¡Tremendo trabajito contrariar la lucidez de Chávez, porque zamuro con mucha tripa se atora, helo ahí a Capriles!
Lo seguro no siempre es lo mejor, sí lo sabré yo, rebelde todavía a mis años con mi intacta dignidad a cuestas, y no pido aliviarme del peso de trabajar y luchar sino de ojalá tener la suficiente consistencia esquelética para seguir aportando algo de mi esfuerzo personal, a esa denodada batalla de Chávez en pro de los pobres.
¡Hay que atreverse a subvertir el orden capitalista chupasangre!
Chávez es audaz -punto de partida-, inteligente, prospectivo, franco, leal y digno, aunque algunas veces hace de pendejo; más, la realidad es la suma de todos los factores y, en su caso, pesa su fascinante figura de verdadero Líder, y más, Líder Hemisférico; así lo digo y, sin comillas, yo iconoclasta de la política, de la religión y de toda vaina.
No niego que a veces me ha provocado darle a Chávez un cogotazo con ñeque cuando a mi parecer él ha metido la pata, pero francamente hay que estar en sus zapatos para saber cómo se bate el barro en el ojo del huracán porque, una cosa es estar ante el mapa y otra cosa diferente es estar sobre el terreno.
¿Cómo puede Pabobo ir contra la nueva Ley del Trabajo, cuantos embustes debe inventar para contrarrestarla?
¡Nueva Ley del Trabajo no es la estocada final pero, sí, estocada!
Nosotros, quienes entonces, por brutos, fracasamos en la pelea por liberar a Venezuela de las garras del traidor Rómulo Betancourt -esa es la verdad desnuda- debemos ser autocríticos y, de paso, reconocer que Chávez fue mil veces más inteligente, pudo lograrlo en diferido y para mejor, le abrió un boquete a la historia de Venezuela, lo que nos reivindica a los viejos luchadores y nada mal vendría que Chávez me diera un puestico aunque sea de Canciller, o de Vice Presidente Ejecutivo, y/o, cuando Maduro y Jaua vayan a rescatar Carabobo y Miranda. Yo lo aceptaría con todo gusto.
A horas o a minutos de decretarse la nueva “Ley del Trabajo” que regirá para Venezuela -hoy 30 de Abril de 2012- es bueno aclarar que nuestras expectativas se orientan a que el Socialismo debe asumir nuevas relaciones del hombre con la Naturaleza.