Pero lo que nos importa es tratar de razonar sobre el concepto: “reforma”. Vayamos al diccionario. Nos comunica el Diccionario Ideológico de la Lengua Española que “reformar” es: “…rehacer, reparar, restaurar, restablecer, restituir una institución a su primitiva disciplina…” (Idem, pág. 715) Es decir, cuando nos referimos al sistema capitalista sería, algo así, como volver a los orígenes del capitalismo mercantilista, claro, modernizado. ¿Lo dudan? Pues no deben “rebanarse los sesos” porque con solo mirar las tesis alemanas en lo socio-económico e ideológico bien impuestas por el Partido Popular Español en el Gobierno de La Moncloa con su Presidente, Mariano Rajoy, con los legisladores en mayoría en las denominadas Cortes por decisión mayoritaria de los votantes españoles, con los “decretos-ley” de la Monarquía, repito: “decretos” y no son chavistas sino de extrema derecha y primos hermanos de la MUD y tutores de Capriles Radonski, han impulsado la “proletarización cuasi esclavitud” del y con empleo-empleado y el rechazo de los “bárbaros-emigrantes” –al mejor estilo del Imperio Romano en decadencia-, quienes, hasta reciente fecha, valían, en horas-hombre, más baratos que los trabajadores españoles. ¿Son leyes justas y humanistas? Fíjense que no hemos calificado los decretos-ley como de carácter social, mucho menos socialista pero son decretos-ley obligantes en la actual reingeniería del sistema capitalista en la Comunidad Europea con extensión al resto de los países europeos que no se han adscrito ni a la Comunidad ni al denominado “euro”. (Pareciera que el Presidente Rafael Correa tiene toda la razón cuando propuso el “sucre” como medida y medio de comercio entre pares). Cabe la pregunta sí es necesaria esa política de transformación del sistema capitalista que hemos calificado como la “reingeniería del capitalismo”. Pues así como conocimos la “crisis del bath” y las acciones económicas asumidas por Japón ante esa crisis asiática que nunca afectó a China cuando ese país, China, asumió el costo de la recesión asiática; como hemos conocido al “crisis del ladrillo” en la decadencia del populismo crediticio de la Hispania borbónica, política impulsada por José María Aznar y los adecos hispanos (populismo empresarial); como hemos conocido la “burbuja de Wall Street” que ha bendecido la actual crisis socio-económica del Imperio; como estamos conociendo las políticas migratorias tanto Comunitaria como las del Imperio seudo-Romano de sistemática persecución a los trabajadores, particularmente, aquellos procedentes de países como Ecuador, Colombia, Perú, República Dominicana, Centroamérica y El Caribe y los procedentes de las Europas centrales, con decisiones jurídico-legales incuestionables desde la óptica capitalista pero no siendo en sus praxis ni éticas ni morales hacia el “ser creado” porque se supone que los desarrollos económicos nacionales, inclusive, internacionales en globalización, deberían tener como eje fundamental del desarrollo socio-económico al “ser creado”, es decir, al “ser social”, no debiendo ser su fundamental objetivo principal la “acumulación” gracias a la “plusvalía”. En palabras coloquiales-teológicas, “las bienaventuranzas”.
Regresemos a la “reforma” (no “reformismo”). Desde los paradigmas del capitalismo del bienestar social (adecus dixit), el modelo por excelencia fue el “modelo sueco” de capitalismo de Estado. Pero ese modelo sueco entró en contradicción con las propias tesis del capitalismo globalizado. Dos variables contradecían dicho modelo: la acumulación y la plusvalía vis a vis la “distribución equitativa” aún bajo los paradigmas del sistema capitalista. Los costos sociales que significaban las políticas del “bienestar social” incidían, directamente, en las reformas tecnológicas de los bienes de capital, los costos del producto por alzas en las materias primas, los costos en educación y salud, los costos de la “hora-hombre” según la “división internacional del trabajo” y la “división internacional del mercado”. Variables éstas que incidían no solo en las ganancias sino y fundamentalmente en el propio desarrollo del propio sistema capitalista. Es decir, las contradicciones de las políticas sociales del “bienestar social” desarrollaban, a lo interno del capitalismo, además del mal ejemplo, su propia contradicción. En ese orden, al analizar, someramente, por ahora, las políticas que por “decreto” está aprobando e implementando el Gobierno de derechas de Mariano Rajoy, nos permite conocer las variables político-económicas de la nueva realidad del capitalismo global (tema aparte es la “nueva política Obama” –José Vicente Rangel dixit- cuando traslada sus intereses capitalistas hacia la región del Asia y el Pacífico). Esas políticas, además, contienen un marco ideológico que al analizarlo en profundidad podríamos percibir las razones de las actuales políticas de “caos continuado” que vienen impulsando en praxis las derechas criollo-mantuanas venezolanas hacia el desconocimiento de los resultados electorales presidenciales del 07 de Octubre próximo.
Como hemos expresado más arriba, al sistema capitalista está, inevitablemente, en “su cul-de-sac”. Es obligante para reimpulsar la “reingeniería del capitalismo” la destrucción del empleo hacia la creación del sub-empleo y del “empleo-basura”, la eliminación de las políticas sociales por los costos según los fundamentos del capitalismo (léase: las Misiones bolivarianas y revolucionarias en el marco del desarrollo del socialismo con características venezolanas), la disminución del Estado hacia su cuasi desaparición, la descentralización hacia el “control y dominación” del Estado debilitado hacia la “nueva dependencia” imperialista. Ante ese escenario, reiteramos, por las propias realidades de nuestra Patria, Venezuela, estamos en el “ojo del huracán”, particularmente, como señalábamos más arriba, las objetivas razones geográficas nos llevan a recordar aquella famosa frase mexicano sobre el vecino del Norte.