La barca con siglas tricolor zarpó al norte un doce de febrero con rumbo a su octubre incierto. Ese mismo día un recién nombrado capitán de la nave tomaba comando ante una tripulación y pasajería desconcertada por no haber tomado en tierra la mejor de las decisiones. Pero ya el barco había puesto proa a su destino.
Y ya en alta mar, una montaña de errores hacía en el buque opositor lo que la montaña de hielo hizo hace un siglo naufragar al espectacular Titanic. Un malestar inquietante crece aterrador entre las filas de la tripulación media.
Los alistados de blanco y verde no alientan en nada el éxito de la navegación y por el contrario pasean con frecuencia el patio de máquinas para calcular la toma del salvavidas cuando la estampida sea inminente. Cuando llega mayo, una mala lectura de brújula, hace al capitán cometer un error garrafal.
La celebración del Día del Trabajador le hace perder el norte y en un arranque de querer imponer sus anacrónicos criterios de navegación se opone con terquedad a las ideas de los pasajeros a bordo.
No obstante prosigue la azarosa travesía. Las contradicciones entre tripulación, pasajeros y capitán se incrementan con un mapa de navegación que en plena alta mar ha sido reorientado en varias oportunidades. Hasta las siglas de identidad de la embarcación han sido cambiadas y esta vez se ordeno llamarlo Comando Venezuela.
Algunos tripulantes desde sus compartimientos, osaban murmurar que no era cuestión de nombres sino ordenación de los rumbos de navegación con fecha de atraque en octubre. No hay a las alturas de mayo, certeza de éxito en el recorrido. Los subcomandantes de la nave ya piensan que cinco meses de cabotaje es mucho para continuar con la sarta de errores.
Hay desconsuelo en la marinería. Desde adentro ya, se cuadran simulacros para emitir las señales de socorro. Los botes salvavidas cuentan día a día, con la caricia de sus potenciales usuarios. El capitán ya casi no quiere usar el sistema de comunicación, porque cuando lo hace pierde fuerza en la tripulación. Un sombrío escenario se hace presente desde adentro y alrededor de la nave en pre siniestro.
El silencio frio de la pasajería, parece abundar en culpas a una comandancia de navío extraviada en un mar que no le sopla buen viento. El cataclismo parece inminente. Ya en tierra llega el rumor del desastre. Decenas de botes y chalanas se aprestan al socorro de los pasajeros. Zozobrará la nave opositora y un innúmero de náufragos serán rescatados en alta mar y enrumbados a puerto seguro donde le esperan flameantes las banderas rojas de octubre.