La dignidad de los hombres de gobierno se enaltece cuando actuando en orden de su conciencia, denuncian hechos del oprobio y se desligan del poder con desprendimiento, no sin antes establecer la distancia con el cohecho y el soborno previamente evidenciado. Pero el ex magistrado actúo de revés. Se valió impunemente de todas las prerrogativas que la revolución generosa le cedió, para diligenciar la Sala Penal de Justicia y cometió cualquier cantidad de desafueros de todo tipo y cuando lo cachan, sale corriendo a desparramar mentiras por el mundo, queriendo ocultar con un manto de porquería, sus iniquidades rigurosamente comprobadas.
Pero no tiene este hombre ni siquiera, una triza de credibilidad. Ya en esas televisoras gringas cuyos dueños son de igual o peor calaña que él y que osan presentarlo como espectacular declarante de falsedades, deberían sentir pena ajena que tal individuo pose en sus cámaras. Porque es que si la televisión española por ejemplo, hiciera un ejercicio de imaginación para buscar similitudes entre esa comiquita idiotizante de El Zorro, que inventaron hace un siglo, y las actuaciones del ex magistrado, seguro concluirían que el sargento García seria su equivalente un tanto desmejorado, por el aditamento de perversión que Eladio destila.
Cada vez que el ex magistrado habla y torpemente gesticula, se aproxima más al resultado de un parto forzado, expelido por el disimulo y la estupidez.
Menos mal que la revolución pudo detectar temprano las felonías de Eladio. Porque nada hace mas daño a un gobierno, sobre todo de corte revolucionario, que un facineroso disfrazado de mojigato en altas instancias de poder. Hasta un certificado de presentación militar le otorgó este hombre, a un connotado narcotraficante para que hiciera de las suyas por todo el país y burlara la justicia.
Y ahora este personaje ya condenado por su propia conciencia y de la mano de Roger Noriega y Eligio Cedeño, altísimos representantes del narco lavado internacional, en vano intento pretende enlodar al presidente venezolano y algunos funcionarios del gobierno.
Es el intento cobarde de sus fuerzas ya diezmadas que pujan contra la vergüenza. La verdad que el ex magistrado es ya un prójimo, sujeto a la mas honda conmiseración pública. Mucho mas estimable hubiera sido el aceptar sus errores por destructores que hayan sido y expiar sus culpas con valentía. Pero los miserables exculpan hasta sus propias miserias para hundirse en el lodazal de la excresencia humana. Ya hoy la fiscal que sigue la causa de Eladio, le dictó orden de arresto.
Pero Eladio siempre, lamentablemente se supo después, fue un prisionero de sus facultas depravaciones.
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