Los que creyeron que Chávez no salía de esta, se volvieron a equivocar. Chávez regresó exitoso después de la segunda intervención que se le realizara en La Habana. El submundo de la maledicencia, la denigración y la mala fe hizo otra vez el mas espantoso ridículo que haya estimulado jamás la mas burda desventura humana. No se puede decir menos de quienes a costa de lo mas sensible que puede padecer un cristiano, como lo es una enfermedad, se tejan con alevosía, contumacia y cobarde reincidencia toda una satánica campaña para desear los peores padecimientos a un hombre que tan solo ha hecho todo lo concerniente para elevar las condiciones de vida de los mas necesitados de este país. Los diarios mas furiososamente contrarrevolucionarios y apátridas no escatimaron esfuerzos en el tiempo ni en el espacio, para despepitarse en titulares de la más baja calaña y los deseos más peregrinos contra el presidente de esta patria que tratan sin conseguirlo de llevarse por los cachos, cuando no pueden contener los vómitos de odio cosechados en sus entrañas contra las clases más desposeídas de Venezuela. Pero olvidan los feudatarios de la ignominia, siempre condenados por la historia, que los pueblos se oponen con furia a quienes a su vez se oponen a su redención. Y Chávez es el puntal de esa redención. No han entendido los poleos, los teodoros, los zuloagas y los capriles que desatinan en sus tropelías cuando buscan desesperadamente a Chávez para descargar en él toda la ira que les despierta la revolución. No entienden esos medios de comunicación escritos cuyo formato de grande solo le queda su íngrima soledad, que este pueblo ya entendió que la riqueza que por nobleza de la naturaleza yace en sus espacios, es propiedad de todos los que en esos espacios hayan venido al mundo y que Chávez es tan sólo un vehículo de conciencia que intenta satisfacer la necesidad de distribuir esa riqueza lo mas equitatativamente posible. Y al parecer nunca lo entenderán. Peor les será entonces. Porque la presencia de Chávez otra vez por las calles de Venezuela tiene un alto significado que no se debe obviar. Y es que cuando la circunstancia natural llegue, de que Chávez tenga que partir de este mundo, su omnipresencia será superior por los cuatro costados de la patria y para siempre esta revolución quedará con él, asentada en la conciencia de la Venezuela redimida.
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