se vale.
Pero, ¡por favor!, no voy a discutir cómo se conjuga el verbo responsabilidad; ni si los europeos no usan desodorante; o «no acateremos» (sic). Y los disparates que faltan de aquí al 8 de octubre.
roberto.hernandez.montoya@gmail