Soy un líder robusto de inquietudes que suda apasionadamente cuando no estoy envuelto en aire acondicionado, lo que hace que mi cuerpo se ponga en stand by, por eso y solamente por eso, me vuelvo venático ilusorio y pienso por demás en el otro candidato que me maltrata con muchos puntos por encima en los talones de las encuestas, por lo que ahora mismo me encuentro en un punto de Colombia buscando un poco de oxígeno neogranadino que me permita disipar las penas que le causo a la oposición y a la oligarquía venezolana cada vez que aparezco en público.
Y como los voltios de mi estabilidad de aceptación están en niveles de preocupación, hice maletas y me vine a darme unos baños de acoplo corporal y espiritual en las aguas termales de la ribera de la comprensión versátil colombiana que deshaga la negatividad que pulverice el desánimo de captación en que caí y a la vez saturar la buena intención que fortalezca la dualidad tanto de las mentiras como de las verdades, ya que más son mis palabras cargadas de mentiras que atascan las verdades que con facilidad las oculto y en ese descalabro de la comprensión mediática me vuelvo irónico sustancioso que hasta dudo de mi capacidad política y como el carismático ex presidente Uribe goza en alto grado de buen lastre de estratega político y humanista, he hecho, por lo tanto de tripas corazón en mi estadía fugaz acá con la inmediatez de gozar de su confianza que me dé el sustrato de su capacidad creadora de la crucifixión hacia otros que hagan posible enderezar las cargas in situ interpuestas dentro de la campaña que me favorezca en el pretil de arrastre rápido en la consideración que enrumbe mi causa servil hacia el poder como presidente.
Sé que la especulación sobre lo oculto de mi viaje a tierras colombianas se han ido por los caminos verdes del fatalismo de las malas intenciones que rebasan el más voraz de los pensamientos que eclipsan situaciones engorrosas y como ha dicho uno de mis compañeros: no viajé a curarme ninguna enfermedad ni a dar ni a pedir prestado, consejos sí que son muchos los que necesito que hagan posible llevar el autobús de la victoria a su destino final sin drogas ni nada que la perversión especule que hacen que mis nervios se mueran de flaqueza por un maltrato ligero que contamina mi despegue triunfal y como unas son de cal y otras son de arena, en eso ando, tratando de darle forma al edificio de la esperanza que no asoma por torpeza inmersa.
Quien me conozca sabe que soy hombre de palabra y es tan así que me veo como el más cercano enemigo del presidente Chávez y, cuando regrese a mi país con los ánimos Uribe-colombianizados, otro gallo cantará como un padrote del gallinero por levantarse que con una buena carga transformadora de energía pasaré a comandar directamente el proceso eleccionario hacia el 7-O y mis partículas radioactivas crearán un enjambre de prohombres que como protones circundantes se moverán tras del poder y, entonces, podremos decir, valió la pena la escapadita sin paraguas a Colombia.
Como uno más dos son tres y tres más dos son cinco: -¿quién ha dicho miedo? Que con la incorporación de Ismael García y Antonio Ledezma al comando de campaña tricolor, ellos serán dos motores de vastas cilindradas que atraerán con su versatilidad incomparable de la verborrea incendiaria sin destino –por demás- un buen sustrato de universo de votantes que harán posible que éste y, que majunche tenga luz verde intermitente de una vez rumbo a La Victoria, lo más cercano y, de allí no nos sacará nadie.
Sólo me resta decirle a mi público partidista que agrupados alrededor de mí esperan con ansiedad mi llegada al país que, por motivos ajenos a mi voluntad y por una rabieta incontrolada de última hora han hecho realidad que, demore un poco más mi presencia entre los colombianos como un ejercicio de convivencia extravagante por unos cólicos impacientes que me mantienen a la expectativa de llevar un cúmulo de razones que nos den vida de acuerdo a lo planificado fuera del país que hará fecundo y prospera la fertilidad de mis ilusiones de escalar sin escaleras cuando haya que escarbar los vericuetos de mis dudas por otros.
Me despido de ustedes los que son y los que no: algo encogido por los declives circunstanciales que me constipan de ansiedad mi salud mental con un cordial saludo de alejamiento fortuito como el presidente más joven que Venezuela no espera. Y ruego por demás encarar el desespero de gratitud hacia mí de María Corina como la cóndor que es de la arrogancia de nuestra burguesía floreciente, en que su consuelo es mi paz y, que gracias a ella vivo pensando como gratificar su honor de luchadora exquisita y, a los periodistas del sistema nacional de medios públicos de Venezuela que se dejen de mentir que jamás han sido agredidos ni con el pétalo de mi campaña. Suyos: HCR
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