No pude asistir al solemne acto de darle chicharrón a “Monseñor Urosa”, a “Marta Colomina” y al “Gato” Briceño, pero supe que todo estuvo muy bien.
A “Monseñor” le pusieron un camisón bien bueno que los muchachos se robaron del fondo de la casa de una pendeja escuálida y cuya identidad no debo revelar porque el CICPC anda como “La Hojilla” y puede tomar cartas en el asunto por “notitia críminis”.
A la “Colomina” le pusieron una minifalda que sí fue obtenida por medios lícitos, regalada por la nieta de una compatriota y, respecto al “Gato”, todo estaba previamente preparado; lo otro fue obra del ingenio del pueblo, que es ilimitado, es que sólo estaba previsto darle candela al “Gato”.
Felicité a los muchachos por su ZKonducta tan buena.
“Monseñor”-ab intestato-fue juzgado por violar los Mandamientos 2 y 8 del Decálogo; “Marta Colomina” por transgredir la ética del periodismo en toda su expresión y por plagiar la “Novia Mecánica” de McLuhan, con su “Celestina Mecánica”, hecho éste que no me consta pero cuando el río suena es que trae piedras.
Respecto al “Gato”, entre otras acusaciones, está la de malversar el presupuesto de Monagas, mantener radioemisoras clandestinas por medio de testaferros y traicionar a la revolución bolivariana.
Lamenté no haber estado presente en dicho acto; yo me preguntaba al respecto ¿Me lo pelo o no me lo pelo?
La Duda Metódica de Rene Descartes invadió mi cabeza de burro y no tuve voluntad de descartar lo que hacer, si pelármelo o no.
¡Qué vaina, estoy salado!