Las mentalidades de la burguesía criolla

El concepto “BURGO” ha provocado una discreta discusión de opinión entre historiadores, particularmente, entre europeos, más concretamente, entre alemanes y españoles. Unos, los alemanes, consideran que el término “burgo” apareció por primera vez en lengua germana refiriéndose a las realidades que se expresaban en los pequeños espacios urbanos que se desarrollaban en la Germania de la Alta Edad Media; mientras que los españoles consideran que el propio proceso de la Reconquista fue conformando esos espacios urbanos que la juridicidad le fue otorgando a aquellos miembros de la sociedad medieval que se incorporaban a aquel proceso histórico de expulsión de los “moros” cuando conquistaban espacios geográficos y se asentaban formando pequeñas ciudadelas con sus campos de labranza. Para mayor claridad, quizás los podríamos asemejar con aquellos “pueblos de frontera” tan bien estudiados por Pablo Ojer que, siendo muy flexibles, podríamos asemejarlo a ese proceso de permanente rebeldía que se expresó en nuestros llanos también estudiados por Miguel Izar.

El “burgo” era un espacio geográfico-urbano con castillo, iglesia, casas, plaza y, obvio, habitantes que, generalmente, dependían, jurídicamente, de una villa. El castillo, hogar, dulce hogar, del señor feudal y su servidumbre. La iglesia, en representación del poder papal en suelos terrenales. Casas tanto de habitación como posadas-tabernas. Plaza donde se celebraba la cotidianidad del mercado y, en tiempos sagrados, las correspondientes ferias pero, también, se expresaba la presencia de un lugareño, generalmente, sefardita, quien sentado en “un banco” tenía a bien el manejo y cambio de las monedas extra-urbanas por monedas locales. Y, por último, los habitantes en su diversidad laboral, es decir, en correspondencia con la “división del trabajo” según sus oficios y adhesiones a cofradías por especialidad laboral. A este habitante se le dio el calificativo de “burgués”. A todo ello debemos agregar al campesino quien aunque no viviendo dentro de los espacios del burgo-villa si formaba parte de la economía que generaba aquella realidad. En ese orden, algún historiador ha considerado que del burgo y por el burgo comienzan a aparecer los primeros pensamientos en experiencias de una economía que, en el transcurso de los tiempos, serían la base fundamental del capitalismo. La pregunta obligada sería: ¿Cómo fue el proceso que aquel concepto de “burgués” se transformó en la actual denominación de “burgués-burguesía” y, obviamente, el por qué de ese proceso lingüístico-ideológico? Cabría la inquietud de buscar conocer sí nuestra burguesía criolla tiene similitudes a las burguesías europeas a la que tanto admiran y buscan asimilar en imitaciones. Recordamos que durante la clase magistral introductoria dictada por el Dr. Germán Carrera Damas a los participantes en la Maestría del CENDES nos comunicó, entre otras “perlas”, ciertas e importantes diferencias demostradas entre ambas burguesías cuando precisaba las diferencias entre Disney World-Orlando y esquiar en Suiza; quizás, por ello, aquel candidato a alcanzar aquella silla “lusinchesca” escribió en alguna oportunidad que “…los venezolanos no somos suizos…”. En fin, pareciera que nuestra burguesía criolla adolece de algunos paradigmas y, obvio, experiencias laborales por las cuales han caminado las burguesías europeas aun y con sus testas coronadas. Por cierto, esas añoranzas se expresan en El Universal y sus “exquisitas” noticias sobre “los sangre azul” europeos que son esperadas, leídas y conversadas por nuestra burguesía criolla en “perfecta decadencia”.

Lo anterior nos trae a la memoria aquel texto de Umberto Eco: “La Edad Media ha comenzado ya” en “La Nueva Edad Media” (Alianza Editorial. Madrid, 1995, pp. 7-34) cuando reflexionamos sobre las propuestas y decires de nuestra burguesía criolla bien a través de sus medios de comunicación, bien en sus manifestaciones, slogans, carteles y panfletos, bien cuando hablan las asociaciones de “empresarios”(sic) “llorando” los malos tratos de la Revolución Bolivariana cuando no los ha convocado a “una tripartita” para opinar-imponiendo sus criterios sobre la relación “plusvalía-asalariado”; de eso se trata de “asalariar” al trabajador en la nueva modalidad del “modelo alemán” en la reingeniería capitalista en su relación “capital-costos”. Definitivamente, el burgués criollo ha estado y continúa estando “achinchorrado” (don Rómulo Betancourt)

Pero ¿cómo se expresa la burguesía criolla actualmente en este nuestro proceso revolucionario liderado por Chávez Frías? Pues vayamos al órgano de prensa de una de las calificadas burguesías criollas porque no todas son iguales aunque todas aspiren a títulos nobiliarios y/o “una pasadita de mano por los hombros” de aquel que la UGT, las CC.OO., los catalanes y los vascos lo mandaron a mantener prudente silencio ante la realidad de más de 5 millones de parados donde más del 50% de esos parados son jóvenes independientemente de su educación. Esa burguesía criolla necesita desmontar las bases fundamentales a las que se refería el General González González en el programa “José Vicente hoy” (domingo, 25 de marzo, 2012) cuando precisaba que ésta, nuestra Revolución Bolivariana, es, conceptualmente y en su praxis, bolivariana, humanista, socialista sustentándose en nuestros ancestros aborígenes y afro-descendientes.

En ese orden, precisamente, ese mismo domingo, arriba referido, El Universal, publicó una entrevista con Elías Pino Iturrieta: “La Historia sin fin” (El Universal. Caracas, domingo, 25 de marzo de 2012, pág. 3-8). Debemos precisar que nos permitimos opinar que Pino Iturrieta es el historiador experto en el campo de las ideas además de excelente docente según nos han expresado los alumnos que han cursado alguna de sus materias dictadas tanto en la Escuela de Historia-UCV como en la UCAB. Dicho esto, nos adentramos a expresar nuestras modestas ideas.

Es de toda lógica que El Universal haya entrevistado a Pino Iturrieta en consideración de su especialidad en el campo de las ideas como nos hemos referido más arriba. El discurso argumental de Pino Iturrieta es, claramente, lógico-formal. No podía ser de otra forma porque si, en la honestidad del historiador más que en su objetividad al analizar “hechos históricos”, sí es que el historiador pudiera alcanzar la objetividad histórica (Edward H. Carr. ¿Qué es la Historia?), Pino Iturrieta incursionara en la argumentación lógica-dialéctica, se hubiera visto obligado a equilibrar todas las variables obligantes al momento de realizar un acercamiento objetivo al proceso de nuestra Independencia porque consideramos que Pino Iturrieta debe tener algún conocimiento de qué es un proceso de confrontación bélica, es decir, de guerra más cuando esa guerra es, en conciencia social, por la libertad-independencia de un pueblo que se expresa en su carácter teológico-natural en su componente social e individual como ser creado. Es decir, si Dios nos hizo libres, es de toda lógica que una sociedad referida cuando se encuentra y se siente sometida por factores externos (en este caso concreto de nuestra Independencia cuando la corona española se abrogaba todos los derechos sociales, económicos e ideológicos) busque subvertir y contravenir el status quo colonial hacia la imposición de un gobierno propio, nacional, ideológicamente diferente a los paradigmas colonias, económicamente independiente y alcanzar el estado internacional que le corresponde como nación soberana y libre. Es decir, cuando analizamos y aceptamos la civilidad inicial del proceso de nuestra Independencia debemos, obligadamente, aceptar que, posteriormente, ese proceso, en expresión civil, se convirtió en un proceso donde aquella civilidad se convirtió en estamento militar que fue, efectivamente, aquel que alcanzó por la derrota militar a las huestes de aquella “testa corona” borbónica, la Independencia por lo que, objetivamente, debemos aceptar, obligadamente, que la Independencia de nuestra Patria se alcanzó gracias a la “vida y sacrificio” de aquellos guerreros que provocaron la admiración de un militar como el español, Pablo Morillo y Morillo. 

¿Estamos con nuestra argumentación disminuyendo, desechando, ignorando la

importante participación de lo civil en el proceso de nuestra Independencia? Para nada pero nada se hubiera alcanzado sino hubiera sido por aquellos y aquellas militares que lo dieron todo por nuestra libertad, independencia y dignidad de Patria. Pero vayamos al texto de la entrevista. El entrevistador (Daniel Fermín) comienza citando a Jean Paul Sartre: “…el pasado puede modificarse…” (Idem) Extraña que Pino Iturrieta hay aceptado esa aseveración siendo historiador porque sabemos, profesionalmente, que el pasado NO puede ser modificado sino “interpretado” cual es profunda y conceptualmente diferente. Como se interprete un pasado específico-elegido para su análisis, está íntimamente relacionado con el cuerpo de ideas a las cuales el historiador haya, voluntaria e intelectualmente, decidido adherirse.

Otra frase del interrogador sería cuando comunica que “…[Pino Iturrieta] ofrece pistas para reconstruir los hechos [históricos a analizar]…o como si diera otra versión de una historia sin fin (sic)…” (Ibidem).El periodista citando a Pino Iturrieta transcribe que, en el primer capítulo de su obra (La Independencia a palos), expresa: “…se trata de poner a la Independencia en su justo sitio, ni tan calva ni con dos pelucas, sin disminuirla pero sin engordarla…” (Idem) Lógico que quien es un vocero del status quo de las derechas social-demócratas criollas se exprese con insinuaciones ideológicas tendenciosas para, quizás, justificar su tesis de que lo militar-nacional no solo no fue lo importante en el proceso total de la Independencia sino atacar, por mampuesto, el proceso cívico-militar de ésta, la nuestra, en segunda Independencia, Revolución Bolivariana. Pero tratemos de analizar la frase transcrita de autoría de Pino Iturrieta.

Nos permitimos considerar como una “exageración subjetiva” la frase: “…se trata de poner a la Independencia en su justo sitio…” Probable es que ni siquiera el osado de aquella tesis de “El fin de la Historia” pudiera tratar de alcanzar tamaña objetividad histórica burguesa. Cualquier historiador conoce que alcanzar la “objetividad absoluta” en un “hecho histórico” es imposible más aún cuando se trata de todo un proceso histórico como es un proceso independentista. Nos explicamos.

¿Cuál es el “…justo sitio…” de un proceso histórico cargado de múltiples factores humanos, circunstancias geográficas, contradicciones por el poder, liderazgo, personalidades, traiciones, sicologías telúricas, avituallamiento, teoría militar, por cierto, novedosa, ética y moral, nuevas teorías políticas, por mención? No solicitamos humildad pero si honestidad de historiador aún en propias ideologías personales. Por ejemplo, Simón Bolívar con su personalidad, sus angustias, su bravía, sus conceptos humanísticos y políticos, nos preguntamos: ¿cómo ello influyó en el proceso independentista; porque la Independencia, como concepto global de ese proceso histórico, fue un proceso humano, civil en su primera etapa para convertirse en un proceso militar-humano en su etapa fundamental porque sin “las armas”, en aquellas circunstancias concretas, jamás y nunca, se hubiera alcanzado la “libertad” de los pueblos latinoamericanos? Debemos aclarar con la finalidad de evitar “malos entendidos” que ésta, nuestra Segunda Independencia, es pacífica, democrática, humanista, socialista y armada, sí ello es necesario.

delpozo14@gmail.com 

 



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Miguel Ángel del Pozo


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